un pueblo
Publicado en Mar 19, 2014
Ayer visité el pueblo de los ancestros por parte de padre
Muchos años atrás, cuando mi existencia no proyectaba silueta, la familia vendió la casa de tres pisos heredada de mis abuelos y estos de mis bisabuelos Hoy, yacen en el panteón más grande del cementerio próximo a nuestro destino, allá donde la sombra del ciprés no alcanza a guarecerlos. Un ángel de mármol blanco y polvoriento escudriña las tumbas posando con gracilidad sus pies sobre éstas. Oramos por ellos y proseguimos nuestra ruta En las tripas de Aragón y encajonado en un valle arcilloso duerme Daroca, enclave estratégico y militar Al llegar tropiezo con un sol radiante que ilustra los vestigios de varias murallas, ligadas a una baja entrada remodelada, ascendiendo la escarpada ladera y poniendo cerco al invasor Mirando en derredor, hilvanando la imagen anterior advierto sendas almenas derruidas que dominan la ciudad sobre los riscos, además de diversas oquedades en la roca que sugieren nuevas cuevas Abducido súbitamente por el entorno, me adentro en las entrañas de la fortificación hasta conquistar el barrio de la morería. Saboreo incesantes saltos seculares sin piedad y me percato de algunos carteles diseminados guiándome por la ruta monumental Que recorre los vericuetos de la localidad por calles angostas y negros pasillos bajo los cuales el peso de las edificaciones hace crujir viejos maderos superpuestos En el corazón de Daroca se yergue la colegiata que merece especial atención, pues no solo sobresale su imponente fachada sino igualmente las escenas sobre las arquivoltas que retratan el juicio final, fieles al estilo románico-gótico El carácter de las gentes que allí he conocido no difiere mucho del nuestro, y salvo el trato noble y solícito del policía municipal, que nos ha aconsejado un buen sitio para comer y el horario de apertura de los comercios, nuestra relación ha sido bastante fría El plato típico de la zona es la paletilla de cordero, que si bien estaba rica, no era nada espectacular. Resulta chocante a la par que evidente la decadencia del lugar, donde abundan los fósiles y la juventud está en peligro de extinción. La misma miseria que a otras aldeas se ha precipitado sobre Daroca, siendo víctima del anquilosamiento industrial. La harinera no mitiga un irremisible éxodo hacia un futuro más halagüeño dentro de empresas instaladas en núcleos de población más venturosos. Pienso en la idea del abandono, cómo nuestra familia y muchas otras se han visto obligados a partir y desprenderse de la infancia y sus sempiternos recuerdos, arrastrándolos como una valija raída por la nubecilla gris que levantamos al caminar A lo lejos queda el resplandor de nuestra efímera visita cuando miro por el espejo retrovisor y lentamente se diluye el embrujo de la vega. En mi interior sedimentada una sensación de nostalgia y anhelante retorno atora mis pensamientos durante el viaje de vuelta
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Elvia Gonzalez
DEMOCLES (Mago de Oz)
javier castillo esteban
Mara Vallejo D.-
Oh, si el pueblo, ese que creíamos seguiría creciendo y fluyendo como nuestra sangre, pero se quedó corto para nuestras necesidades y hoy se ven detenidos en el tiempo y al presenciar su decadencia, se lastiman los recuerdos y fluye esa melancolía que arruga el sentir. Puedo decirte que fueron muchas las imágenes que me mostró tu texto, dibujé la marcha el coche y tu mirada fija imaginando tantas cosas . . .
Hermoso texto, amigo.
Abrazos
javier castillo esteban