Ella miraba por la ventana, el día tenía una clareza divina, el sol brillaba con todo su esplendor, el azul del viento enclarecía la ciudad, pero nadie caminaba por allí.No había nadie, ni adentro, ni afuera, estaba sola en silencio, esperando la llegada, su llegada.
El reloj marcaba las cinco en punto, no era temprano, pero todavía no era tarde para la llegada, para su llegada.
Ella miraba por esa pequeña ventana impacientemente, aunque estaba quieta en un rincón, esperando poder verla, solo una vez. Había esperado este momento hace mucho tiempo, iba a ser la primera  vez que se encontraran, no sabía como identificarla, como estaría vestida o peinada ¿Qué le diría? ¿Le hablaría o no?tenía tantas preguntas por dentro, pero más le intrigaba cuando podría llegar a aparecer.
El reloj comenzó a marcar las siete en punto y no venía. Afuera, el sol comenzó a irse, y el cielo se puso de un anarangado melancolico; Ella empezó a derramar unas leves lagrimas, pero sin dejar de mirar por la ventana, no quería perderse su llegada. No había perdido sus esperanzas cuando la vio venir, se secó rapidamente sus lagrimas y con una felicidad se levantó, miró todo a su alrededo pensando que no iba a extrañar nada.
Ella abrió la puerta, ambas se miraron pero no dijeron nada, hastaq que la muerte llegó tocó su rostro diciendole "ES HORA".
 
 
-Nahir S-