Oh Lisa no dejes de saltar
Publicado en May 03, 2014
Recuerdo tus zapatitos de charol haciendo crujir cada adoquin cuando saltabas un, dos, tres sobre el cordel. Oh Lisa no dejes de saltar.
El arbol seguía donde mismo, nada había cambiado, sólo su corteza era cada día más seca y más vieja pero estaba ahí. Si contara él cuantos numeros dijiste antes de salir a buscar a los demás. Si tocara cuánto tocaron con los dedos los niños al librar. Oh Lisa no dejes de saltar. Me he sentado en el viejo columpio, ese que solías empujar contra el viento hasta volar, las trenzitas al aire, el perfume de ambar. Oh Lisa no dejes de saltar. Mis ojos ya pesan cada vez más, serán las arrugas o quizás la edad. Estoy cansado de todo menos de mirar. He dejado ya muchas cosas atrás, los dulces, las adivinanzas incluso de imaginar pero tú, oh Lisa por favor no dejes de saltar. Verte desde mi ventana me hace sonreír, aunque la silla esté fría y esté cansado mi respirar, aun cuando mis piernas me lo impidan y no pueda caminar, verte girar, danzar solo me esperanza de volver a llegar. El rocío es frágil sobre las hojas, no forman un río, más mis lágrimas de mis errores forman manantial, no hay quién las sequé, pues seco he de estar. Y hoy a punto de que ella llegue yo solo te quiero mirar. Oh Lisa no dejes de saltar.
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Guillermo Capece
Guillermo
Mara Vallejo D.-
Has compartido una historia que me ha hecho recordar situaciones similares que por más que queramos olvidar, siguen taladrándonos la memoria. Grato leerte.
Abrazos