NUESTRA VECINA ANDRÓMEDA
 
Un ejemplo escalofriante vienes dándonos
con tu feroz comportamiento,
oh vecina salvaje de nuestra Vía Láctea,
al querer depredar sin compasión,
en tus nocturnos y orgiásticos banquetes,
a pequeñas compañeras espaciales.
 
Los acuciosos detectives estelares
ya tienen pruebas de tu voracidad,
en su labor, por demás, incuestionable,
para constancia de tu sórdido pasado
y tu bulimia insaciable y destructora.
 
Varias enanas de los predios cósmicos
intentan escapar de tu apetito infausto
mientras miran tus fauces tenebrosas,
cuyos vestigios de astros no propician
ninguna incertidumbre de tus gulas.
 
Lo que se ha descubierto hasta la fecha
es tu galactofagia milenaria,
y unos restos parcialmente digeridos
que flotan dispersos por las nebulosas.
 
En un futuro, no demasiado cerca,
nuestro luminoso Camino de Santiago
chocará con tu violencia enorme,
sin que haya vencedores ni vencidos
en esa indescriptible batalla sideral.
 
Digamos mejor que un nuevo monstruo
surgirá de tan siniestra colisión,
aunque poco representa para el caos
cuyo tiempo y espacio nada sufren
en el vasto universo que habitamos.
 
En tanto me pregunto, ¿cómo hacer
para que en este planetita diminuto,
unos seres que se dicen "hombres",
no se ataquen, se asesinen y devoren
como lo hacen los colosos del espacio
con sus malos instintos de bestialidad?