los difuntos
Publicado en Sep 03, 2014
Era un hombre deforme o un animal lo que gañía desde un ojo rasgado sobre la tela gris.
Casi sin quererlo el gentío congregado lo miraba de soslayo haciendo ímprobos esfuerzos por no concentrarse en aquella aterradora visión de ellos mismos. Anhelaban la delicadeza, el afán de un mundo exterior cristalizado donde solo se reflejara la suave revisión de la bondad Pero el ojo, siempre vigía congelaba sus aspiraciones oníricas y humeantes. No conocían los párpados ni la piel depuradora que ocultase la profundidad atezada de la criatura. -vaya una patochada!( espetó con displicencia la mujer barría el umbral de su cueva) El hombre más rico de preguntó: -¿ cuánto vale, chico? - No está a la venta señor -( Parsimoniosamente extrajo de la faltriquera de colores un fajo de billetes en blanco y negro)- Ofrezco quinientos por la bestia - le repito que no está a la venta, - Será terco el señorito bergante! - No se da cuenta señor, que intenta comprar su alma ( el murmullo cesó de repente y las cabezas apuntaron al muchacho que descansaba los codos sobre sus muslos) - ¿ cómo has dicho? Saltó el mas gallardo de los allí presentes - Observen detenidamente su rostro, prácticamente humano, pero distorsionado por la mancha que todos, ( no parecían comprender la perorata preparada para el espectáculo) -Abran bien los ojos –( entonces el dueño de la barraca tiró con una hilo del esparto, descubriendo un espejo rectangular a la luz del sol decadente
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Mara Vallejo D.-
Transitan . . . y entre espejos y pieles sensibles se hacen notar.
¡¡Tus historias, vaya que buenas son tus historias!!
Te felicito con mi abrazo.