Uno no puede juzgar los actos de sus padres, reza una conocida frase, que siempre le escucho a todo mundo. Que se debe respetar a Mamá y Papá desde que nacemos, hasta que morimos. Pero realmente, no podemos juzgar a nuestros padres?. Porque no podemos hacerlo?.  Donde está escrito: “No juzgaras a tus padres”. No existe, pero todo el mundo la réplica, y tofos la obedecen.
No es mi intención juzgar a mi padre hoy en día. No podría, no tengo derecho, porque quizás yo contribuí a que él y yo, nunca fuéramos: “Padre e Hijo”.  Hoy tengo 31 años y no veo a mi padre desde hace 13 años.  Que es cuando él y mi madre, decidieron ponerle punto final a su unión civil.
Más fue mi madre, ante tanta infidelidad por parte de mi padre. La cual la paciencia de mi madre llego hasta un 06 de Enero del 2001. No tuve que ver mucho en esa decisión.
Pero antes de esa decisión ya había cambiado todo en mi familia, mi madre le había perdonado una infidelidad y le pidió que por el bien de los hijos no lo volviese a realizar. El prometió y juro de rodillas que no es lo que ella pensaba y que nunca se le pasaría por la mente, pasar por ese momento. Nunca opine de la separación de mis padres. Porque no me afectaba, ya que mi padre y yo no teníamos una relación acorde.
No es que no hablásemos, hablábamos. Pero no teníamos una charla padre e hijo, como yo solía ver en las casa de mis amigos. Mi relación con él era de respeto y obediencia completa, porque odiaba que el gritase por cualquier cosa que pasase. Él se sentía el rey de la casa, el que debía tener el mejor plato de comida, el vaso más lleno de gaseosa, y los mejores zapatos. Recuerdo que tomo mis zapatos sin pedirme el más mínimo permiso, para ponérselos.  Recuerdo que esos zapatos, me los compro mi madre en ocasión para mi fiesta de promoción escolar. Zapatos que me tomo 1 hora en elegirlos. Y que él, se molestó de caminar después de 20 minutos de estar buscándolos. Decía: “Pareces mujer buscando, y no elegir el bendito zapato de manera rápida. Este está bien, cómpratelo y vámonos de acá”. Recuerdo que mi madre le dijo, si quieres ve adelantándote, si él no quiere esos, hay que seguir buscando. Eso me encantaba de mi madre, siempre me sabía entender mis raros gustos. Al pasar los minutos, encontré un zapato de charol, de esos que no necesitan pasadores. De esos modelos de meter y sacar. Bastante bonito el Zapato, que a él, no le gusto ni a mi madre. Pero mi madre, supo respetar en todo momento mi gusto.
El siempre prefería a mi hermana mayor, no lo culpo. Ella nació en noviembre un 09 y el también nació en ese mes, y justo un 18. Coincidencias de la vida, a ella la amaba y a mí me quería. Siempre me quedo claro eso. Pero nunca me molesto.
Yo tenía a mi madre, de la que recuerdo cuando cumplí 13 años, me decían en la calle y casa, que era un “Hijito de Mamá”. Y ella me dijo, debes acercarte a tu Papá, ya es tiempo. Así que lo hice intimidado por su figura. Él era grande y chapado en cuerpo.  Y por ello temía, por mí.
Recuerdo que solíamos salir a jugar fulbito con mis amigos y el. Pero él no me enseño a patear una pelota. Fue mi abuelo, el que me enseño ese deporte y otras más. Siempre mi padre me pedía ir a contarnos el cabello, y el elegía el corte que debía tener, que por estar en el colegio no podía elegir yo el corte. Me acuerdo cuando decidí en Septiembre del 2000, no irme a cortar el cabello más. Decidí por fin dejarme crecer el cabello. Fue un problema que tuve con él y mi madre. Pero que al final salí con mi gusto. Y en diciembre de ese año en la clausura de mi último año escolar, aparecía con un corte hongo, el cual él no aprobaba y pedía a mi madre a que me lo corte.
Nunca pude hablar con el de hombre a hombre, sobre temas que a uno le encantaría que su padre lo guiase, nunca tuve un padre biológico que me ayudase u orientara en alguna situación que me encontrase. Él siempre quería que yo haga, lo que él creía que debía hacer y lo pedía de una manera militar, como si la casa fuese el Ejercito y yo fuese un cabo.  

Hoy puedo solo puedo recodar, que un día tuve un “Sr. Jefe de familia, que nunca fue mi Padre” a mi lado. Que solo él fue el por ese entonces, el Sr Jefe de Familia que llevaba el dinero a la casa. Y el que tenía una familia (Madre, Hermanos, etc), que en mi vida visite 5 veces, las cuales no puedo dejar de recodar cortos buenos momentos con mis primos. A los cuales hoy no veo, ni creo que veré de aquí a que me gane la lotería o gane un Premio Nobel en Literatura. Situación bastante descabellada de lograr. En síntesis, primos que nunca más veré en mi vida.
Hoy no puedo juzgar a ese hombre, que es mi padre. Hoy no puedo juzgarlo, porque quizás su fracaso como padre conmigo, no fue de él, sino que tuve mucho que ver con ello. Hoy solo se que me enseño, como no debo tratar a mi hijo.