Mi primer amor, (con algunos cambios)
Publicado en Sep 05, 2014
La atracción que me generó mi primer amor nació apenas lo vi, fue algo que descubrí en su mirada, una necesidad imperiosa de escuchar la voz que nacía desde atrás de sus pupilas y no se expandía. Por ese entonces yo era un junco en crecimiento que jugaba con las muñecas y él en cambio, lo hacía con las mujeres.
Las sensaciones nuevas que experimenté me dejaron intranquila y durante meses garabateé en mis apuntes de secundario las iniciales de su nombre. Nunca expliqué su significado a nadie porque quería evitar las peroratas de mis amigas. Yo sabía que no era el muchacho ideal; pero en mis sueños, lo racional se dormía. Mis ojos desobedientes deben haber sido los que me delataron porque él advirtió que no me era indiferente y sin siquiera imaginarlo, me eligió como su próxima víctima. En un principio me extrañaban las coincidencias que nos reunían porque los muchachos de su edad frecuentaban otros espacios, después ya no me provocaba ninguna sorpresa porque, sin establecer acuerdos previos, ambos sabíamos cómo encontrarnos. Todo transcurrió demasiado rápido y me vi enredada en una historia que parecía la de otra persona. Siempre había sido decidida e independiente pero poco a poco, fui perdiendo la libertad, fui renunciando a mis amigas, a la espontaneidad que me caracterizaba porque todo lo que hacía provocaba peleas y una incomprensible manifestación de celos. Fui encerrándome en lo que él quería que fuera y me engañaba pensando que solo había guardado mis muñecas. Recuerdo el enojo que me causó enterarme de que tenía una relación desde hacía tiempo y deducir que me estaba considerando una de sus conquistas pasajeras. No sé si me enojó más la mentira o que él se creyera con derechos sobre mí sin ofrecer nada a cambio. Fue en ese momento que me encontré de nuevo con mi esencia, con mi natural rebeldía y las riendas se me ofrecieron claras y seguras. Mi primera decisión fue no decirle nada al respecto y hacerle creer que la nena era ingenua y sumisa. Una noche en particular pateé lo que se esperaba y asistí a una fiesta de egresados del secundario sin que él lo sospechara ya que mis padres por primera vez y con ciertas condiciones, no me negaron esa salida. Apenas comenzó el baile lo aprecié desde la lejanía. Estaba sentado junto a su novia a la que mantenía abrazada de la cintura mientras la miraba como solía mirarme a mí . Me pregunté si también la tendría atrapada, si para tenerlo había renunciado a ser ella y si yo quería seguir cobijándome en su tiranía. No lo dudé a pesar de saber las consecuencias que me traería desobedecer a mis padres y salí a bailar con un muchacho que por ese tiempo no se cansaba de mis negativas constantes. Aún me causa gracia la expresión de sorpresa que le pinté en el rostro. Una expresión que se fue transformando en furia a medida que avanzaba la noche. Sólo yo podía leer el egoísmo y el orgullo herido en sus ojos porque la chiquilina no había sido sincera y las paredes del salón entero se le reían a carcajadas. Esa misma noche me alcanzó antes de que entrara a casa para pedirme explicaciones. Yo en cambio, no le pedí ninguna. Por esos días me llovieron sus promesas y aunque la desconfianza me seguía acechando, me dejé besar. Y aprendí a besar. Creo que ese contacto desestabilizó las estanterías de ambos pero aún así, ninguno de los dos fue capaz de admitirlo. Nuestros encuentros eran batallas en las que elegía cederle las armas para que bajara la guardia creyéndose victorioso pero después las retomaba para sorprenderlo por la espalda. En el verano me fui de vacaciones con mis amigas a pesar de haberle asegurado que no lo haría. Cuando comprendió que no estaba en el pueblo pasó del enojo a la risa, del deseo de un contra-ataque al de abrazarme. En realidad, extrañaba a la niña que ofrecía resistencia a todas sus órdenes y le gustaba más de lo que suponía. Creo que aprendió la lección porque no sólo me esperaba ansioso sino que desde entonces no dejó de ser mi compañero y mi único amor. Sus ojos, que me siguen enamorando, ya no tienen misterios para mí. Él tampoco se sorprende de mis locuras que lo llevan de la bronca a la alegría y asegura que en el pasado fue víctima de alguna maldición femenina porque nuestras hijas son mis clones.
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Mara Vallejo D.-
Hermosa historia de principio y continuidad, me hiciste recordar; solo que a la mía le agregaría: Hasta que la muerte los separó.
Felicitaciones.
Abrazos.
Silvana Pressacco
Me alegro verte amiga, cariños y un abrazo por si te generé tristeza.
Enrique Gonzlez Matas
UN ABRAZO SILVANA.
Lucy reyes
Vale la pena que escribas tus memorias y nos participes. .
Felicitaciones.
Un abrazo
Silvana Pressacco
Cariños linda!
Silvana Pressacco
Espero que lo lean
Saludos y graciass de nuevo!
soadora
Enrique Gonzlez Matas
ME HA GUSTADO POR LO SENCILLO, DIRECTO Y BIEN DESCRITO DEL RELATO. ESPERO EL SIGUIENTE CAPÍTULO.
UN ABRAZO SILVANA.
Jean Ossandn A
hacía tiempo ya que no te leía y me
ha parecido fantástico.
Plasmas un recuerdo sencillo y así mismo
con un sencillez, que pareciera estar
oyéndote, allí, sentado en el banquito,
esperando a que hierva la pava para
el siguiente mate.
Abrazos y felicitaciones