Quiero agradecerte vida,
por llenarme la manos de plenitud y vacío.
Por habermelo dado y quitado todo.
Por las cosas pasajeras que amé y palpé
y las formas sutiles que en mí se quedaron.
No me quejo ya de tus arduos fragores
ni de las veces que me hiciste palidecer y llorar:
Fuíste conmigo categórica e incesante.
Me llenaste de diligencias, y de apremios.
Me endilgaste tu dolor y tus males
y me entregaste innumerables alegrías y dichas.
De ti vida, aprendí de mis equívocos
y con tus artes he ido madurando.
He sido el destinatario de tus méritos y deméritos
y todo lo que trajiste o te llevaste
no hizo más que acerar mi existencia
pues aprendí a luchar solitario ante ti.
Vida: Fluíste en mí como fluyes en todos
trajiste marejadas oscuras de lamentos.
También estertores, risas, vacuidades.
Roncos amores que fueron mi riqueza.
Mil veces me aforaste y desaforaste
y aprendí a encararte día a día
con la actidud y las armas turgentes del guerrero.
Con la prestancia tibia propia de los adolescentes.
Agradezco que vuelvas día a día, vida
a intentar sojuzgarme y liberarme y a ponerme a prueba.