Nuestros antiguos buscaron las respuestas en el cielo, siempre miraron más allá de su tierra, y no porquela despreciasen, nada de eso, ellos amaban aquello que les representaba. No así ocurre ahora. Hemos dejado de caminar bajo las estrellas, ahora nos creemos tan sabios, somos tan complejos, estamos tan atareados, que no parece haber motivos para admirar aquello que nos vio nacer, y nos verá morir. Pues a día de hoy, nuestra existencia es cómica en el primer mundo, y trágica en el tercero. 

Iluminamos nuestras noches con las luces blancas y amarillas de las calles del progreso, mientras las estrellas se ocultan, pues sienten vergüenza.