Cambio de vida 2
Publicado en Aug 13, 2014
La familia Farlane llegó a México dos semanas después, y permanecerían ahí un mes. Se dirigieron al estado de Michoacán.
Hicieron escala por varios municipios hasta que llegaron a la ciudad de Uruapan, donde residirían. La llegada fue un caos total, pero luego de varias horas todos estaban instalados en su respectivas habitaciones de hotel. -No me gustan los hoteles- dijo Jonathan mientras acomodaba sus cosas-. Debería decirle a papá que me deje rentar una casa. -No creo que esté de acuerdo- dijo Drew, que estaba sentado en el borde de la cama. -Sí, tienes razón. ¿Sabes qué? Que se vaya al diablo. Compraré una casa y tú y yo viviremos ahí. Drew le dirigió una mirada sorprendida a su hermano. -¿Yo?- preguntó, como si no hubiera oído bien. -Sí, tú. Mamá te dejará venir conmigo si tú aceptas venir. Drew se encogió de hombros. Seguía dandole lo mismo. Durante la comida, Jonathan expusó lo que iba a hacer: -Compraré una casa y Drew y yo viviremos ahí. -Ni de chiste- dijo su madre, Marissa. -Dejalos, mujer- dijo su esposo Greg-. Qué hagan lo que quieran. No podemos obligarlos a quedarse aquí o las vacaciones serán un suplicio para ambos. -Pero... -Mamá, esta bien- dijo Drew-. Quiero ir con Jonathan. -De acuerdo- cedió Marissa, no muy convencida. Luego de comer, cada quien se dirigió a distintos lugares. Drew se dirigió a un centro comercial donde se dedicó a curiosear entre libros y objetos eléctronicos. Ahí se encontró a Jonathan. -¿Qué haces aquí?- le preguntó. -Curiosear, como tú- le respondió-. Acabo de encontrar... Jonathan se detuvo al percatarse de que su hermano no le prestaba atención. Y un segundo después vio por que. En la sección donde se exhibían los comics una chica buscaba algo con determinación. Era alta, de piel morena y largo cabello castaño. -Lo veo y no lo creo- dijo Jonathan-: una chica en la sección de comics. Drew no le hizo caso. Miraba embobado a la muchacha. Jonathan le dio un codazo y dijo: -Ve a hablarle. Drew negó con la cabeza y replicó: -Ni lo sueñes. En ese momento la chica dejó de buscar y se fue, frustrada al no encontrar lo que quería. Los dos hermanos siguieron curioseando por la tienda y salieron. Para sorpresa de ambos, la chica estaba sentada en una banca frente a ellos. -Ve a hablarle- repitió Jonathan. Esta vez, Drew no dijo nada. Comenzó a plantearse la posibilidad de hacerle caso a su hermano y decirle algo a la chica. Pero al sentarse junto a ella, las palabras se le atoraron en la garganta. Pasó un camión y ella se levantó para subir. Rápidamente Jonathan jaló del brazo a Drew y le dijo: -Es el nuestro. Vamos. Los dos subieron detrás de la chica. El camión estaba a tope y casi no había asientos libres. Ella caminó hasta encontrar un asiento vacío y se sentó, recorriendose para quedar junto a la ventana. Jonathan le dio un empujón a Drew, quien volvió a sentarse junto a ella. Esta vez consiguió decir algo: -Hola. La muchacha se volteó hacia él y dijo: -Hola. ¿Qué tal? Los ojos de Drew se clavaron en los de la chica. Eran grises, luminosos. -Tienes unos lindos ojos- dijo. La chica se sonrojó y dijo: -Gracias. Tus ojos también son lindos. Ella se había quedado impactada al ver sus ojos verdes surcados por unas oscuras ojeras. Este chico, de cabello negro y piel blanca le resultaba extraño y un poco misterioso. Él sonrió y extendió la mano. -Me llamo Drew- dijo. Ella le estrechó la mano y dijo: -Soy Lara. Es un placer conocerte. -El placer es todo mío. Después, hablaron de comics. Al cabo de un rato, Lara dijo: -Aquí me bajo. Me dio gusto platicar contigo. Drew se levantó para dejarla pasar y le preguntó: -¿Podrías darme tu número de telefono? -Claro- dijo Lara, y se lo recitó. Luego bajó del transporte. Drew se recorrió al asiento que ocupaba Lara y Jonathan se sentó a su lado. -Vaya- dijo-. Por fin conseguiste hablarle. Drew no dijo nada. Sacó su celular y guardó el número de Lara. Drew y Jonathan pasaron el resto de la tarde viendo casas sin que ninguna les gustara por completo. Decidieron intentarlo al día siguiente y volver al hotel. Mientras subían a la habitación, Jonathan le decía a Drew: -Llamale. Y Drew respondía: -No. Entraron a la habitación que compartían y Jonathan le preguntó: -¿Para que le pediste su telefono si no le vas a llamar? -Sí voy a llamarle- dijo Drew-. Solo que no hoy. -¿Y cuando, entonces? ¿Cuando nos vayamos? -Escucha, la última vez que hice las cosas a tu modo, me quedé sin chica. Dejame llevar las cosas a mi ritmo ahora. Jonathan suspiró. -De acuerdo. Pero no tardes semanas, ¿quieres? -Te lo prometo- dijo Drew mientras salía de nuevo. -¿A donde vas? -Afuera. Necesitaba un poco de soledad para creerse el hecho de una chica le había dado su telefono. Drew salio de la habitación y se dirigió a la piscina.
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