Día cualquiera
Publicado en Dec 05, 2014
Sonó el despertador como todos los días de escuela, con la diferencia de que este era el primero del último año de preparatoría.
Ella se arregló con esmero, por que le gustaba siempre ir linda el primer día de clases; como era habitual salió rumbo a la escuela. Llegó tempran, hasta le sobraban algunos minutos así que tomó su horario de clases y fué en busca del primer salón del día. Una vez ubicado observó que se mantenía cerrado y que afuera había uno que otra que otra persona que seguramente serían sus nuevos compañeros; no les pusó mucha atención sólo se sentó a esperar como los demás, se puso sus audífonos a los oídos y se evadió del mundo. En eso estaba cuando de pronto apareció un chico que de inmediato capturó su atención, él se acercó a ella como si se conocierán de toda la vida, le dió un beso en la mejilla y la saludó. Sorprendida quedó ella, pues estaba cierta de que en su vida lo había visto y ese tipo de confianzas de alguién que acababa de conocer no le gustaban. De lo que estaba convencida era de la sensación que le dejo ese beso, el contacto de aquellos labios desconocidos hasta aquél momento, sobre su mejilla, fué como una caricia al alma. Descubrió que ya hacía un tiempo sentía en el corazón un hueco, Sí!, un hueco que hacía que sintíera un frío congelador; y que gracias a ese beso pareciéra que le habían puesto un bálsamo que le quito ese helado malestar. Divagaba cuando por fín la maestra con un considerable retraso se dignaba a aparecer. Entró al salón y sentó en la primer asiento que encontró cerca de la puerta; seguía pensando en esa sensación del beso, en esos labios... cuando ¡Pum!, vió que todos en el salón tenían unas hojas y que ella por estar pensando en cosas absurdas no tenía; cuando de pronto escuchó una voz que decía: - Discúlpe profesora mi compañera no tiene hojas. Ella enseguida volteó a ver quien era esa alma salvadora que había hablado por ella; cual fue su sorpresa cuando vio que era el mismo chico del beso que le había sacudido el corazón unos minutos antes. Después de recibir un sermón por parte de la maestra diciéndo le que como no se había dado cuenta que no tenía esa hojas y de decirle que si no hubíera sido por su compañero ni siquiera se hubíera dando cuenta...bla! bla! bla!, ella de la vergüenza sólo atinó a voltear hacia el chico y decir -¡Gracias! pero vió en él una mirada con una luz que pudo iluminarle el día y el resto de su vida.
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