Dangerous Love 8
Publicado en May 13, 2014
Cap. 8
Saliendo de clases fui a comer con Sebastian. Fuimos a un lindo restaurante en el centro donde sirven comida deliciosa y hay una fuente con hadas miniatura marinas. Comimos en silencio. A mitad de la comida Sebastian me miro y preguntó: -¿Vas a decirme por que tomas clase de demonologia aplicada? Yo dudé un momento, pero luego decidí contarle la verdad: -Soy mitad demonio, y eso automáticamente me convierte en una hechicera demoniaca. Por consiguiente, tengo las clases relacionadas con demonios y magia oscura. -Vaya. ¿Hay algo más de lo que deba enterarme? Yo estaba sorprendida. En lugar de espantarse o algo así, Sebastian seguía como si nada. No me miraba como si fuera un bicho raro o tuviera una enfermedad contagiosa. Era muy reconfortante. -Bueno, hay otra cosa- dije, y le conté de mi parentesco con Tom. Como esperaba, se sorprendio, pero luego dijo, medio en broma: -El profesor de Contrahechizos va a ser mi cuñado. Yo me sonrojé, sin poder evitarlo. Él me miró con ternura y me preguntó: -¿Aceptas ser mi novia? Sonreí. -Sí, sí acepto. Con una amplia sonrisa, Sebastian me tomó de la mano. Luego de comer, fuimos al parque y, siguendo el sendero llegamos al Lago de las Truchas. El lago era uno de mis sitios favoritos. Podías darle de comer a las truchas y las escamas de los.peces cambiaban de color con cada bocado. Por desgracia, el momento apacible se terminó allí. Melinda se encontraba dandole de comer a las truchas, y como si tuviera una especie de radar, se volteó hacia mí. Sin embargo, al acercarse me ignoró olimpicamente y se dedicó a coquetear con Sebastian. -¿Por qué no vienes conmigo? Así podrías estar con alguien normal. Él no dijo nada, y yo me alegré de haberle dicho la verdad. -¿Por qué no te vas a molestar a los duendes del parque?- le dije. Melinda me observó furibunda e hizo un ademán con las manos. Antes que terminara su conjuro, una trucha de ojos saltones y dientes de piraña saltó y le mordió la mano. Melinda gritó de dolor y yo me di cuenta de que había hechizado al pobre pez con un conjuro de posesión para que le atacara. Hice volver a la trucha al agua y Melinda me lanzó una mirada asesina. -Me las pagarás por esto- me amenazó. Y se fue, al igual que yo.
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