Al pasar estos días y este desierto pensé nunca llegar al final. Pero Dios ha sido fiel, como siempre lo ha sido y siempre lo será. Es como llamar al cielo y sentir que jamás te oirá. Fue como perder partes de tu alma al pasar cada día. Fue la canción que se murió, fue la gloria que se alejo, fueron los consejos que ignore. Y ahora veo el mar a lo lejos. Huelo la tierra mojada. Siento la victoria debajo de mis pies. Y al acercarme a este mar. Veo la gracia golpear cada golpe en mi alma. Veo como la misericordia acaricia todo mi ser. Lo que pase, lo que digan, lo que griten, ya no importa. He llegado a esta orilla de Su mar. He llegado y mis rodillas caen, junto con mi orgullo, junto con mis lágrimas, junto con cada rencor, y con cada argumento que contra mi existía. Puedo ver a muy pocos a mi lado. Cuando pasaba el desierto mire a muchos quedarse en el camino. Mire a muchos que me alentaron a seguir aunque ellos no pudieran. Mire a muchos que muriendo dijeron que nunca llegaría a ningún lado, que por años han vagado. Y yo solo escuche una voz que llamaba. "Te amo", fue el susurro que alcanzaba a oír. "Te amo", a veces pensé confundirlo. A veces gritaban en mi oídos. "Nunca te levantaras" "Nunca terminara" "Ya no eres nada" Pero cuando el sol mas quemaba, mas clamaba. Y entre mas clamaba mas lloraba. Y las nubes en medio del desierto son bendiciones. Y he visto ángeles vestidos de pordioseros. Y he visto ovejas vestidas de leones. He visto el odio del amor, y la gracia del enemigo. Pero al final y por este tiempo finalmente he llegado. Finalmente pruebo la gracia refrescar mis labios. Por ahora no necesito mas nubes, por ahora solo disfruto la gracia golpear una y otra vez contra mi vida. Muchos no han llegado, muchos se han quedado. Si es así, el único consejo que te puedo dar es. Escucha el susurro. Dios te bendiga.