DOMINGO
Publicado en May 25, 2014
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Domingo....
...de todas maneras era inevitable que hablara con Verónica. Si el resorte roto del colchón no hubiera intervenido, y su existencia terrenal no hubiera formado parte de quien sabe que arcano prometedor, la cosa estaría en veremos.
 
 La entrada a la habitación me dejó un poco pasmado al ver que no había más que una silla y una pequeña mesa delante de la ventana; era domingo, y la mayoría de la gente que trabajaba en la casa se había ido a la ciudad y todo había quedado como la noche anterior. Recuerdo que sobre la silla, durmiendo placenteramente había una gata, curioso animal que despertó mi curiosidad cuando despertó al oírme entrar; se estiró, bostezó y se levantó lentamente encorvando el lomo, como hace cualquier gato que se precie de tal; casi no resistí la tentación, y me puse a acariciarla, más por deseo de sentir algo con vida cerca mío que por querer acariciarla, aunque ella, la gata, no notó mi segunda intención, la de no sentirme solo.
Era domingo como dije, y como casi todos los mediodía de otoño, la poca luz que entraba por el ventanal me daba la sensación de estar bajo el efecto de un sedante; no había brillo de sol, y el viento, no muy fuerte, de afuera, arrastraba algunas pocas hojas que todavía no se habían desprendido de las ramas de los árboles. Estaba sólo, y la casa enorme, parecía un infinito rincón del paraíso, o del infierno, que daba lugar a mis reflexiones; suponiendo que, si las cosas hubieran sido de otro modo, estaría ahora leyendo, o talvez durmiendo con la paz que el domingo me daba; pero no era posible... así, durante una hora, acaricié el pelaje de la gata que se había acomodado sobre mi pecho, posteriormente a amasarme y clavarme sus uñas, cosa que no reprendí, porque mis claras, u oscuras divagaciones, estaban alejándome de aquel recinto. De pronto, mi cabeza tropezó con un recuerdo, más bien era un rostro-recuerdo; aquella cara me hizo sonreír seguramente, aunque no tenía conciencia real de aquello; el recuerdo era de aquella chica, la bibliotecaria: alta, lánguida, con su cabello cortado en melena y unos ojos muy grandes y bonitos; aunque, su sonrisa era casi una burla, cuando intentaba ser simpática; muy tímida, pero con mucho carácter.
Recordé aquella tarde que la conocí, era el salón de Mme. Vazka, y aunque éramos pocos los hombres, dos en realidad, en medio de una multitud de mujeres, fui capaz de improvisar con ella una hermosa historia, por supuesto que líricamente, no habría habido manera de lograr nada que no fuera algo platónico con esta joven; yo, con mi más modesto arte de seducción, intenté arrastrarla hasta los acantilados de los deseos, sus deseos más ocultos; desde la lívido hasta sus más ardiente recuerdos oníricos; pero no hubo razón, ella buscaba en mi llevarme hacia la paz y el estancamiento de un remanso de sonidos, palabras bellas dichas por su boca...
Finalmente nos encontramos, aquí, en esta habitación, ambos, uno al lado del otro, mirando por el ventanal, en el mediodía de un domingo de primavera; cuando todos los que trabajaban en la casa se habían ido a la ciudad, y todo había quedado como la noche anterior; el viento, arrastraba millones de pétalos del durazno...
 
Finalmente, hablé con Verónica, suponiendo que el fortuito hecho de que saltara el maldito resorte del colchón, había dejado en ella una mala impresión de mis mas puros y sinceros deseos; pero no, se acurrucó en mi pecho, y en la amplia sala, con la silla y la mesas solitarias mirando por la ventana, volvió a clavarme sus uñas en el pecho...
 
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Foto del autor carlos
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Descripción

Palabras Clave: Domingo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Elvia Gonzalez

muy buen relato, me gusto
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May 25, 2014
 

carlos

Gracias Elvia.
Responder
May 27, 2014

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