Pequeña peluquera
Publicado en Sep 12, 2009
Pequeña peluquera.
Levadura perdurable. Relámpago movedizo. Criatura inquieta. Siempre alevosa y contestona y algo desfachatada. Atiendes a tus clientas dominicales con alegría y distracción. Moldeas formas e imágenes novedosas en las frondosas cabelleras. Tu arte es esculpir belleza en las melenas. Siempre de pie por doce horas a veces te duele la pálida cintura. Pareces una llama que flamea encima de un diminuto mechero: Un fuego que se moldea a si mismo. Te vistes de negro y esbeltez y tus manos están algo callosas de tanto trajinar con tintes y con ácidos. El agua oxigenada te palpa las mejillas y cae lentamente como una lágrima en una copa. Siempre estás corta de dinero y vives con la ración que te da el día a día. Eres un cabildo vivaz y elocuente un municipio de belleza a veces furibunda. Lavas las cabelleras de las instruídas y tu apenas alcanzaste a llegar al instituto. Antes trabajaste en una cantina con muladares de hombres pestilentes que buscaban tus muslos y tus corbas. Por eso te recibiste de colorista. Ahora sólo quieres la paz de tus dos hijos y una relación extática y perdurable. No te gusta descerebrarte mucho y prefieres la música a la pesada literatura. Eventualmente haces lo que te piden a ver si se aumenta tu propina-limosna. Limpias con pulcritud tus cepillos bronceados y tu trabajo arduo y de mala paga te sostiene. Yo pasó ante las vidrieras y me quito el sombrero y me contestas con una sonrisa deliciosa. Te veo como una firme candidata a ser abordada por mí y mis espacios.
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