cazador
Publicado en Jun 10, 2014
Los pasos no son tan complejos y sinceros durante el entrenamiento, y el ritual se puede convertir en un manual de supervivencia con las hojas ajadas y la tinta corrida-
La respiración conforma el núcleo cuyo alcance diametral requiere una buena sujeción de la culata acogiendo la fusión pecho y hombro. Por otro lado y sin desligarse de estas condiciones, la frialdad copa la marca intrínseca del cazador, irreconocible sin el talento natural. La tarde era roja y caía como un puñal sobre la tierra húmeda del sur de Potes, Cantabria. Apunté hasta que el aire se vició de tanto soportarlo en mis pulmones, esperaba que el puntito quedase inmóvil, anulado sobre el blanco. Era preferible que el objetivo no detuviera sus movimientos antes de que vibrara la mosca negra y diminuta Solté el gatillo y la violencia del disparo desplazó mi tren superior hacia atrás, apoyé mi mano en el suelo y me incorporé oteando el estado de la presa que hacía un momento caminaba lentamente y con regularidad Sólo quedaba un cartucho que cargué a tientas, intentando no hacer ruido. El crepitar de las ramas me silbaba detrás de la nuca El oso se arrastraba ahora con sus únicas tres patas indemnes emitiendo unos gemidos del demonio. Giró su cabeza 90 grados hincando su mirada parda en mi pecho desnudo, Mi corazón sobresalía sangrante por la boca, sin lugar para un nuevo bombeo, y el oso resollaba a cada zancada, descansé la escopeta encima de un trípode de madera improvisado, y el gatillo cumplió sin réplica mi última voluntad, dejando al oso tendido en el suelo con un disparo certero en la cabeza. Al aturdimiento siguió a un sueño inevitable y profundo que no pude percibir hasta que mis ojos se entreabrieron, sabiéndome solo en la montaña, el camino de vuelta se había evaporado y no tenía comida El cielo escupió en ese instante, los postreros reflejos de la bola dorada atisbando una muerte advenediza
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Elvia Gonzalez
Mara Vallejo D.-
Mira que empezaba a entristecer por la muerte del osito, pero gracias que solo eran tus sueños. Me encantan las historias y ésta no se queda atrás. Buen texto, amigo mío.
Abrazos