Isla (definitivo)
Publicado en May 22, 2014
ISLA
Una gota pendía del techo de bambú aspirando a caer en el centro de la frente, pero en el último aliento, desligandose ya de la madera, aparté mecánicamente la cabeza y se estrello contra el suelo Estaba Acostumbrado al azul radiante que bronceaba la isla, la jaqueca sin embargo se había instaurado permanentemente en mi cabeza merced a los constantes golpes de calor Era tarde y el horizonte cobrizo se mostraba como un planeta invasor a través de la prisión , deshaciendo su ardor en el océano. Los sonidos de la noche surgían entonces de la exuberante maleza mientras la marea cesaba su actividad y el agua muerta evocaba un gigantesco pantano preñado de vida escondida. Me arrebuje en mi camisa hecha jirones buscando la postura más cómoda para dormir ,posando la cabeza encima de unas mullidas hojas de coco. El cielo terminó por cubrir de negro todos sus resquicios y quedé completamente solo. A la mañana siguiente me desperté exhausto, como si la pesadilla se hubiera encargado de apalearme enredando mi mentes su viscosa ficción. Se sucedían eternas las horas de mi reclusión en el palafito, y aunque desconocía la fecha exacta , los “hombres de los huesos” se dejaban ver el mediodia, cuando el sol alcanzaba el cenit, para demostrarme que la tierra seguía orbitando. Me acercaban un plato de pescado fresco y espinoso que tragaba con fruición Tenían la piel cubierta de hojas selváticas y la mandíbula encajada por una máscara ósea de jabalí, y hablaban entre ellos un idioma ininteligible Debajo de mis pies un cerco de agua más densa conformaba el hogar de dos tiburones que circundaban el edificio sin descanso, cumpliendo las estrictas órdenes de sus benefactores Las primeras fases del día transcurrieron idénticas a las anteriores y únicamente la visita de los mosquitos fue un acontecimiento celebrado por su disparidad, el resto de la mañana lo dediqué a contemplar el casco hundido de nuestra embarcación Calculo que serían las dos de la tarde cuando el viento comenzó a cimbrear las palmeras más cercanas doblegando sus ramas, que lamían ya la orilla. En ese momento, un nutrido grupo de “hombres” salieron despavoridos, adentrando sus pateras en el agua. Miré confundido hacia la selva vacilante de resolver el motivo de su huida, pero la atmósfera henchida de humedad se fragmentó ante mis ojos, anegando la playa de calima. El sudor me caía a chorros cuando adivine el silencio imperante en la isla . La niebla se disipo y me halle lentamente rodeado de nada
Página 1 / 1
|
Elvia Gonzalez
javier castillo esteban
Mara Vallejo D.-
Sueltas tus historias y se inicia el viaje a los lugares que describes de una forma increíble y amena; me gustaría, seguir leyendo.
Esto te lo comento con toda mi sinceridad. ¿ Vale?
Bien, muy bien por tus letras.
Abrazos