Destino de Sebastin
Publicado en Jun 11, 2014
Revisa mis ojos:
algo se mueve dentro de ellos en enmarañada trama. Me siento separado de la tierra, con fuego en las pupilas. Acabo de matar a un hombre. No sé que designio me guió, pero hubo una luz trágica en mi puño, una pasión insatisfecha, una pluma de ave tocando el fondo de mi garganta; como oír voces desatadas hechas para uno -atributos de poseído- bailando sobre palabras dolientes. Oye, revisa mis ojos. Qué idioma debo hablar sino el de mis entrañas. Maté a un hombre. A Sebastián. No me arrepiento. Aquí está la sangre ineludible, el duro pozo. Fue una tropilla de angustias acosándome el pecho (tan investido de tiempo, de terror de hombre solo), y un momento pequeño en que apreté el gatillo hasta la fiereza inflexible de la bala. Maté a un hombre. Mira ahora mi cuerpo lánguido, sangrante, lejos de algún paraíso. Mira ahora caer la nieve sobre mis ojos. Me llamo Sebastián y mis ojos llorarán para siempre.
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Elvia Gonzalez
Mara Vallejo D.-
Se dice, que los mejores objetivos en la vida, son los que cada ser se traza; entonces, cuando la soledad es impuesta por algo o alguien, sale la destructible tropilla a hacer de las suyas mentalmente y por ende, nos arrastra físicamente con sus secuelas.
Caso clínico, éste texto tuyo. Bien, Bien, por tus letras.
Abrazos.