Existen diferentes historias de amor:
Hay historias de amor tan fugaces, que así como empiezan se terminan, y aunque quizás no llegan a ser verdaderas historias y quizás tampoco llega a ser verdadero  amor, pueden dejar al corazón bastante dolorido por un tiempo.
Hay historias de amor que destellan tanta pasión que  son como bombas de tiempo que explotan cuando uno menos se lo espera. Esta clase de amor es la más peligrosa porque es la que te produce mayores daños y realmente le cuesta al corazón cicatrizar todas las heridas que le causa.
Hay historias de amor violentas, pero para mí, son pseudo historias de amor, porque la violencia y el amor (en mi opinión) JAMÁS deberían ir de la mano.
Hay historias de amor de películas, en las cuales todo funciona de maravillas y siempre terminan con un final feliz y un beso bajo la lluvia. Son lindas pero no son reales.
Y están las mejores historias de amor, las que superan todos los obstáculos, como el paso del tiempo, como la rutina, y demás piedras que a veces la vida sin querer le pone en el camino.
Esta clase de amor existe no sólo cuando uno está impecable y listo para salir, sino también cuando uno está en la cama enfermo.
Existe también no sólo cuando estamos alegres, sino también tristes, o de un mal humor que ni siquiera nosotros mismos nos toleramos.
Está en todo momento y se va transformando, pero nunca desaparece.
Esta clase de amor produce el milagro más grande que existe en el mundo: la vida misma.
Por eso nunca desaparece, porque un arbol que da semillas puede envejecer, puede debilitarse pero nunca se va a morir.
Esta clase de amor necesita de ciertos  ingredientes esenciales como lo son el  compromiso, la confianza, la esperanza y la libertad.
Y por último (y más importante), estas historias de amor son las  únicas (y no hay ninguna duda al respecto) que duran, toda la  vida.