Recuerdo su nombre, recuerdo su rostro, también recuerdo de dónde era y hacia donde quería dirigirse, recuerdo las veces en que nos visitamos, tanto, que sigo respirando de aquellos lugares, los que pisamos, pero no recuerdo por qué y cómo yo lo quise tanto. 

    Lo conocí por medio de una amiga, ya sabes, esa pequeña química que nace cuando notas a alguien atractivo para ti, alguien que se hace ver entre una multitud, era alto, demasiado para mi, recuerdo todas las veces que tuvo que agacharse para besarme y, yo tan pequeña, intentando alcanzarlo. Era mayor, yo apenas cursaba la media, mientras el ya cursaba su último año en la Universidad, nadie nunca supo de nosotros, no fué importante en ese tiempo, no existieron impedimentos. 

     El estudiaba muy lejos, nos separaban alrededor de 7 horas de viaje, recuerdo que por las noches hablábamos horas por teléfono, me contaba cuán difícil se le hacía todo por allá, los exámenes, que yo estuviera lejos. Sinceramente, yo no era igual que él, no me resultaba difícil tenerlo lejos de mi, yo sólo me dedicaba a apaciguar nuestra ausencia física, recordándole siempre que estaría con y para él. 

     Nuestro primer beso, fue especial, recuerdo que el hacía todo especial, sus palabras tan bien pensadas, cuando me acariciaba el cabello, cuando se sentaba a mi lado y me rodeaba con sus brazos, me enseñó mucho de la vida, siempre le estaré recordando por todo eso, por aquellas pequeñas cosas que aún peduran. Quisiera que el estuviera aquí, recordando esto conmigo, que me sonriera, cómo aquella vez que lo hizo: 

    *No recuerdo que día era, pero llovía mucho, él quería verme y bueno, yo me moría por verle también, el me gustaba mucho. El viajaba en tren y yo le esperaba en la estación. La estación era pequeña, los días que llovía todas las calles se volvían solitarias, sólo se escuchaba la lluvia, yo no usaba paraguas, el tampoco, había una banca dentro de la estación en la cuál yo siempre lo esperaba, llegaba en el tren de las 15:00 hrs. de la tarde. 
     Siempre me encontraba nerviosa, de resaltar mis detalles físicos que a él le gustaban, yo quería agradarle mucho, pero tarde me dí cuenta, que el nunca me quiso por lo que veía, el realmente me quiso por cómo yo era. Pero si el me decía que mi cabello era bonito, yo cuidaría 100 veces más mi cabello. A 3 minutos antes de que el tren llegara a la estación, este se oía a la distancia, tenía 3 minutos para acomodarme y recibirle con una sonrisa, o un abrazo, no lo sé, estaba tan nerviosa que lo que pudiera darle, de seguro sería bienvenido. 

     Entonces cuando las puertas se abrían, el bajaba, mirándome directamente, ya sabiendo donde me encontraría y esperando que yo estuviera allí, se acercaba, me besaba la mejilla, me abrazaba por el tiempo que no nos veíamos, se sentaba y me miraba por unos segundos, antes de preguntarme si tenía frío o cómo estaba, siempre hacía eso, creo que nunca lo olvidaré, aquella mirada tan acogedora que me daba, las veces que sonreía cuando yo hablaba.
      Ese día, pasamos horas hablando, cómo si la vida nos quedara pequeña en palabras, me regaló un libro, el cuál prometí no abrirlo hasta llegar a casa. 
     Me contó lo feliz que estaba al verme y que no quería dejarme. Porque él sólo veía por unas horas, luego se tenía que marchar, yo me sentía realmente especial con él, las bromas, las risas, todo lo que hacíamos juntos, para mí era especial. Me sentía feliz, cuando él estaba cerca, la verdad es que me imaginaba besando sus labios, pero eso no era importante, yo ya era feliz en ese instante. 

    De pronto, me puse de pie y salí corriendo entre la lluvía, el corrío conmigo:

 -¡Hey! ¿Qué haces? Te resfriarás- Le dije en modo desafiante.
 -Tú también lo harás, pequeña- siempre hacía eso, siempre me definia cómo pequeña, pero me encantaba oirlo desde su boca. 
 -No quiero que te resfríes, busquemos un lugar en dónde refugiarnos- No habían muchos lugares la verdad, pero algo encontraríamos. 
 -No, espera, quiero resfriarme contigo. ¿Me permites hacerlo? Vamos, la lluvia está maravillosa- Eso, eso era lo que me encantaba de él, siempre tan dispuesto a entregarme los pequeños placeres y hacerlos tan abordables.
   Cuando tenía que comprar el boleto de vuelta a casa, yo siempre lo esperaba en un lugar apartado, no me gustaba verle discutiendo una hora oportuna con la chica que vendía los boletos. Nos quedamos hablando sobre la próxima vez que nos veríamos, aún recuerdo tan bien aquel diálogo: 

 -Pequeña, me he divertido mucho contigo, aunque pescaré un resfriado de seguro, vendré la próxima semana ¿Sí?- cuando terminó de decir aquella frase, cerró sus ojos y me brindó una sonrisa.
 -Claro, yo estaré feliz de volver a verte- Le devolví la misma sonrisa.
 -Ah, pequeña, no te enamores de nadie ¿Ok?- su sonrisa desapareció, cuando me lo dijo, algo en mi apretó de alguna forma.
 -¿Por qué me dices eso?- soné algo triste.
 -Porque yo sólo quiero que te enamores de mi- Comenzó a reírse y me abrazó al ver que yo no respondí nada. 

  Quedaban 3 minutos, el tren ya se escuchaba. El se puse de pie, me acercó a su cuerpo, me apretó contra su cuerpo, yo creí que iba a romper a llorar, me susurró en el oído: "¿Puedo robarte un beso?", me alejé un poco de su cuerpo, para poder mirarle el rostro y le dije: "Eso no se roba, tonto, sólo se da y ya". 

   Al ver que el tren ya casi se detenía, me llevo hacía las puertas, en donde la lluvia nos envolvió, me tomó de la cintura, fundió su rostro en el mio y me besó, cerramos los ojos y no dejamos de besarnos hasta que el tren ya iba a marcharse. Me soltó, me sonrió, no dijo nada, no era necesario que dijera algo, se subió al tren e hizo un gesto de despedida. 

   Fué uno de los días más felices de mi vida, llegué a casa con una alegría notoria, abrí el libro que me regaló y en su primera página decía "¿Quieres ser mi novia?" *

  No recuerdo cuánto duramos, pero sí recuerdo que tan bien nos llevábamos, pero él nunca pudo soportar bien la distancia y eso terminó alejándolo de mi.
 
   De seguro hoy, lleva una vida plena. He estado recordandólo, quisiera poder volver a encontrarte.