NUNCA DEJES DE AMAR.
Publicado en Oct 14, 2014
Dora es una viejecita muy agradable, dueña de unos ojos azules, como el cielo; una cabellera gris como las nubes cuando anuncian una llovizna y su piel a pesar de los años, sigue siendo tan suave como el algodón. Ésta tierna longeva vivió toda su vida para sus tres hijos, entregó sus sueños para hacer realidad la de ellos. Su esposo la acompañó gran parte de su camino, pero luego fue víctima de una rara enfermedad y se quedó viuda. En ese tiempo ella habrá tenido sus 35 años, sus vástagos aún eran adolescentes y no había trabajado desde hace mucho tiempo, por dedicarse a ser madre completa. Para sacarlos adelante y poder terminar de pagar sus últimos estudios, empezó a vender comida. Al principio solo lo hacía con sus amigos, hasta que tuvo una propuesta económica muy interesante y el negocio se amplió con un pequeño local. Trabajaba día y noche, cumplía todas las necesidades de sus hijos, olvidándose de ella. No frecuentaba a sus amistades, no tenía mayor roce social y del amor ni que hablar. Tenía muy apuestos e inteligentes admiradores, pero no se atrevía a salir con ninguno, porque consideraba que esa etapa ya había pasado en su vida. Sus renuevos fueron creciendo y poco a poco cada uno fue alzando vuelo, en busca de sus sueños y formando su propio nido. Con el pasar de los años, se fueron olvidando de aquella mujer que les había entregado toda su esencia. No la visitaban, como sabían que tenía recursos no se preocupaban de ella, pues en cierta forma nada le faltaba económicamente. Dora un día se encontró un perro abandonado en las calles, y le llamó tanto la atención, que decidió adoptarlo y se convirtió en su fiel compañía. Pero los seres humanos necesitamos amar y ser amados, es nuestra naturaleza. Por lo tanto, algo le faltaba. ella era consciente que hubiese sido el complemento perfecto envejecer junto a esa alma gemela que todos ansiamos, pero ya era demasiado tarde, ya habían transcurrido desde aquel entonces 80 años. Un día cansada de tanto andar, sus alas empezaron a perder fuerza y ya casi no salía. Sus hijos un día coincidieron todos en visitarla y notaron que su madre ya no era la misma, aquella luz se estaba ya apagando y analizaron lo mal que se habían portado y lo sola que ella estaba, pero lamentablemente ya era también demasiado tarde, su luz cesó. El único que le afectaba su ausencia era Pardo, su fiel amigo que le había acompañado casi 30 años. MORALEJA: nunca pensemos que la vida se acaba si perdemos a nuestra pareja, o si nos separamos. Tampoco pensemos que los años nos van desgastando, porque lo único que va perdiendo brillo es el cuerpo, pero la luz que llevamos dentro, brilla más que nunca con todo lo que le hemos inyectado diariamente, nuestras experiencias. El amor puede venir a cualquier edad, nunca es tarde para encontrar ese ser que será nuestro norte y los hijos siempre debemos ser agradecidos con quienes invirtieron todo su tiempo en nosotros. Recuerden que nadie debe estar solo, todos nacimos para amar y ser amados.
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Silvana Ledesma Trivio
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones