Las dos mujeres tocaron el timbre de un edificio antiguo en la calle Defensa, barrio de San Telmo. En los 70 era un conventillo dónde muy al fondo subiendo una escalera, tenía el atelier un pintor amigo de ambas, hoy volvían a visitarlo después de tantos años de vivir en Barcelona.
El pintor había comprado su atelier y una tercera habitación, todo reciclado y modernizado resultaba un buen espacio donde vivir y continuar con el quehacer artístico.
Volver después de tantos años de vivir en España, cuántos recuerdos se agolpaban en el corazón de María, la menor de las dos hermanas.
Marta, mayor y juiciosa recordaba que María solía posar desnuda para el pintor amigo de ambas y por temor a que vinieran a llevársela de los pelos durante la madrugada siempre se quedaba a pasar la noche, era un lugar seguro donde no irían a buscarla nunca.
Comieron pizza y tomaron cerveza, se.fueron a eso de la media noche.
Como no conseguían colectivo tomaron un taxi, una joven les pidió si la alcanzaban hasta Jujuy e Independencia, las calles estaban cortadas por el corso de Carnaval, Marta no quería, María aceptó, se parecía mucho a ella, era joven y confiada, ademas de informal.
De repente recordó a  aquel joven discapacitado en silla de ruedas, vivía con su madre y siempre estaba en el patio del conventillo, María tenía un desfile de imagenes en su cabeza, el ayer y el hoy se movían en un círculo infinito, le dolía recordar.
¿ Y el joven lisiado, quién se habría hecho cargo de él ?, la madre del pobrecito habría fallecido, con seguridad.
.María ¿ por qué tienés esa cara de angustia? 
 ¡qué?
¡ No sé,¿en qué piensas niña?¡
No soy una niña Marta, tengo sueño, vámos a dormir que es tarde.