Allá por el año 2003, volvíamos a juntarnos a jugar fulbito un grupo de amigos de infancia. Aquel reencuentro pensamos que solo se daría por un par de meses, muchos nos habíamos cambiado de casa para en ese momento. Recuerdo cuando empezamos a jugar, éramos solo 4 personas (Alex, Lelis, Wilmer y yo), donde solo jugábamos 2 contra 2. Poco después se integraron cinco personas más (Marcos sus 3 hermanos y Enrique el Papá de Alex). Duraron poco, pero nos dejaron gratos recuerdos su paso. Recuerdo el primer horario que elegimos, era para los domingos a las 6 AM. Siempre subíamos haciendo bulla a casa de Marcos para buscarlo.
Con el paso de las semanas, se acoplo otro buen amigo, un tipo delgado, amigo de mis primos mayores y con unas gafas a lo clark ken; el cual respondía al nombre de Paulo (El usaint bolt del fulbito). Paulo jugaba mal al fulbito, pero era dueño de una cabina de internet donde la usábamos para reunirnos e ir a jugar fulbito o navegar en internet, sin pagar dinero alguno. Recuerdo que para ese tiempo, Alex nos tuvo que dejar de acompañar a jugar fulbito. El ya no podía jugar más al fulbito. Solo podía ir a alentar, sentado en una grada o banca, y hacer las fotos del juego. 
Con el paso de las semanas, el horario se modificó, nadie quería seguir despertarse a esa hora. Lo cambiamos para las 5 PM. Justo al hacer ese cambio conocimos a un tipo gordo, con piernas sin talento para jugar al fulbito. Se llamaba Kennett, también se quedó poco tiempo, tuvo que viajar a Argentina, realmente el no hacía nada de bueno por su vida, tenía un hijo al que no lo mantenía, tenía trabajo inestable (siempre era echado de todos lados), era un cuenta cuentos de aquellos. A la partida de este pintoresco amigo, conocimos a otros integrantes a los partidos, como: Andrés, Ney y Robert. También poco duraron los 2 últimos, no es que los hayamos echado del equipo, sino que debían migrar y centrarse en sus cosas personales. Recuerdo que con Ney tuve un altercado directo. Le di un golpe, que le abrí la ceja, y lo tuve que llevar a emergencias para que lo cosas. Me dio mucha pena, tenía una hija a la cual mantener y yo le quite por espacio de un mes, que lo contraten, claro con un parche en el ojo quien en esta vida te contrata.
Me viene al recuerdo una jocosa tarde, de por esos tiempos, una en la que tuvimos que dejar nuestra cancha e irnos a otra, en donde nos costó caro, primero porque perdimos todo el dinero que llevábamos encima, y segundo porque salimos corriendo ya que los chicos con los que jugábamos no pasaban los 17 años pero eran chicos orientados a la delincuencia. A ellos no les podías reclamar mucho, porque se solian enfurecer rápidamente.
Con el paso de las semanas, conocimos a otros patas ellos eran: Los hermanos Ñaupa, Orlando, Rully, Shuster, Juan y mi ex profesor de la secundaria, Percy. Siempre contra ellos, nos salían unos buenos partidos de fulbito, siempre al finalizar el juego solíamos quedarnos tomando gaseosa riendo de cada jugada. Poco tiempo después, David uno de los hermanos Ñaupa dejo el equipo y se fue a EEUU de mojado, se sintió su salida en los equipos. Justo por ese tiempo, la municipalidad del distrito, organizo un campeonato interbarrios, donde nosotros participamos con el nombre de "Red and Black" nombre del Internet de Paulo. Todo un chiste nuestra participación en las 4 ediciones de ese campeonato que participamos. Nunca ganamos más de 2 partidos seguidos. Mi participación fue mala, expulsión en las dos primeras, cambio obligado en la tercera (tenia amarilla) y victoria y gol en la última.
 
El fulbito en este tiempo, me hizo conocer a grandes personas que no pensé conocer, y con las que eh pasado buenos momentos, de fulbito y chacota. Hoy ya nos desintegramos, cada uno debió darle importancia a sus cosas, y por ello ya no podía asistir a un juego de pelota. Pero hoy nos queda a cada uno la etapa en la que jugamos fulbito juntos, la etapa que la que nos reíamos de nosotros mismo y etapa en la que éramos quizás más libres. Hoy la cancha en la que jugábamos, suele estar vacía a las 5 PM del domingo. Quizás hace un minuto de silencio por quienes la abandonaron o porque no se imagina tener otras persona encima de ella, jugando y riendo quizás como niños. Hoy solo guarda un grato recuerdo de sus tardes del ayer.