Me dice una mujer que valla con ella,
me invita a salir de la habitación
a pasear por la ciudad tenue que muere,
me resigno, sin destino, obedezco, que remedio,
no hay nada que hacer.
Sigo el camino insípido de semáforos y aceras,
guiado por la mano de frambuesa,
arrastrando los pies, hablando de guerra.
Un loco se acerca, sombra del ayer,
me besa, la besa, se va y no volverá,
porque así son las  las personas cariño, fugaces,
nunca da tiempo a cogerlas.
Pequeños nudos en la garganta
violan el silencio con carraspeos
 que ocultan bajezas no sabidas,
parpadea la farola, tiemblan mis párpados.
Nos sentamos en un banco
de esos que esperan a que alguien se siente y
parece como si todo se callará para dar paso al dolor:
-Jamás te amaré-  le suelto de sopetón
- y lo sabes-,
te tomaré como a una perra,
te encadenaré, te ahogaré, te mataré, como nos gusta a los dos,
placeres carnales, huellas de nuestra culpabilidad eterna.
No sé lo que digo, estoy vencido por algo que no sé, no sé lo que es,
creo que  soy esclavo de mis demonios,
perdí el control, perdí el control nena,
y ya no tengo nada de nada aquí adentro.
Nadie tiene nada de nada por mucho que se engañe,
lo descubrí una tarde cualquiera que llovía,
No te pido que comprendas,
solo pido que no me juzgues,
soy así de idiota, vete, marcha lejos de mí
yo intentaré permanecer callado el resto del tiempo.
 
GILIPOLLAS, GILIPOLLAS, GILIPOLLAS
¿ ES QUE  NO LE SABES DECIR?:
me estoy tirando a otra