La bsqueda
Publicado en Jun 23, 2014
Llegó pedaleando a toda velocidad y saltó de la bicicleta en cuanto estuvo a la altura de su portal, siempre abierto para las sonrisas del Cabañal.
-¡Anaïs! ¡Anaiiiiiís! ¿Dónde estás? ¡El viento ha venido a buscarte! Necesito verte-. En esa misma esquina había la terrza de un bar repleta de perplejos ciudadanos, que habían presenciado tan singular escena. -Disculpen, ¿han visto a una joven hermosa como el día sobre una bicicleta? Es fácil reconocerla, pues es aquella capaz de apreciar la belleza más sublime, aquella capaz de sonreir a las aves del atardecer, aquella en guerra consigo misma...-. En medio del silencio producido por tan poética argumentación, una vecina se asomó a la ventana, y le ecplicó al joven que el espíritu libre que buscaba se había marchado esa misma mañana en busca de una manera de romper las cadenas que aún arrastraba. -Son cadenas muy pesadas para tan joven sonrisa-, dijo la vecina. -Yo ya soy muy mayor y he dejado de notarlas, también olvidé la felicidad-. -Eterno agradecimiento señora. De inmediato me dirijo a las rocas bañadas por el agua salobre en busca de la silueta de sus pechos. Ella solía dar la espalda a la tierra desde esas rocas, mirando al mar, mirando al cielo. Es usted locuaz, señora, así que mejor no diga nada más, tan sólo escuche el canto de los pájaros. Ellos no cantan para nosotros, pero su silbo es siempre un regalo, una esperanza, una forma de vulnerar la tristeza.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|