Si la Luna nos adjudicara hoy
su poder de reflejar otras luces
encontraríamos que tal vez el sol
es todo lo que imaginamos.
 
Sin embargo aquí estamos hoy
hechas piedra por el frio de la noche
que nos secó hasta la última lagrima
y la última gota de sudor.
 
Un sudor que antes
jugaba entre nuestros cuerpos desnudos
durante horas, sin miedo a que el mundo
siguiese con su camino.
 
Estábamos en otra dimensión
disfrutando de lo que dos seres juntos
logran a partir de un amor
con una pasión desintegradora.
 
Pero hoy.
Hoy estamos lado a lado
y ya no nos miramos,
sólo a la luna.
 
Esperando tal vez que ella,
nos ayude a proyectar
pero al final solo somos dos rocas
frías, sin nada más para dar.
 
Con un amor que inmenso
Logró sobrepasar el umbral
De la realidad y se hizo verso
Se hizo un sueño sin final.