Canten, canten  hojas secas.
El  verano  aspira  la savia que pesa,
la  brisa   levanta, cascabeles  de humo.
 
El  olor a  hierba  recién  bañada,
enmudece  ante el canto de  incontables gargantas
sinfonía   afinada  que alienta, alimenta.
 
Aves pasajeras de volar constante
arrullen el día que recién inicia,
hablen con el sol que el plumaje tibia
díganle que escuche el himno mañanero.
 

 
 
 
Suenen piedras del riachuelo;
floten  ramas, toquen  los tambores,
esos que el invierno, ahogó en sus caudales.
 
Dancen patas vestidas de herradura
pezuñas domésticas o silvestres vidas,
sáquenle  ritmos a las melodías
que por éstos tiempos suenan todavía.