Gran Catarr Pt.i 5.- CULPABLES AL ESPEJO
Publicado en Sep 26, 2014
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- Y todo me male sal y no se cómo salir de este enredo...- Decía un hombre no muy alto, de aspecto taciturno. Con la mirada vacía dirigida al piso. Balbuceando más que hablando. Hacia una persona que se había hecho una gorra de plástico ("Hay que reciclar" respondía cuando le preguntaban el por qué).
Así comenzaba su mañana el Gran Catarri. Cansado de resaltar lo obvio, se levantó, tocó el hombro de aquel hombre y le preguntó:
- ¿Y de quién es la culpa?
- No se... el universo me castiga. - Respondió con voz baja, y un cansancio fingido.
- Yo creo que es tu culpa más bien.
-¿Co... Cómo?- la respuesta agarró desprevenida a su autoestima.
- Si. Es tu culpa. Al fin y al cabo, nuestra personalidad es el filtro de las depresiones, o de cualquier tipo de sentimientos "negativos". Y disculpa pero tu filtro está desgastado. Y tu concepto de tristeza, depresión, inutilidad, inoperancia y todo lo otro con lo que te machacas todos los días desde que te despiertas, no es otra cosa más que una oportunidad. Una oportunidad de sobrellevar una crisis. ¡Es la evolución  por selección natural! ¡Si te sobrevives en esta etapa, significará que estás listo para afrontar mayores retos! ¿Todo te sale mal? Te seguirá saliendo mal hasta que aprendas algo nuevo. Mantente atento. ¿El universo te castiga? Selección natural llámalo. Al fin y al cabo... es tan cómodo y simple sentarse culpar a alguien más de tu desgracia. ¿No sería más cómodo aún sentarse y que no te importe? Utiliza ese motivo para que te importe más bien. Estás donde estás porque quieres estar, y ahora por favor, ve y haz algo más útil que pedirle consejo a un vagabundo borracho.
El pequeño hombre se quedó pensativo. Levantó la cabeza y dijo:
-¿Acaso dios me está castigando?
El Gran Catarri lo vio a los ojos.
- Considera que todos especulan sobre cómo llegar al cielo, pero que nadie volvió para contarnos cómo era. Es más fácil creer que hay un cielo que enfrentarse al hecho de que es igual de probable que al morir te enfrentes a la nada. La cual parece ser tan oscura y silenciosa como para poder llamársela dios.
 
La gente de alrededor estaba intranquila. Al fin y al cabo, parecía que por fin se iba a tocar un tema que estaba en mente de todos, pero que ninguno se atrevía a proponer... el concepto de Dios proveniente de un pueblo altamente católico, apostólico y romano. En cierto sentido, nuestro protagonista sabía que tarde o temprano debería adentrarse en las creencias de estos pintorescos personajes que se le aparecían con sus mundanas cuestiones casi todos los días desde... desde... ¿Cuándo?
En estos momentos, el Gran Catarri había estado activo un par de años (se puede ver la fecha de publicación de estos textos para mayor referencia), pero sin embargo él sentía que existía desde siempre. No había un pasado al cual recordar, un nombre o una cara inclusive. Todo era figuras inconclusas, como si una no le dejara ver más allá una densa y espesa nebulosa, compuesta por sentimientos, enojos y experiencias. No podía ver a través de ella ni con los más modernos instrumentos creados por su filosofía de vida y su omnipresente conciencia. Ni siquiera con los brebajes mágicos que le causaban súbitos arranques de lucidez existencial, o la falta de ellos, que le causaban  un sufrimientos agonizante que, según él, le hacía entender mejor el sufrimiento del mundo.
 
-¡Quién esté con la consciencia libre, que lance la primera piedra!- Gritó un hombre desde la multitud. Algunos voltearon a verlo, y otros se alejaron, instintivamente, de su lado para que no los confundan con el gritón. 
Se trataba de un hombre mayor. "Debe tener unos setenta", se dijo una señora, que se jactaba ante sus amigas de tener un don para adivinar la edad de cualquier persona (lo cuál era mas o menos cierto ya que acertaba el 50% de las veces). "Esa barba debe tener dos años", se dijo un hombre que no podía hacerse crecer la barba ya que no le gustaba a su esposa. "Su voz es sexy", dijo una joven que se encontraba a un par de metros.
-¡¿Acaso podrás ser tú?!- Gritó el Gran Catarri con un poco de entusiasmo.
-¡Yo estoy con la conciencia tranquila!- Gritó aquel viejo con la voz sexy. 
-¡Demuéstralo!- Dijo en un tono menor a un grito. 
Aquel hombre viejo había llegado hasta donde se encontraba él. Lo miró.
-Tendrás que confiar en mí.
-Difícil en un mundo como el que vivimos, pero a ver, pregunta como todos.
- ¿Desde cuando te sientes con la potestad de decirle a estas personas qué hacer de sus vidas? - Preguntó.
-No me siento con tal potestad. Pero si les resulta útil, les daré mi humilde opinión. - Respondió.
- ¿No te importaría eliminar esta sociedad moderna?-Preguntó.
-Eliminar no. Hacerla consecuente con su palabra y acción, si.- Respondió.
-Etc?-
-Etc...-
Las preguntas siguieron hasta el amanecer del siguiente día. 
Todos los presentes estaban viviendo en un limbo entre la iluminación y un sentido común ancestral que pareciera que se había perdido hace siglos. Se había tocado el alma misma del existir de los seres humanos a base de preguntas y respuestas, como en tiempos ancestrales se debió hacer al lado de algún fuego. Cada respuesta con cada pregunta. Cada pregunta con cada respuesta. 
Al medio de toda la gente que presenció este evento se encontraban dos personas viejas durmiendo abrazadas (y profundamente borrachas).
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Foto del autor Oscar Ruiz
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Descripción

Palabras Clave: poltica religin iluminacin verdad culpa

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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