... Pues no echemos culpa al destino si Dios quiso que así
suceda,
De la manera que a nuestra manos estuvo y por si acaso
pudimos así no sea, 
Estar juntos como quiera el amor en nuestras manos estuvo
jugando disimulando a que sea primavera, en distintas ocasiones jugando a las
escondidas...
Por las suspicacias del que dirán, en silencio murmurando
los pasos del ayer
Te acuerdas querida mía...?

Esa mañana de abril, justo! en la misa bautismal! 
Cuando de velo tu llegaste, a mis manos sin consuelo, cubriendo
tu cutis bello, lloviznando tus pupilas, así misma de seda, cubría tu cuerpo
bonito.

O esa tarde sentimental
... En esa charla sin hablar, confesando cual dolor
producía tanto amor ese mismo que me sentías.
Y que jurabas ante el cielo, y que ponías en juego, el papel
que tú elegiste.
Y  mis ojos giraron al verte marchar
entre la prohibición de la muchedumbre... Y triste quedé,
por no poder en mis brazos envolverte y besarte como quisiera, 
Dándote esa caricia que tu quisieras sea distinta, espontánea...
siendo alegría de verme tú, solo sonriendo.

Pues...
El tiempo nos sorprendió 
al amanecer de lo indebido bebiendo cual secreto de una vez aquel
momento, de besarte sin medidas al silencio del misterio.
Cuando luego de tantos años nos volvimos a encontrar...
 
Confesarte que te amo, es mirarte sin hacerlo, encontrando
el consuelo en tus ojos mis clemencias... 
Que te amo es sincero, placentero más que nada...
Como todas aquellas mañanas que hemos transcurrido;
Sin prejuicios ni razones que el corazón ha entendido.
Que amarnos es tan bendito... Como aquello en su momento,
Que no ya no hay temores, que ya no hay reproches...
Pues has llegado a mi puerto, en tu barca yo descanso
Mi alma a ti entregando, día a día mi amor por ti muero.