El caso de la muerte de Jeremas Rosas 2
Publicado en Oct 01, 2014
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-La llegada de Lila a la mansión Rosas coincidió con la llegada de los dos hijos del patrón: Sebastián y Jorge- siguió su relato el anciano Gregorio.
Los gemelos lo miraban embobados. Seguro de no tener más interrupciones, el anciano continuó.
-Al igual que Lila, Sebastián y Jorge habían estudiado en el extranjero. Cuando volvieron, inmediatamente trabajaron en la mansión, reformandola y rodeandola de plantas. Y Lila, obviamente, se hizo cargo también de esas plantas. Por ahora, todo bien.
'El problema vino cuando don Jeremías y su hijo Sebastián comenzaron a interesarse en Lila.  Todos los días ambos acosaban a la pobre muchacha con regalos y atenciones inocentes.
Un día, Sebastián se armó de valor y le pidió a Lila salir con él.
-Por favor- le dijo-. Será algo corto, lo prometo. Podríamos incluso caminar por la mansión.
-Qué no, Sebastián- negó Lila-. Ya te lo dije: tengo demasiado trabajo.
Y con esa excusa lo dejaba parado y decaído. Claro que ella no le mentía, pasaba todo el día metida en los cultivos hasta el anochecer, cuando volvía a casa.
Lo que ella y su familia no querían decir era que la joven ya estaba comprometida con un muchacho que había conocido en el extranjero, y que el susodicho vendría al pueblo en unos pocos días. Nadie supó nunca por que lo mantuvieron en secreto, pero así fue.
Un día, de repente, don Jeremías mandó llamar a Lila, y cuando ella se presentó, le dijo:
-A partir de mañana quiero que laves los trastes de la cocina.
Lila parpadeó por la sorpresa y preguntó:
-¿Por qué?
-Por qué yo lo digo- le respondio el señor con malas pulgas.
Gregorio hizo una pausa para beber té y continuó:-
He de aclararles algo sobre Lila. Ella tenía un cáracter del demonio y odiaba por sobre todas las cosas que se le impusieran cosas fuera de sus responsabilidades y sin razón aparente, por lo que las palabras de don Jeremías le sentaron mal. Sin embargo, tuvo que morderse la lengua y aceptar el mandato de su jefe.
'A partir del día siguiente Lila pasaba las tardes oyendo música con esos aparatitos que les encantan a los jóvenes mientras lavaba los trastes. Y todos los días, sin que nadie lo notara, don Jeremías espiaba a la muchacha; mientras en su mente se fraguaba un plan para poseerla.
Hasta aquí terminó la narración de don Gregorio. Los gemelos lo miraron y Bety preguntó:
-¿Qué pasó?
-Empieza a anochecer y aún tengo deberes por cumplir- dijo el cuidador-. Vuelvan mañana por la tarde y les seguiré contando.
Los gemelos sabían por experiencia que cuando don Gregorio tomaba una decisión, ni siquiera el Papa bailando la conga le convencería de cambiarla, así que no les quedó más remedio que volver a casa.
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Foto del autor Ana Fernandez
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Descripción

Palabras Clave: cuento misterio noche

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Lucy reyes

Has tocado un tema recurrente, lastimosamente, muchos hombres en distintas edades buscan poseer a muchachas jóvenes e inocentes, qué irresponsabilidad y qué malos sentimientos. Ojalá en todos los casos no pudieran como en la historia que relatas.
Cordial saludo, Lucy

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October 01, 2014
 

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