Podria ser yo
Publicado en May 26, 2014
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Podría ser yo...
Se llamaba Adriana y apenas tenía 15 años. Yo, desde que ella era pequeña velaba por su seguridad, por su sueño y además, estaba muy complacido de ser su guarda-espaldas.
No sé que ocurrió aquella tarde, no era otra distinta a cualquier tarde de primavera, aunque, un no sé que había en el aire; parecía que tanta juventud, tanta alegría y felicidad invadía todo que, mis transparentes alas se estremecían al percibir en la brisa los rastros del perfume de no sé que rosa lejana; nada me hubiera separado de Adriana aquella tarde, o nunca, pero, las circunstancias hicieron que la viera por primera vez...
(...Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me dejes sola de noche ni de día...), cada movimiento de sus alas hacían brillar el sol en todos los granitos de arena de aquella plaza, no pude menos que sentirme enamorado, era la primera vez que descubría que también los Ángeles guardianes podían ser muchachas muy hermosas, aun más, cuando su apariencia se disfrazara de bella mariposa...no hice nada, no sentí nada más que el intenso deseo de volar hacia la flor que ella recién había abandonado y tomar de esos pétalos un poco de su perfume; así me quedé un buen rato, bastante tiempo en realidad transcurrió hasta que al fin recordé mi misión junto a mi protegida...
Adriana, ya cansada de oír las tonterías de sus amigas y viendo que la hora se iba y ella tenía que preparar sus útiles para asistir a la clase de inglés, no dudó en tomar su bicicleta y pedalear las pocas cuadras hasta su casa. Nadie supo cómo, ni pudo saber que hacer cuando aquel enorme camión la atropelló apenas había cruzado la calle de la plaza...
La busqué, y aunque puse todo mi esfuerzo en cantar su canción preferida, código secreto que ella había adivinado cuando yo le advertía de un peligro; no la pude hallar, no obtuve respuesta; no podía con mi desesperación hasta que llegue a su casa, donde encontré un tumulto de personas gritando, llorando... (Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me dejes sola de noche ni de día...), ...Adriana había muerto...
Ahora, el buen Señor, como penitencia por mi descuido; y al comprender que por primera vez un ángel guardián se había enamorado; me permitió seguir al lado de Adriana en el paraíso; hoy soy su eterno cuidador, y mi misión no tendrá fin, por los siglos, de los siglos; aunque de ello dependa no volver a sentir lo que es estar enamorado. 
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Foto del autor carlos
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Descripción

Palabras Clave: Angel

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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