EL BAUTIZO DE LA CRISANTA
Publicado en Nov 01, 2014
EL BAUTIZO DE LA CRISANTA
Narrado por Pilar Briones . Recuerdo que en aquellos días de verano, calurosos y felices, mis amigos y yo nos subíamos arriba de los cerezos cantando y con delantal, y comíamos cerezas hasta reventar. El cerezo mío, era el cerezo “palomo”, y “Domingo Zapallo”, uno de los mozos de la casa nos hacía casitas para jugar. Entonces, un buen día se nos ocurrió llevar a la Crisanta a la misa. La Crisanta era la muñeca de la casa, la cual tenía una enorme cabeza de porcelana y largos brazos y piernas de trapo, que caían a su lado. Pero, la Crisanta no había sido bautizada, y como vimos en la misa un bautizo, quisimos que ella también lo tuviera. El curita sería nuestro hermano menor Alfodín o “Coyito” como le decían cariñosamente, para lo cual deshicimos un viejo paraguas negro que por ahí andaba botado y se lo colocamos como túnica sacerdotal haciéndole un hoyo a la punta, por donde sacó su cabeza, ¡y listo el cura para hacer la misa:” dominin pecan triquilium…aaameén…¡aameeén¡ respondíamos nosotros, todos al mismo tiempo, muy serios y mirando al cielo como lo habíamos visto en la iglesia, y luego pasábamos a comulgar, en filita y con las manos en postura de oración: de hostia, un porotito y a rezar a su lugar. Ese día la muñeca fue bautizada con agua y con padrinos incluídos , y se le llamó oficialmente : Crisanta. El festejo se llevó a cabo en el patio de la casa, debajo de los árboles, en donde hicimos una comida en honor a ella. Primer plato: pastillas con galletitas; segundo plato: queso, charqui y pan en abundancia; el postre: frutas frescas tomadas del jardín, y todo esto servido primorosamente en pequeños y preciosos tiestitos de juguete y en hojas de parra. Y para refrescarnos ¡por Dios si hacía tanta calor¡ … nos tomábamos una “Bilz”. Cuando terminamos la celebración, nos entrábamos en la casa de la Crisanta, nuestra muñeca, la que “Domingo Zapallo” había construído para la ocasión con postes, ramas, sacos, y chalones en el suelo donde nos sentábamos a charlar. Resultó tan bueno el bautizo de la Crisanta, que lo volvimos a repetir…muchas veces más.
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