LOS PADRES AGUSTINOS Y FRAY FERNANDO DE VALVERDE
Publicado en Dec 13, 2014
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Entre los institutos religiosos establecidos en el Perú desde los primeros tiempos coloniales, la corporación Agustiniana ocupa lugar importantísimo por poseer una tradición científica y en el mundo hispano una tradición literaria, tiene aquí en el Perú recuerdos imperecederos que han arrancado de los mismos indevotos grandilocuentes elogios, apenas establecidos en el convento de Lima los agustinos dice el insigne escritor Ricardo Palma:

“por la austeridad de sus costumbres, por su ilustración y ciencia conquistaron una especie de supremacía sobre las demás religiones, los teólogos más inminentes y los más distinguidos predicadores pertenecían a esta comunidad, de los claustros de san Idelfonso el colegio que ellos fundaron en 1606 para la educación de sus novicios, salieron hombres verdaderamente ilustres”

Era fama entonces en Lima que en el colegio de san Idelfonso convertido en universidad pontificia saliera un maestro de primera magnitud, los agustinos de ese celebérrimo colegio y los catedráticos que brillaron en la universidad de san Marcos, bebieron sus conocimientos teológicos, filosóficos, científicos y literarios en las obras de san Agustín y en la de fray de Luis de León, aleccionados en las obras de tan insignes maestros resplandecieron, Calancha, Torres, Villarroel y el clásico prosista y poeta limeño Fernando de Valverde, enamorado cantor de la vida de Jesús.

Calancha (1584-1654) escribió su famosa “crónica moralizada de la orden de san Agustín en el Perú” reflejo del estado material e intelectual de la colonia, quien quiera estudiar la historia y religión de los nativos costeños, dice el doctor señor Riva Agüero, no puede prescindir del auxilio de Calancha.

El obispo Villarroel se inmortalizo con “gobierno eclesiástico pacifico o los dos cuchillos”.
El misionero Juan Cajica escribió 32 volúmenes de vocabularios, catecismos y evangelios en la lengua castellana, quechua y aimara.
En arquitectura se recuerda el nombre del agustino limeño fray Jerónimo de Villegas y al maestro Jean de Corral, como los mejores arquitectos de Lima a principios del siglo XVII, ellos construyeron el puente de piedra sobre el rio Rímac con el arco de ladrillo que lo decoraba.

Como pintor el que tuvo singular fama fue el limeño agustino fray Francisco Bejarano, por los cuadros del retablo mayor sobre la vida de san Agustín, los doce de la vida de la virgen y los seis de las virtudes, pintados para la iglesia de su convento, también hizo una lámina para las exequias de la reina Margarita en 1612, que fue el primer grabado hecho en Lima.

En el apogeo del siglo de oro de la literatura española y en el llamado siglo religioso de la colonia se alza gigantesca la figura con gran relieve del agustino fray Fernando de Valverde, es lamentable que este insigne agustino sea tan conocido en España y poco menos que ignorado aquí en su patria el Perú, no obstante ser una de sus glorias,  pues se dice que son tres los escritores clásicos que tenemos, Garcilaso, fray Valverde y Ricardo Palma.

Fray Fernando de Valverde nació en Lima en el último tercio del siglo XVI, desde muy joven dio muestras de su agudo ingenio en el noviciado de la compañía de Jesús, de donde paso en 1613 al convento de san Agustín por considerarlo más acorde a su vocación, realizo estudios en el colegio de san Idelfonso, fue después insigne profesor y calificador del santo oficio, también visitador de librerías y prior de los conventos del Cuzco y de nuestra señora de Guía; alcanzo dice Mendiburu la mejor reputación como literato, sus estudios fueron muy extensos y variados, sus cualidades personales eminentes, sus hechos dignos de recuerdo; es autor añade don Javier Prado de muchas obras místicas, panegíricos, aparte de poesías en latín y en romance.

En la producción literaria de fray Valverde tuvo influencia el ambiente religioso de la colonia, el siglo XVII fue el siglo de la religiosidad y del apogeo de las órdenes religiosas, la colonia adopta como ideal de vida el modo conventual, se modela y se impregna de ella y se puede decir que se convierte en un gran convento; es la época de los santos, de misticismo, de fervor religioso y donde florecieron:

Santo Toribio, san Francisco Solano, el beato Martin de Porres y la flor mística, la ideal y pura santa Rosa de Lima.

Fray Fernando de Valverde fue un literato de mucha fama en su época escribió 7 volúmenes sobre diferentes materias, como orador compuso elogios y varios sermones que podrían haber formado muchos tomos, como dice el cronista agustino fray Torres:

“como poeta su principal obra es el poema sacro santuario de nuestra señora de Copacabana en el Perú, (Lima 1641); como teólogo escribió el libro de Trinitate, que se envió a imprimir a Europa y se perdió, fue autor de dos relaciones la primera de las honras fúnebres que se hicieron en Lima a la muerte de Felipe III, otra de las fiestas que se celebraron en esta ciudad con motivo de la jura de Felipe IV, (Lima 1622) en su obra “el sacro Emanuel” hizo la exposición sobre el profeta Isaías, también escribió “la casada santa” una notable obra mística.

El agustino fray Fernando de Valverde fue un poeta y sobre todo prosista clásico del siglo XVII, desde su juventud compuso y lo mismo escribía en la lengua de Cervantes que en la de Cicerón, infundía en todas sus obras el espíritu y la vitalidad de aquella antigua majestad latina, fue un alma nacida para cantar las bellezas de la fe religiosa, tenía un espíritu que llameaba al fuego de la inspiración divina, fue fray Valverde quien hizo la historia poética del santuario de la virgen de Copacabana (famoso santuario erigido a orillas del lago Titicaca por los agustinos) canto en versos las maravillas y prodigios de la virgen María, los grandes hechos que la providencia de Dios se dignaba prodigar a estas regiones tan sacrificadas, pero la magna obra de Valverde es “la vida de Jesucristo” escrita en Lima en 1657 y varias ediciones en Madrid, la última se imprimió en Barcelona en 1884, don Luis Alberto Sánchez no se cansaba de alabarlo y lo considera el segundo escritor peruano de la colonia.
“la vida de Jesucristo” es una elegante paráfrasis y docta exposición de los evangelios, consta de siete libros.
1-   Eternidad, encarnación, infancia de Jesús.
2-   Obras y doctrinas en el primer año de su predicación.
3-   Obras y doctrinas en el segundo año.
4-   Obras y doctrinas en el tercer año.
5-   Obras y doctrinas en el cuarto año hasta la institución de la santa eucaristía.
6-   Pasión y muerte de Jesucristo.
7-   Gloriosa resurrección y admirable ascensión a los cielos.
 
Innumerables son las obras escritas de la vida de Jesucristo, Dios y hombre, maestro y redentor del mundo, de la cantidad de escritores pocos son los que han salido victoriosos, Fernando de Valverde ha cantado con voz de sagrado cisne la vida de Jesús, su obra es fruto de una inteligencia privilegiada, de un alma de temple artístico y de un corazón nacido solo para amar, adquieren tal fuerza y vigor, tal sonoridad, dulzura y majestad que llegan al alma del lector más insensible e indiferente, nadie como Valverde ha escrito la vida del divino maestro con tal maestría.

Veamos como describe Valverde la magnífica entrada triunfal en su obra:
 
Rayaba con despierta y clara luz de adulto el día de la eternidad
En que sin el morir repetido de las horas y fúnebre sucesión de las edades
Se logra la claridad y vida toda junta
Entonces era el verbo cabal en las hermosuras de su ser
Consumado en la actividad de su vivir
Gozando en plenitud de resplandores
Perfecto y constante medio día
Incapaz de declinación a la tarde o a las sombras
Era su morada natural el Dios, aquel que siéndolo solo y único
Sin que merezca otro este nombre, es también Fontal
Principio de las dos divinas personas
Hijo y espíritu santo, que como renuevos o flores soberanas brotan en su vida.
 
En el capítulo IV del libro segundo que trata del bautismo de Jesús en el Jordán, Valverde nos dice:
 
Apareció en sus riberas el unigénito de Dios
En traje de hombre, con los decoros de hermosura y majestad propios del hombre Dios
Cuerpo y talle dispuesto en más que ordinaria, aunque no deforme magnitud
Rostro venerable, modesto, agraciado y asistido de serenidad que engendra respeto a los que le miran
Frente espaciosa, cándida y sin arrugas
Ojos garzos bañados de resplandor
Nariz proporcionada y sutil, mejillas blandamente rosadas
Labios suavemente llenos y vertiendo carmesí
Cabello castaño de color avellana, partido en dos madejas
Delgado y liso hasta la cerviz y desde allí ensortijado y ondeado templadamente sobre el hombro
Barba bien poblada, con agradable división
Túnica modesta y humilde, cubierta con un manto no prolijo
Pies defendidos con unas sandalias, paso sosegado
Palabras pocas y de gran sabiduría, hombre en suma
Milagroso cuyo semblante y movimiento animaba la divinidad.
 
El padre Valverde compone con las palabras y doctrinas del evangelio hermosos discursos, que hace pronunciar a menudo a Jesucristo, en el capítulo XV del libro tercero dice:
 
No vinculéis vuestras riquezas en la tierra
Donde la carcoma y la polilla la consumen
Los ladrones la desentierran y las hurtan
Poned pues vuestros tesoros en el cielo
Donde no padecerán esos detrimentos y ruinas
Advertid que donde esta vuestro tesoro, allí tenéis el corazón
Seria lástima que pudiendo vivir los vuestros con los ángeles, en los palacios de gloria
Los tratéis como difuntos, enterrándolos con el dinero en compañía de asquerosas sabandijas
Poned los ojos en esas aves del aire, que ni siembran  ni cogen
Ni encierran cosechas en graneros y vuestro padre celestial las viste y alimenta
Vosotros por ventura no valéis más que ellas
Luego con más atención os cuidara vuestro padre
Poned la vista en las azucenas del campo
Considerad como crecen y se adornan
No labran, no hilan, no tejen y con todo eso os aseguro
Que ni Salomón en la más costosa ostentación de sus galas
De su hermosura y majestad, llego a vestirse como una de estas flores.
 
En un párrafo del capítulo XLI libro sexto, que trata de la oración que hace Jesús pendiente en la cruz, el divino lenguaje del prosador sube de punto, hasta encenderse en llamas, dice así:
 
Pero el puñal que más vivamente me atraviesa el alma y rasga el corazón
Es verme así desnudo a la vista de tan varia multitud
Que sedienta de mirarme no quita los ojos de mi cuerpo
Registrando su artificio y hermosura
¡Oh! Que sensible dolor a un recato virgen
Los verdugos después de haberme despojado de mis ropas, las dividieron entre si
Como bienes de malhechor ajusticiado
Sobre mi túnica inconsútil echaron suertes, para ver quien había de llevar
Siendo pues tan rigurosas las fatigas de que me ves maltratado en esta cruz
¡Oh Dios mío ¡ no dilates socorrerme
Envíame poderoso escuadrón de consuelos que sean alivio para mis penas
Ponte en cuidado de defenderme y entiende en esto como en obra digna de tu piedad.
 
En una verdadera epopeya entonada al maestro y redentor de los hombres, joya preciosa de la lengua Española, es castiza, limpia y galana, de movimiento airoso, el estilo elegante y digno de toda ponderación, llena de imágenes y comparaciones bellísimas, de cláusulas y periodos rítmicos, singular privilegio de esta tres veces coronada villa, la ciudad de Lima que lo vio nacer.
 
Los editores de una de las excelentes ediciones de la vida de Jesucristo hecha en Madrid, la imprenta de los señores Rojas en 1872, dicen “podemos anticipar a nuestros suscriptores sin temor de una exageración ridícula, que esta obra llena de originalidad y abundante en datos poco conocidos, campean en toda ella el estilo elegante, la dicción pura y correcta, los giros enteramente castizos de los buenos escritores de principios del siglo XVII en que se escribió.
 
Don Felipe Barreda y Laos, en su obra “vida intelectual de la colonia” escribe “los discursos de Valverde en la vida de Jesucristo, por la intensidad del sentimiento y el vigor de la expresión, en cuadros de suntuoso colorido hace revivir la tragedia del calvario.
 
 
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En el apogeo del siglo de oro de la literatura española y en el llamado siglo religioso de la colonia se alza gigantesca la figura con gran relieve del agustino fray Fernando de Valverde, es lamentable que este insigne agustino sea tan conocido en España y poco menos que ignorado aquí en su patria el Perú, no obstante ser una de sus glorias, pues se dice que son tres los escritores clásicos que tenemos, Garcilaso, fray Valverde y Ricardo Palma.

Palabras Clave: VALVERDE ESPAÑA PERU CLASICO COLONIA MERITO DESTACADO PROSISTA LIMEÑO FAMA HONORES TIEMPO GLORIA ETERNO

Categoría: Material Educativo

Subcategoría: Monografías



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