Simplemente sé que estoy en tus dominios:
Subo por las breñas de tu concepción
y me encuentro ensimismado en tus ojos tersos
pensándote, siempre pensándote, mi corola divina.
Te apoderaste de mi y mis simples extravíos
y ahora miro la Luna y me siento orillándola.
Tus hombros son grandes bajeles de lunares y pecas
por las que paso mis manos almendradas.
Eres juguetona y algo mañosa y dulce
y te extiendes en la alfombra con besos infinitos.
Yo empuño tu cuerpo ineludible
y te beso a través de los mansos ocasos:
Hablamos el argot de los amantes primitivos.
La atmosfera se tiñe de una locura azul
mientras mi lengua va descubriendo tus saberes...
Has aislado de mí cualquier apartamiento
y me has reintroducido violentamente en la vida.
Me gusta degustarte como a un pergamino
en que escribo mis constristaciones y dejo mi saña.
Quiero estar contigo en los ocasos desgastados
y descubrir tus muelles y diáfanas bahías.
Quiero tener tu aserrín en mis dedos
y cada lugar de tu cuerpo en mi memoria.