FABULAS DE LOS ESTUDIANTES (Parte 4)
Publicado en Jun 26, 2014
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FÁBULAS  DE  LOS  ESTUDIANTES
  
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PARTE 4
  
(Novela situada en Córdoba, Argentina-década del 70)
  
Por Alejandra Correas Vázquez
  
FÁBULA  DIECISIETE
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EL  VIAJERO    
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Marina jugaba con unas tacitas de plástico rosa que había extendido sobre la alfombra. El ventanal estaba abierto, era una tarde calurosa. Las hojas de la palmera enana se inclinaban. En el edifico vecino a medio armar, los martillos de los albañiles continuaban su trabajo.
Luz regresaba en aquel momento del Carbó. En la vereda, antes de entrar, tropezóse con una escalera de la obra en construcción. Titubeó un momento, luego bajó al pavimento de la calle para evitar pasar por debajo de esa escalera, subiendo a la vereda otra vez frente a la puerta de casa.
-"¿Es supersticiosa?"- le preguntó uno de los albañiles que trabajaba en la obra nueva, el cual en aquel momento cargaba un balde de mezcla en sus manos
-"Puede ser"- contestóle ella rápidamente
Se había vuelto por instinto y casi distraídamente, hacia quien le hablara. Era un joven que la miraba con fijeza. Tenía voz expresiva de pecho, con acento norteño, pero con una dicción más castiza en la eses. Se miraron de frente. Luego la niña se alejó para girar con rapidez el picaporte, penetrando en el zaguán de la casa. En la sala advirtió la presencia de una persona, desconocida para ella.
-"Buenas tardes Luz ¿Es tu nombre, verdad? Te mencionan mis hijos.  No me conoces, yo soy el padre de Martín y Ramiro"
Le dijo así un señor de edad mediana y muy elegante, quien leía el diario sentado en un sillón. Y ella que llegaba a toda prisa, impresionada por el cruce anterior con aquel albañil que le hablara, detúvose para observarlo, sorprendida.
-"¿Cómo está usted? ...Me disculpa señor, no lo había visto... ¿Qué tal el viaje? Los muchachos no están a esta hora"- respondióle la niña
-"Ya lo sé. En mi carta les anunciaba una visita para el próximo mes. He viajado ahora sin la madre de ellos, pues mi esposa es demasiado complaciente. Quería hablar con mis hijos... Solo"
-"Martín está cumpliendo uno de sus últimos prácticos en la Facultad"
-"No lo dudo"- dijo el padre -"Siempre ha sido muy disciplinado ¿Y Ramiro? ..Ya sé... Ordenando los engranajes de alguna motocicleta o de un triciclo. A lo mejor está componiendo el mecanismo de un elefantito de cuerda. Siempre lo hizo, desde niño desarmaba sus juguetes para volverlos a armar. Y luego le sobraban piezas"
-"Pues sí... pues usted ya lo conoce, es su hijo. Sin embargo yo creo, si me lo permite, que él está en una búsqueda propia. Cuando Ramiro encuentre ese brillante que tanto busca, será usted su primer admirador, señor padre"- díjole Luz en defensa de su amigo
La joven había dejado sus libros de estudio sobre una mesita del centro. Marina se le acercó en ese momento con uno de sus juguetes en la mano.
-"¡Luz! ...se me ha roto el mango de la tacita ¿Ves"
-"Bueno nenita. En lugar de una taza será un tazón. Como el que nos sirve Juana con mazamorra"
-"Pero a mi muñeca no le gusta la mazamorra"- expresó la nena
-"Entonces le vamos a servir allí maicena con  chocolate, muy espumosa"
-"¡Sí! Claro, así es más rico"- dijo la criatura y se fue
Luz estaba confundida con la visita y le pareció de mala educación dejarlo solo en la sala. De este modo sentóse a su lado y ambos platicaron a gusto. El padre de los muchachos simpatizó con la niña.
-"¿Llega tarde Ramiro?"- preguntó el señor finalmente
-"Hay días que no vuelve para almorzar"
-"Sin horario. Sin duda. Una búsqueda nueva. No creas niña que pienso contradecirlo, ya lo hice y no resultó ¡No me mires así! He sido muchacho. Lo aplaudiría si fuese su amigo, como un compinche juguetón. O me habría enamorado de él y de sus encantos, si yo fuese una jovencita ¿Pero es libre realmente? "- argumentó el padre
-"Busca serlo... según dice"
-"Creía haber prendido una antorcha. Un interés universitario. No fue fácil. Mi padre era comerciante en ganado, tenía una estancia chica pero no era un gran productor, sino un vendedor que llevaba reses al Paraguay. Una vida difícil tratando con peones de arreo rudos, y capitalistas duros. Una vida que él no deseaba para nosotros y nos envió a la Universidad, para ello instaló esta casa grande en plena ciudad"- recordó el señor
-"Su madre, la abuela de sus hijos, siempre nos relata esa responsabilidad de quedar al frente de esta casa, con un esposo ausente por sus negocios. Pero ella lo relata con alegría"- opinó Luz
-"Es una dama admirable, pero también consentidora. Escúchame, niña. No impongo mis ideas a los otros, pues ya sé que nunca podré ordenar la vida de una generación joven. Menos aún a Ramiro, pero quiero protegerlo. No voy a olvidar que esta casa donde crecimos todos, fue comprada con la bolsa de un comerciante en ganado. Un estanciero que trataba con hombres rudos y duros, sus peones y sus compradores. Por ello me atemoriza en mi hijo menor, su interés comercial"
-"¿Será que su hijo Ramiro ha heredado la sangre de su abuelo comerciante?"- preguntóle Luz
-"Entonces también puedo ayudarlo, instalándole un buen negocio mecánico. Siempre creí que con sus habilidades entre tuercas y mecanismos, sería un excelente ingeniero. Pero ha abandonado la carrera universitaria"- deprimióse el padre
Luz quedó preocupada. Compartía con el padre de los muchachos aquella preocupación, que era la misma de su familia. Pero esta otra familia no era la suya, y no comprendía por qué ella tenía que ser parte de sus confidencias. 
-"Comprendo su preocupación paternal"- aseguróle Luz -"Y también lo comprendo a él. Su acto de independencia es austero, pero verdadero. Su hijo pone en esa inclinación a la materia, a sus tuercas y mecanismos, un pensamiento idealista. Busca la materia en la materia misma, en forma directa, y tal vez logre elevarla"
-"Yo a su edad tenía mis ilusiones, como tantos muchachos estudiantes"- aclaróle el señor -"Pero además vislumbraba un mundo claro. Definido. No logro que Ramiro me aclare con certeza el suyo y me atemoriza su devenir"
La situación de ella era incómoda. Sentíase obligada a permanecer junto al viajero visitante, compartiendo sus inquietudes, las cuales eran ajenas a ella. Pero ...¡por fin!... la puerta de abrió apareciendo Diego. Tío y sobrino se unieron en un efusivo abrazo. Aquello alivió a Luz, pues no tenía ya que tomar el lugar de Ramiro para justificarlo.
Ante el reencuentro, la conversación volvióse alegre, como siempre acontecía con Diego. Y ella ahora interesada en un diálogo ameno, quedóse en el medio de tío y sobrino, sintiéndose una parte más de aquella familia a la cual habíase incorporado lentamente, a lo largo su año lectivo. Pero que debía concluir para fin de año. El viajero decíale así a su sobrino:
-"No tengo los mismos años de ustedes. Mis años de juventud ya pasaron, con todas sus peripecias, y no era mi deseo contraer otras nuevas"
-"No lo hagas entonces"- opinó su sobrino -"¿Y si el destino de él fuera convertirse en un peregrino? Sería inútil intervenir. Cada uno de nosotros, mi querido tío, tiene una belleza propia. Por ejemplo, me gusta una damita, pero mis ojos son castaños ¿Me encontrará feo y poco atrayente la mujer que busque una mirada azul? ¿No me amará por eso? Pues si ella es mi destino y no me entrega el corazón, habrá destruido mi vida y la suya. Cada color puede amarse"
El sobrino le hablaba lentamente. En aquel momento escuchando a Diego, sentía Luz que las imágenes se le agolpaban con una pureza inexplicable. Veía poco a Ramiro durante días enteros, pero en ese momento lo recordaba como un amigo especial. La pequeña Marina se había acurrucado entre sus piernas. El cuadro familiar merecía una fotografía.
-"Tenga fe"- díjole Luz
-"A veces siento que un peregrino honrado duerme dentro mío"- asintió el padre de Ramiro
-"Necesito hacerte una pregunta"- volvió a insistir su sobrino -"¿Cuándo eras estudiante te prendías una cinta morada en la solapa"
-"Todos lo hicimos. Es la ilusión universitaria desde el año 18. Pero también comprendemos después, que si conservamos el lugar conquistado, puede haber aún caminos más brillantes. Como las gemas escondidas en un cofre, en los sótanos de una capilla. Estábamos a la puerta. La hemos abierto. Nos fue dificultoso ¿Por qué el hijo tiene que volver la espalda en dirección hacia el camino? ¿No hemos venido de allá acaso? Le he descripto a Ramiro todos sus contornos"
-"Pero escúchame, tío"- insistió Diego -"¿Estás seguro de que era ésa la única puerta? Existen cientos de moradas. Hasta la del ermitaño. Tal vez él, tu hijo menor, la elija"
-"Voy a pensar en todo ello, querido sobrino. Pero allí viene hacia mí tu abuela, mi madre, y vamos a tener una larga plática. Déjenme solo con ella"- cerró así el viajero
La abuela llegaba acompañada por Juana, quien traía un bracero y una pava para el mate. Acomodó todo en la sala. Luego madre e hijo comenzaron a matear y dialogar. Los jóvenes estaban de más.
-"¡Luz! ¿Puedes venir un momento? Quiero mostrarte algo aquí sobre mi escritorio"- díjole Diego y se la llevó con él
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FÁBULA  DIECIOCHO
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LA  CONSTANCIA    
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En el zaguán se recortaba la figura de Martín, muy tiesa, evidenciando que hacía un rato largo escuchaba la conversación. Abrazó a su padre con mucho afecto y algo conturbado.
  
Luz dirigióse hacia el pasillo detrás de su amigo, mientras Marina guardaba sus tacitas de juguete y se alejó a su vez por el patio.
  
-"Qué es?"- le preguntó ella al llegar junto a Diego
  
-"Déjalo tranquilo. Son cosas inevitables"- le dijo el muchacho en voz baja
  
-"Me he dado cuenta, pero creo que él quería dialogar con alguien. Le era necesario. A la primera persona que halló al llegar a la casa fue a mí. No importa. He notado que quieres mucho a tu tío"
  
-"Porque yo estoy fuera del conflicto"- le explicó Diego -"En cambio Martín se angustia con la situación, porque es el hijo de uno y el hermano del otro"
  
 -"Comprendo... ¿Qué querías mostrarme?"
  
-"Nada nuevo. Nada en especial. Solo traerte hasta aquí para que no interfirieras más con ellos. Ya fue suficiente"
  
Luz se acercó a la biblioteca de Diego y sacó una novela corta de Horacio Quiroga, comenzando a leerla. El muchacho tomó su máquina de escribir tipeando apuntes. Pasó una hora y media. Luego de ese tiempo ella levantóse para ir a su cuarto, recordando sus deberes del día siguiente, donde debía preparar trabajos escolares del Colegio Carbó, siempre muy exigente.
  
-"¿Ya te vas?... Me gusta tu compañía. Estuve algo solo en este día, enfrentado en el Hospital San Roque con temas muy dolorosos. No estoy lo suficiente triste para llorar, y además no sé hacerlo. Pero me siento pequeño. Son días... Hoy puedo dar mucho de mi ser. No te vayas. Mañana quizás amanezca irónico. Pero cuando me enfrento como practicante a situaciones de dolor, dudo de mi capacidad futura como médico"- explicóse él
  
-"Yo no dudo de ella en absoluto, Diego, tienes un rico corazón. Al menos no lo neguemos ambos. Es falsedad. No te lo niegues. Ofreces a los enfermos del hospital una ternura sincera"- lo reconfortó Luz
  
-"Proyectas sobre mí una gran esperanza. Quisiera ofrecer más, con constancia, desearía dar algo mejor hoy y también mañana"
  
La niña quedó curiosa observándolo. El muchacho tenía la mirada pensativa y algo triste. Se hallaba sentado frente a su escritorio pero ya no tipeaba con la máquina, parecía haberse olvidado de Luz. Ella se acercó colocándole la mano sobre su cabeza.
  
-"¿Nada más?"- le hablaba con preocupación
  
-"Sí... siempre hay algo más entre estudiantes de una misma ciudad universitaria. Mis anhelos se bifurcan y no busco una centralización. Nada inmediato. Prefiero que exista la duda, pues no quiero jugar. Hay mucho de juego entre los estudiantes. Puedo arrojar papeles de colores hacia el aire... no importa a dónde lleguen. Es un juego juvenil, un engaño, pero que me permite llevar con sonrisa la juventud"- Diego hablaba para sí en voz alta
  
-"Sin embargo no hay verdad en todo ello, Diego, y yo no deseo nada de eso para tu entorno. Sin juego. Sin desaires, que tus pasos sean sinceros. Muchas situaciones nos hieren a los jóvenes y no todos son libres. La flor puede abrir sus pétalos al mundo, pero si nuestras incertidumbres nos alejan, es posible que sobreviva la amistad"
  
Diego quedó callado y luego dijo:
  
-"¿Como el consuelo de los niños junto a los brazos de su madre, hasta que regresa al juego? Deseo permanencia para mí en lo que hago, y que parta de mí también. O sea: Constancia"
  
Ella sintióse conmovida por estas palabras del muchacho. Sintió ternura por él. Acariciaba los cabellos rizados de Diego, como a la figura de un osito de felpa.
  
-"¿Soy un juguete?"- le preguntó él -"Vamos niña, lo que necesitas es una transformación"
  
-"Es que no me encuentro aún, Diego. Tampoco me acerco íntegramente a mi nueva vida. Cierto es. No estoy presente ni ausente. Yo me hallo ahora en una ciudad ignorada y que recién hoy descubro. Posee una multitud, me atrae, dentro de mi familia no la había percibido. Salgo a verla, pero tengo frío, soledad y vuelvo a casa. Deseo conocerla y me cuesta"
  
-"Para ello, querida Luz, es necesaria la "constancia". Es la mano que todo lo permite"
  
Marina entró en aquel momento.
  
-"La abuela los espera a almorzar"- dijo la nena
  
-"Vamos Luz, la casa nos llama"- expresó él
  
Ella tomó la mano de la pequeña en dirección al comedor. Pero la criatura le dijo:
  
-"Voy después... para el postre, yo ya comí junto con Micaela, en la cocina. Ahora sólo quiero dulces"
  
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FÁBULA  DIECINUEVE
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VIVENCIAS  Y  VISIONES    
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               Las circunstancias no variaron. Los jóvenes estudiantes continuaron su ritmo. Tenían en sus manos una esfera de cristal sin bordes y navegaban por ella, sin interrumpirse, abriendo el camino. A su lado la Abuela continuaba dirigiendo siempre a la antigua casa, donde todos ellos residían. La vieja india Juana cocinaba sus platos criollos, la mucama Micaela los atendía y la pequeña Marina jugaba con todos en su conjunto.         

             El padre pernoctó una semana en la casona ciudadana, para ver a sus hijos estudiantes. Luego partió. Siempre llegaba y retornaba, como un ave migratoria llevada por sus obligaciones profesionales. El ventanal de la sala dialogaba con el aire. Los albañiles que construían el edificio cada vez más alto, en el sitio vecino, divisaban a aquella familia desde sus andamios.  

             Luz peregrinaba. Después del almuerzo solía errar por las calles de los alrededores, en busca de sus propias vivencias. Un sol tibio inundaba el borde blanco de La Cañada, y una vez más como tantas, apoyóse en él para contemplar aquel hilo de agua del fondo, que se prolongaba hacia los dos extremos de la ciudad.

  
Asomada sobre la pirca de piedras lo veía rodar, sinuoso, transparente, cual fina cuerda de plata recorriendo su lecho de cemento. Pero las lluvias primaverales lo convertían de improviso en caudal embravecido, desbordante, con su líquido elemento transformado en lodazal obscuro y terroso.       

            La sombra tupida de las "tipas" que recorren sus costados -en tiempos veraniegos cargada de trinos de múltiples aves- parecía hablarle. Bajo las hojas de su follaje, Luz se guarecía en silencio. Una humanidad cruzábase frente a ella, eran los citadinos. Los veía alejarse, variar o interrumpirse, por el estrépito de una bocina.           

            Luz continuaba allí. Una sordina cubría sus oídos. El sol comenzaba a ocultarse detrás de los edificios y nuevamente se introdujo en el dinamismo de las calles. Contempló una vez más a su vieja Cañada, en cuyos veredones patinaba en la infancia, con su pirca de piedras blancas rodeada de frondosas "tipas"... mientras se alejaba del lugar.

  
Y en ese momento creyó ser su propio padre, sintiéndose heredera de múltiples recuerdos que él evocaba para su hija. Era muy niño, tal vez un infante de piernas temblorosas, cuando los obreros arrancaron de cuajo el "Calicanto Colonial" de piedra bola, y comenzaron a levantar los nuevos paredones blancos. El lecho natural de La Cañada -lleno de patos y cisnes que los niños alimentaban con miguitas de pan- fue encementado. Como una visión del pasado, Luz creyó reconstruir aquel escenario que ella no había conocido, pero que percibía con claridad por los relatos paternos.   

            El espacio-tiempo la hizo penetrar de la mano, en forma imaginaria, como si un espejo se abriese frente suyo. Sintióse de pronto un niño pequeño, como fuera su papá en ese tiempo. Sobre el seno antiguo de barro, cercado por el Calicanto cordobés de piedra rústica, navegaba una familia de patitos amarillos. Bajó por la escalerita que se hallaba frente a la iglesia del Carmen, llevando galletitas para darles de comer. Extendió su mano infantil para acariciarlos, cuando otro niño que habitaba en una de las casas enrejadas de la orilla -con balcones que asomaban colgantes sobre el lecho primitivo- acercósele para jugar. Y ambos gurises chapotearon en el agua.

  
Desde ese momento se encontraron siempre esos dos niños allí, para bicicletear. Era una imagen. Una visión muy lejana. Pero que sobrevivía en el presente, por encima del tiempo transcurrido. Un relato de su padre, escuchado muchas tardes ¿Qué habrían hecho los años de aquel otro niño ...luego que las casonas de la orilla fueran demolidas para dar lugar a dos nuevas calles?     

            Durante la infancia de su padre aquella avenida nueva de piedras blancas de La Cañada, con su forma sinuosa por el movimiento del lecho de agua, le pareció una fabulosa serpiente. Sin duda lo fue, pues el reptil devoró las casonas y él perdió a su amiguito a quien no vio más. Los ciudadanos levantaron la frente y las callejas se replegaron dentro del corazón de las manzanas. Las moradas de los hombres se elevaron hacia arriba. Desde el vértice de las mismas una línea blanca de piedras, les recordaba con su longitud serpenteante, a las antiguas calles coloniales.

  
Aquel era un paisaje distinto y lejano, que conocieron los citadinos cordobeses de antaño, como el padre de Luz en su infancia. Con esas casonas enrejadas de tipo arábigo-andaluz, cuyas enredaderas caían desde sus terrazas en forma de lluvia, rozando la calleja empedrada que rodeaba al Calicanto. A las cuales dibujaría por años el gran artista y grabador Oscar Meyer. A su vez inundadas de tiempo en tiempo, por los desbordes del agua tras las lluvias torrenciales.
  
Y despertando de ese ensueño la niña salió del espejo, para retornar como todas las tardes en compañía de los nietos estudiantes, que habitaban junto con ella en la casa de la Abuela de ellos.
  
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FÁBULA  VEINTE
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RETRATO  DE  UN  BEBITO  
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               Luz paseaba abstraída en sí misma, por las calles de su ciudad después del mediodía. Siesteaba caminando. Y luego, como si saliese de un letargo iba caminando nuevamente hacia la casa. Esa siesta era igual a todas, pero ocurrió algo distinto. En el borde de la vereda divisó un objeto alargado y brillante. Lo levantó por curiosidad. Era una llave.

  
En el extremo circular de arriba podía distinguirse un pequeño retrato. Durante algunos minutos lo contempló detenidamente. La luminosidad de la siesta definía con claridad sus facciones. Ella extrajo de allí la pequeña fotografía, con sumo cuidado. Era la imagen de una criatura. Un bebito. Abrió la puerta de calle llevándola en la mano.         
  
-"¿Qué es?"- le preguntó la Abuela   
  
-"Una fotografía pequeñita. La encontré junto al borde de la vereda, en la cabeza de una llave. Alguien quizás la esté buscando atentamente en sus bolsillos"- contestóle Luz           
  
-"¿Por la llave?" 
  
-"No... Es una llave más, pero la foto no es lo mismo. Me ha impresionado mucho, con algo de tristeza"        
  
-"¿A ver?"- le pidió la pequeña Marina -"¡Es un nene!"  
  
-"Sí. No me la rompas"  
  
Luz la tomó nuevamente con sus manos y fue en dirección a su cuarto. Cerca de él en un extremo del pasillo, se encontraba un cuadro representando a una imagen religiosa. Un rincón ineludible dentro de las viejas casonas. Se detuvo frente a ella y luego adhirió el pequeño retrato en una de las esquinas del marco, cuidadosamente. Ramiro la observaba.     
  
-"¿Qué estás haciendo con eso?"- preguntóle          
  
-"Lo guardo para que no se pierda"     
  
-"¿Quién es?"- quiso averiguar el muchacho acercándose  
  
-"Sin duda es o fue un dulce bebé de cabecita redonda. Alguien lo perdió en la calle"-    explicóle Luz
  
-"No lo conoces ¿Entonces por qué lo guardas aquí?"
  
-"Por instinto. Debe haber un motivo para que lo llevaran sujeto en el extremo de una llave, a la que se usa diariamente" 
  
-"Pues, simplemente, cariño"- opinó Ramiro
  
-"Eso ya sería suficiente para lamentar su pérdida"   
  
-"¿Y qué estás buscando al guardarlo?"          
  
-"Yo nada ... solamente me nació un respeto instintivo hacia los sentimientos del que lo llevaba consigo"- contestóle ella   
  
-"¡Pero si tampoco lo conoces!"
  
-"Me da igual. Sentí una especie de voz interna"       
  
Ramiro miraba con intriga a Luz, y ella miraba con ternura al minúsculo retrato del bebito. Ambos dialogaban consigo mismos, en silencio.    
  
-"¿Acaso te has puesto a imaginar que este pequeño retrato perteneció a un niño que dejó nuestro mundo?"- insistió el muchacho     
  
-"Casi, en parte, pero no con certeza. Lo que más me revela es un sentimiento de amor"- Luz levantó la vista y miró con fijeza a Ramiro
  
-"Bueno, no te contradigo, podría ser ..."         
  
El comenzó a caminar hacia la sala. Luego volvió la cabeza.    
  
-"¿En qué se pueden diferenciar las fotografías de uno y otro?"- insistióle él nuevamente
  
La niña quedó pensativa, tratando de indagar dentro de ella misma. Luego le respondió:    
  
-"Mira, es una percepción muy sutil y de la que no tengo una seguridad plena. Sin embargo creo que la imagen recogida por un instrumento derivado de la técnica, como es la fotografía, se debe más a algo mágico que concreto"      
  
-"Supones..."
  
-"Es posible, sin embargo la propia historia de su iniciador, Niepce, nos habla de hechos sorprendentes rayanos casi en la leyenda. Increíbles"- sostuvo Luz   
  
-"¿Cuáles?"
  
-"Como la de aquel visitante que un día tocó a su puerta y le entregara ciertas tintas, para alejarse sin dejar su nombre a la historia..."      
  
-"¡Oh!... Has escuchado junto a la Abuela demasiadas anécdotas misteriosas, que pasan por Radio Nacional, cada día menos creíbles y que se dan por ciertas. Eso se llama la búsqueda de audiencia"
  
Luz puso cara seria, manifestando disgusto. Entonces le replicó:        
  
-"¡No basta con poner todo en tela de juicio, Ramiro, para ser un idealista como pretendes!... También hay que ser realista y escuchar a los testigos. Quizás Niepce escondió a pedido del visitante, el nombre de aquel químico que le acercara esa fórmula que él buscaba. Pero apareció en su puerta como un milagro, y sin que él lo hubiese llamando"    
  
-"Muy bien, acepto tu propuesta, con tal de que no te enojes conmigo.  Es verdad que hay elementos demasiados extraños en toda esa historia que relataron por Radio Nacional. No la hemos vivido, no fuimos testigos nosotros. Dudamos, porque la miramos desde afuera"  

              -"Así lo pienso"- asintióle Luz

  
-"Soy incrédulo, a pesar de eso te aceptaría una sola sugerencia : los retratos del abuelo ausente me parecen distintos a los de la abuela aún presente, con edades parecidas. En algunas oportunidades he pensado que el rayo que animaba la imagen de esa persona, se apartó de su vestidura terrestre al desaparecer. Y con él una pequeña chispa se fue apartando de cada placa fotográfica, que retuvo sus líneas como humano mientras estaba vivo"  

              -"Es muy complejo lo que dices, Ramiro"        

              -"No importa. Mi mente navega demasiado. Es mejor que lo dejes allí y volvamos hacia nosotros"           

             Ramiro se alejó. Luz abrió la puerta de su dormitorio cerrándolo detrás de ella. El pequeño retrato del bebito se mantuvo en aquel lugar por un espacio indefinido, hasta que el tiempo lo apartó de él.

  
Un día la niña observó que ya no estaba allí... Como un visitante que había dado por concluida su permanencia dentro de aquella familia anfitriona, que le abriera la puerta cuando se perdió en una calle, durante una siesta de sol.      


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FÁBULA  VEINTIUNO
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CAMINATAS  CITADINAS    
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La ciudad comenzaba a iluminar sus ojos para recibir a la noche. Una brisa suave atravesaba las esquinas. Con ella, los habitantes del centro podían adivinar el mensaje que llegaba desde los altos citadinos. Luz se detuvo para aguardarlo. Sin embargo... ¿Podría evadirse de aquel destino? Creía percibir en el aire la danza de un Silfo que viniera desde su emigración de la sierra, para anunciarse. Presentía su voz...
  
-"Nunca me has conocido con realidad ¿Sabes lo que es el silencio de los hombres? Cuando esta sangre que inunda las calles se apaga por completo, entonces nuestro himno de los silfos es el más poderoso ¿Podrías resistirnos? ¿Podrías prescindir de este movimiento? ¿Sabrías reconocer la hora natural del día o la época en que deben arrojarse las semillas? Soy un poderoso Silfo y vengo a anunciarme. Te esperaré en mi reino"
  
Ella le respondió:
  
-"No. No lo deseo, o apártalo por mucho tiempo. Este infierno de calles es mi propio hogar. Un refugio ¿Qué haría en tus montes? A los dieciocho años debo emprender sola la conducción de mis pasos. Debo descubrir los caminos de los hombres para hallar el mío ¿Qué sería yo para el mundo, para la humanidad, si pidiera a voces la esclavitud a tu reino, o de lo contrario la tuya como mi guía, por negarme a colocar mi pie en el camino, por mis propios medios?"
  
-"¡Orgullosa! ...Yo puedo guiarte"- díjole el Silfo
  
-"No es tiempo, necesito este amparo de la ciudad"- replicóle Luz
  
-"Te brindaré mis cantos"
  
-"No es tiempo. Mi ciudad todavía no ha perdido toda el aroma que le brindó por siglos, la vecindad de tu sierra. Y en sus contornos aún se perciben tus cantos ¿Y si los hombres reunidos creáramos una nueva naturaleza? Podría yo ayudar a intentarlo"
  
-"¡Caprichosa! ... ¿Por qué me rechazas?"- insistió el Silfo
  
-"De todos modos me hablas desde muy cerca"- aseguróle Luz -"Nuestra urbe se erige rodeada de espinos, detrás de la última casa construida, y por allí aún reinas ...No... No estoy preparada para resistirte. Aunque de hacerlo regresaría aquí más tarde, para dialogar con mis citadinos, llevándoles un puñado de arena y mica"
  
-"¡Genio y Figura"
  
-"Nadie parte con las manos vacías, y tal vez recibas de mí un poco de asfalto ¿Acaso no podrá serte beneficioso?"
  
Siguió caminando. Varios letreros luminosos circundaban cada esquina. Los citadinos volvían a sus casas del trabajo. Los jóvenes salían a la ventura a beber un sorbo, en una copa bien llena, y alimentar sus mentes ansiosas ¿Lo hallarían? Algunos, es posible. Otros, algo. Otros, mucho. Tal vez un extremo de la fuente. Y el resto volvería con el tiempo la cabeza.
  
Los ciudadanos cubren sus calles vespertinas. Una multitud regresa al hogar. Entre ellos se encuentran quienes ya que han abierto la vertiente. Otros se adentran buscando el bullicio noctámbulo...
  
Luz continúa bajo las mismas luces. Está próxima a su mayoría de edad y su mente se agita. Ella ve que otros jóvenes ingresan a clase, ya que las escuelas nocturnas abren a esa hora, sus puertas. Otros caminan distraídamente como ella.
  
Los teatros muestran sus escenarios. Ya no hay ensayos, el día ha concluido y los frutos se demuestran al levantar el telón. La jornada fue larga. El pintor está silencioso y sus colores inundan una pared. Es el día de la presentación. La flauta emite sus notas. Como una imagen de la propia vida ya no queda improvisación. Los hombres han prolongado con sus luces técnicas, la luz de la naturaleza.
  
Córdoba tiene sus avenidas blancas. Los letreros guiñan sobre los pasos de los jóvenes. Esta ciudad es un albergue de estudiantes. Algunos propios. Otros próximos. Otros han recorrido distancias. Vienen de todas las provincias y de los países hermanos, que hablan la misma lengua de Castilla.
  
Es el aura de una gran colmena. Ellos son una fusión. España les trajo un idioma, Europa dejó emigrar parte de su acopio humano, algunos en cambio conservan sus rasgos heredados de la antigua raza americana. Derribados sus reinos están de regreso, pues la humanidad siempre brinda nuevas esperanzas. El último Inca dejó su palabra inscripta en diálogos, mediante quipus, para la América del Sur que se extiende hacia los hielos del polo. Sufrió una derrota india frente al triunfo de los blancos, donde se advierte que los odios no están superados.  La invasión blanca no anuló por completo a la sangre autóctona, pero la sociedad actual es occidental y deben todos asumirla.
  
Es una ciudad universitaria y por sus calles recibe una multitud, un enjambre, un colmenar formado de estudiantes. Luz recorre esas calles con sus mitos antiguos y sus situaciones presentes.
  
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FÁBULA  VEINTIDÓS
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UNA  EXPOSICIÓN  DE  PINTURA    
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-"¿Entramos?"- le preguntó Andrea al encontrarse ambas amigas frente al cartel de anuncio, donde leíase...
  
SALA I ...EXPOSICIÓN DE PINTURAS
 SALA II...EXPOSICIÓN DE CERÁMICAS
  
Dando un suave impulso a la puerta de vidrio se encontraron las dos chicas adentro. Los tubos de mercurio con su luminosidad homogénea, iluminaban todo el recinto. Los visitantes variaban continuamente. Comenzaron ellas a recorrer la Sala I por la izquierda, frente al primer motivo. Los ojos de ambas demostraron al contemplarlo, distintas percepciones.
  
La pintura era atractiva. Una gama roja como fondo, con ciertos matices naranjas. Y sobre aquella superficie flotaban algunas figuras elementales de coloración tierra. Una de ellas más clara, cuyo rostro trataba de definirse, apenas alejada del centro. En el ángulo mas alto una pequeña esfera gris con el centro marcado por una gota blanca.
  
-"No lleva título"- opinó Luz
  
-"¿Importa?"- le respondió su amiga
  
-"¿Debo colocárselo yo?"
  
-"Sin embargo, aún sin nombre, puede transmitir el eterno mensaje. Físico o espiritual. Para algunos espectadores ya está el mensaje bien expresado, para otros incompleto"
  
-"Yo estoy entre los segundos espectadores, por ahora"- admitió ella
  
La niña estaba cautivada por el colorido de la obra, aún sin comprenderla y sin poder darle un título en su imaginación. Su amiga creyó útil hacerle un razonamiento.
  
-"Te entiendo Luz, estás en la valoración táctil y la hallarás en algunas pinturas de tema más directo, cual te puede brindar el rostro de una persona con todas sus facciones bien detalladas. O una fuente con frutales"- expresóle Andrea
  
-"Mas apropiado para mí, soy novata como espectadora"- asintió Luz
  
-"Pero se necesita el mismo talento de pintor, la misma calidad cromática, para lograr una fuente de frutas o un lienzo que lleve estampado su color y sobre él una lluvia de matices. Como también algunas formas geométricas agradables. Los visitantes a la exposición tendrán seleccionado su estilo, tanto si son espectadores o de los contrario actores. Pero su inclinación al objeto seguirá siendo estética"
  
-¿Estás segura en tu definición, Andrea?
  
-"Sí. Alguno entre ellos dirá ...No comprendo esto y prefiero aquello por la forma definida... y otro distinto opinará ...Elijo esto considerándolo rico en cromatismo y rechazo la falta de color... Y en mi opinión personal pienso que ambos son lo mismo. Los dos corresponden al mismo conjunto, el de la materia, lo externo, la superficie"
  
-"¿Pero es que te hallas muy segura de encontrarte entre los espectadores que perciben lo espiritual?"
  
Ambas se miraron. La pregunta era muy definida y su amiga no estaba dispuesta a derivar el diálogo hacia ella misma.
  
-"Mira Luz. No puedo responderte. Parece que me advirtieras algo. Pero júzgame a mí sola, después. Sepárame de mis conceptos, en la teoría del arte no están presentes las personas sino la obra misma"
  
Andrea le hablaba fijándole sus ojos en los suyos. Llevaba puesta una minifalda negra muy corta, y sobre sus largas piernas un can-can violeta encarnado en malla de red. Este conjunto con su cabellera suelta hacíanla por demás llamativa. Algunos asistentes a la muestra fijábanse más en ella que en las pinturas. Luego continuó hablándole mientras contemplaban la pintura siguiente:
  
-"Mira Luz, si te respondiera ..Sí... tendría en mis manos la estrella del universo. Podría asegurarte también que yo soy la única persona buena y la multitud perversa. No te hablo de la espiritualidad que corresponde a la bondad. Te hablo de una penetración de la mente. Pero es claro que deberían darse las dos bellezas juntas como algo preferible y raro de lograr. O al menos si se toman los extremos de esa estrella, sería una guía angélica en nuestro camino ¿No crees?"
  
Se detuvo. Luz miraba alrededor de ellas, observando la diversidad de asistentes a la exposición de pinturas. Y luego le contestó:
  
-"No basta creer, Andrea, necesito comprender el hilo de tu pensamiento y como te he dicho, todo esto es nuevo para mí. Necesito tiempo para adquirirlo"
  
-"Pero también es válido transmitir mi experiencia. No porque te lleve un par de años y algo más, creo que como cuatro aunque no te lo imagines, pues yo siempre me atrasé en la escuela por rebeldía a mi familia. Además fui muy inquieta encantándome estos temas"
  
-"Ahora, amiga mía, mi familia tampoco está a mi lado para conducirme"- le recordó Luz -"De modo que comenzamos a igualarnos"
  
Andrea pasó su mano por los hombros de Luz, como deseando protegerla. Tal como si se sintiese su hermana mayor. Entonces en aquel momento, púsose a transmitirle otras experiencias propias, para preservarla.
  
-"Yo he visto una diversidad de gentes"- insistió -"He conocido la existencia de núcleos donde los espíritus son muy sutiles, o que buscan una sutilidad especial, pero pude percibir en ellos una mayor vanidad, casi diría, una ambición más profunda"
  
-"¿Dónde fue eso? ... ¿Cuándo sucedió?"
  
-"Me invitaron a conocer un hindú, al que llaman Swami, quien estaba de visita por Córdoba en una casa de familia. Por ello fui confiada a verlo"- se calló un momento tratando de recordar -"Era un peregrino. Igual a un profeta. Vestía una túnica naranja y estaba sentado con las piernas cruzadas sobre un almohadón. Usanza oriental. Sincero no lo dudo, aunque muy orgulloso. Pertenecía a la casta brahmánica, era muy alto y de bellas facciones, tinte de rostro morocho"
  
-"¿Es una experiencia propia la que me cuentas? ¿O una anécdota recogida  de otros?... soy curiosa"- expresóle Luz
  
-"Anécdota real vivida por mí. Nosotros éramos su curiosidad para él. Y aquellos adictos que lo rodeaban, también eran tremendamente vanidosos. Habían suplantado la señal de cruz cristiana, por la unión de las dos manos sobre la frente, haciéndole una reverencia. No creo que ellos hubieran cambiado en nada, seguían iguales que antes... ¿No es lo mismo? ¿Más penetración acaso? No. Sólo un cambio de religión y eso no es evolución"
  
 Luz escuchábala atenta y quedó silenciosa. Ambas recorrieron la sala en varias direcciones. Sus paredes estaban cubiertas por lienzos de colores. También los asistentes lucían un baño de colores, con la moda colorida por la moda del momento. La niña adolescente volvió a expresarse:
  
-"Es verdad. No es tomar un espejo por otro, evolucionar. Sino en penetrar, despertando"
  
-"Sí. Una búsqueda está llena de rutas engañosas"- sostuvo su amiga -"También hay ambiciones sutiles y egoístas por los caminos del arte. Algunas veces hasta burdas. Cualquiera puede tener una habilidad manual natural, pero el artista sincero puede abastecer su sed, progresando. Mira Luz, la persona que nace con un don es una esperanza, al nacer. Un cristal en bruto"
  
-"¿Cómo pulir un diamante?
  
-"Sí. Las caras del cristal comienzan a relucir. Y al iluminarse descubren mundos desconocidos. Sus energías estaban inertes hasta aquel momento, y en un instante al pulirlas han nacido por primera vez. Otras, parecen advertir la presencia de un rayo que danza en su contorno y anuncia un despertar"
  
-"Pienso... Esto es lo mejor que puede suceder, Andrea"
  
-"Pero no brilla nada que no existiera previamente, solamente lo ilumina. No sabía ver y ahora ve. Llega también a percibir la presencia de un visitante. Ha venido desde lejos y sonríe. Queda plasmado en palabras que dibuja con su mano, pero estaba sólo de paso y parte. Son palabras nuevas. Esa luz las clarifica y al leerlas el artista las desconoce. Entonces relee para aprender. Fue el vehículo y lo agradece. Piensa en la misión del pintor, del escultor, del ceramista, del poeta y comprende que es la propia. La autosalvación. Si se ha logrado vendrá la aurora"
  
-"¿De dónde"- preguntó Luz
  
-"No lo sé"
  
-"¿Para qué estamos frente a este paño rojo entonces?"
  
Ambas amigas descubrieron de pronto que estaban en medio de aquel ambiente de la exposición, y ellas habíanse alejado en su imaginación.
  
-"Te puedes responder sola, Luz, claro que sí y ya lo has hecho. Pero parece que quisieras extraerme algo ¿Los seres se buscan, no es cierto? Estamos frente a este escenario. Un artista las plasmó o estas figuras lo visitaron. Nosotras sin duda buscamos un diálogo y estamos aquí, caminando dentro de la sala de exposición cuando la noche afuera está muy fría"- le respondió Andrea
  
-"Es un escenario, sin duda"- intervino Luz -"Una multitud aislada de la ciudad y cobijada en este recinto, y un rostro más ansioso que los otros cual es el del expositor"
  
-"Otro en cambio podrá decir que él ha recibido una ráfaga del firmamento ¿Ves arriba en esta pintura? El astro es gris, sin embargo posee un centro luminoso. La multitud que rodea al personaje, no percibe ese centro"  
  
Luz acercóse con mayor curiosidad a la pintura señalada, como intentando penetrar en su alma. Quizás arrebatarla para sí.
  
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FÁBULA  VEINTITRES
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DOS  AMIGOS  NUEVOS      
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Dos muchachos se acercaron a la misma pintura, saludando ligeramente a Andrea, y uno de ellos comentó:
  
-"¿Qué te parece hermano? Es una pintura muy delicada y fina ¿Ves como se entona hacia el naranja esa gama de matices sobre el fondo rojo?"- hablaba con voz suave y muy baja
  
-"Las figuras están semiesfumadas pero sus formas tienen buen gusto. Se advierte una geometría humanizada ¿Qué te ha parecido Andrea?"- dijo uno de los muchachos mirándola
  
La aludida respondió con voz más calma que la habitual, como obligada por el acento del joven.
  
-"¿Cómo estás Marcial?"- respondióle Andrea -"Mi opinión gira hacia
 el poema. Cada uno analiza según su propio acento"
  
Ambos eran amigos de ella y la saludaron con afecto.
  
-"Es verdad, ahora veremos qué dice mi amigo..."- sugirió el primero
  
-"Es un colorido fuerte y expresivo, muy plástico"- intervino el otro muchacho -"Las líneas no llegan a ser remarcadas, aunque conservan decisión. Está bien trabajada la transparencia del naranja"
  
-"Bueno..."- le interrumpió Marcial -"Pero fíjate hermano en que toda esta materia se aúna en una expresión bella. La realiza un espíritu sensible pero que no pierde su contacto con el juego de matices. Maneja una conciencia. Tiene poder sobre sus elementos"
  
Callaron mirándose los cuatro jóvenes. Luz observábalos con detenimiento, comprendiendo con rapidez que eran estudiantes extranjeros. Su acento de voz era muy preciso y casi castizo, donde se remarcaban las sílabas. 
  
-"Un lujo hablar así"- pensó ella en su interior recordando su marcada tonada cordobesa
  
-"Tu opinión es personal, y si hubiese una ley única la humanidad no progresaría, pues cada individuo estaría realizando la misma profesión del vecino. No es válido para la creación artística. Podría hasta perdonársele algún detalle fallido. Yo espero del pintor un trabajo bien realizado, pues es a mi juicio lo que la sociedad espera de él, pero que no pierda sus ideas propias. Busco su identidad en cada obra"- le respondió el amigo
  
Aquello gustó a Luz, quien sugestionada por la poesía anterior de su amiga, intervino diciendo:
  
-"Quizás baste con que el artista nos dé una gota de su fuente. Una luz lo arrimó hasta ella. Es el mensajero, y aunque no supiera beberla, debe transmitir para nosotros lo poco que logró recoger. Pueden venir otros autores mejores. Pero lo que trasciende es el rayo"
  
-"Tu amiga es brillante, Andrea, me gusta su poesía ¿Pero sabes una cosa? Es supersticiosa ¿Cómo se llama?"- dijo el segundo muchacho
  
-"Mi nombre es Luz... ¿De dónde ha sacado esa opinión de mí? Usted no me conoce"
  
-"Fue una idea. Días pasados no se atrevió a pasar bajo una escalera"- le respondió él
  
-"¿Cómo? ¡Qué sabe usted!"- expresó ella sorprendida
  
-"Yo me llamo Jaime"- díjole éste
  
-"¡No le hagas caso Luz!"- intervino Andrea -"Ha presenciado tantas Diabladas de Oruro, que puede confundirte. Esa facilidad de palabra es propia de los estudiantes bolivianos y puede envolverte en su juego"
  
-"Ante todo corrijo, soy de Potosí, altoperuano. Oruro es región de La Paz y con los paceños nosotros los potosinos, tenemos muchas diferencias"- respondió el aludido
  
-"En una fiesta se puso un mascarón de diablo en la cabeza, pidiéndonos un beso"- insistió ella
  
-"Fuiste la más cariñosa ... lástima que con el diablo"- recordóle Jaime
  
-"Bueno ... Bueno ... Bueno"- cortó Luz
  
-"Disculpen a mi amigo, tiene su temperamento. Pero no lo juzguen mal, en su interior hay un fuego creador"- solicitó Marcial
  
-"Bueno, tiene su derecho"- volvió a opinar Luz -"En el arte actual también puede haber espectadores actuales y con prisa. Lo que vale es la intensidad"
  
El potosino sintióse más seguro de sí, al oírla. Ambos cruzaron miradas. La niña estaba intrigada con él, pues habíale dicho supersticiosa, y recordó aquella escalera de los albañiles colocada antes de entrar a su casa ¿Habría estado Jaime observándola desde la vereda del frente? Se detuvo a mirarlo. Era atlético y de buena figura, ancho de hombros, bien trajeado y acicalado al estilo modernista. No creía haberlo visto antes.
  
-"¿Y cree usted señorita Luz, que hay algo actual?"- el muchacho la miró con detenimiento -"Sí, la descomposición del átomo ¿Pero en la naturaleza del hombre? En la raíz interna no la hay. El arte ha existido siempre y cuando uno de sus profetas o admiradores eleva la bandera de un grafismo nuevo, lo encontraremos semejante al que existiera en siglos pasados"
  
-"Es un duro mensaje para los artistas"- observó ella
  
-"Lo que ocurre es que la memoria es corta. De niño a anciano un hombre no recorre generalmente el siglo. El mundo es una ronda. Hay un continuo retorno y la evolución es casi imperceptible. El hombre olvida y sus odios destruyen imperios. El avance se aniquila. Entonces surgen a nuestro oído voces que mantienen la memoria del tiempo. Son tradiciones que nos hablan de pueblos y continentes que perecieron. La permanencia de los valores del arte nos demuestra esa verdad. Una eterna ronda"- concluyó Jaime
  
-"Pero continúan en la leyenda"
  
-"Escúcheme Luz, si tal fuera, si unos pocos siglos determinaran la evolución, no nos mantendríamos unidos a los mensajeros que dieron su palabra dos y tres mil años atrás, con Grecia y Roma. Y al recoger lo que resta de sus memorias, encontramos valores maravillosos para nuestra vida actual"
  
-"¿Y los vehículos que atraviesan la atmósfera, a los que llaman Ovnis?"- insistió ella
  
-"Nunca descienden para hablar con nosotros"- aseguró Andrea
  
-"Desconocemos sus culturas"- intervino Marcial
  
-"Piense usted, Luz"- continuó el potosino -"El hombre trabaja y se enriquece, pero aún no se ha transformado de verdad. Las razas marcan una diferencia, pero sus mensajes artísticos pueden dialogar. Se ha encendido una pira luminosa por medio del pintor, del creador, y es una vuelta de la ronda. Unos dirán que más sencillo, otros que más complejo. La forma no importa. Bajo la faz novedosa de lo presente habrá una verdad, pero rodeada sin duda de varias imitaciones externas"
  
Luz miraba su reloj-pulsera. Se dirigió a ambos muchachos y les dijo:
  
-"Se me hace tarde. Tengo que volver"
  
Las dos chicas saludaron, yéndose. Los grupos que estaban en esa exposición, comenzaron a dispersarse. Algunos solitarios llegaron después. Estos últimos eran como siempre, colegas pintores.
  
Los colores de los cuadros quedaron impresos en el interior de Luz, mientras retornaba. La luces de la calle se abrían delante de ella, pero el tráfico nocturno íbase tranquilizando. La noche estaba fría.
  
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Foto del autor Alejandra Correas Vázquez
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Descripción

Una Saga Estudiantil

Palabras Clave: fabulas estudiantes

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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