Mi compaero de celda
Publicado en Dec 15, 2014
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"¿Mi historia? Sinceramente no hay algo interesante que contarles...Ahora estoy en confinamiento solitario porque dicen que yo agredí a un compañero de celda nuevo; bueno, eso sí es verdad, pero aquí parece que defender a un amigo no cuenta...

Les voy a contar.

Ante todo, me presentaré. Mi nombre es Victor Darlack, cuando me encerraron tenía 27 años; había robado varios miles de dólares en un banco de mi ciudad para pagarme una nueva pierna ortopédica pero no logré tapar mis huellas del todo y me lograron capturar. ¿Que qué me ocurrió? Para sintetizarlo, yo estaba cruzando la calle, luz verde para mí, pero un joven descarriado y borracho, me atropello. Tuve suerte, eso es verdad. Solo perdí media pierna, pero pude quedar paralítico...Y eso no creo que hubiera podido soportarlo. Yo soy una persona pobre...apenas pude pagar una pierna ortopédica de madera y astillada...El robo por necesidad no debería ser un crimen...Es una vergüenza tener que recurrir a ello cuando no se puede conseguir trabajo, y peor aún, tener que soportar la humillación; un ejemplo sería cuando me llevaban en el coche patrulla, mi pierna se cayó y se rehusaron a ponérmela de vuelta por miedo a que tuviese un arma blanca escondida para agredir al oficial.

Me dieron 5 años, con posibilidad de libertad bajo palabra. Eso no es tan malo, pensaba, porque 5 años se van volando. Sería un poco más duro si fuesen 10 o 20 años. 

Mi historia comienza a los 2 años de mi condena. Se podría decir que yo era un buen reo porque nunca me metía con nadie: jamás tuve problemas con nadie y tampoco otros me hablaban. No fumaba, no bebía, no me drogaba con otros ni me escondía de los guardias...Casi podría decirles que era invisible. 

Bueno...una mañana, según recuerdo, estaba almorzando en la cafetería y se sienta en mi mesa un reo nuevo. Era algo delgado, tenía un aro en su oreja derecha, el pelo corto y se le notaba la sombra de la barba y el bigote. No tenía una buena contextura física, por eso siempre me preguntaba si saldría vivo si hacía enojar a alguno.
-No te importa, ¿verdad?-preguntó apoyando su bandeja con comida sobre la mesa. 
-No, descuida. Siéntate, chico.-tampoco ganaba nada con negarme. Yo no era de buscarme problemas.
Sin más se sentó y empezó a comer su puré de patatas callado, casi sin mirarme y yo hice lo mismo. 
Al cabo de un rato, casi a medio acabar, dice:
-Lo siento, soy Derek. Llegué ayer.-lo dijo al apurado, como si estuviese nervioso, yo le sonreí y le dije:
-Soy Victor, llegué hace dos años.-y él se rió un poco para dentro.
-¿Qué hiciste para entrar aquí?-preguntó.
-Robé un banco y me atraparon.-no quería contarle a un desconocido mis motivos asi que solo dije aquello, pero él tampoco hizo más preguntas. 
-Yo, por difamación de un político en Massachusetts. El hombre se postuló para secretario de gabinete o algo así, y yo esparcí unas fotos de él y una amante.-yo apreté los ojos cuando lo dijo y acabe de comer mi galleta de arroz.
-Mala jugada...-le dije y él asintió.
-Lo es cuando un político tiene un juez por hermano...-sonrió algo avergonzado.-...así que estaré aquí...hasta que le plazca a alguno de los dos. Eso si no me matan antes.
Ambos reímos y acabamos de comer. Unos 10 minutos después, sonó el timbre y era momento de volver a nuestras celdas. Justo cuando iba a entrar a la mía, Derek entró también y la reja se cerró. 
-Parece que tendrás compañía.-me dijo. Yo no me sentía ni feliz ni decepcionado, era la primera persona que me hablaba en toda la prisión. 

De ahí en adelante, habrán pasado unos meses, pero con Derek comenzó una amistad de lo más agradable para mí. No se confundan ni piensen algo incorrecto de mí, para alguien como yo, que hace dos años que no habla con nadie, fue muy agradable que él y yo fuésemos compañeros de celda. Era agradable, simpático y siempre tenía alguna anécdota divertida que contar. Y lo mejor, es que sabía escuchar. Eso es algo muy importante porque es diferente a que alguien te escuche...por eso estar en prisión es triste. Lejos de que es algo peligroso estar solo y sin un grupo de pertenencia, aquí casi nadie te escucha, solo oyen lo que quieren oír y no les importas tú.

Una noche, luego de la cena, los guardias escoltan a otro prisionero a mi celda y dijeron que sería mi nuevo compañero. Miré con lastima a Derek, no sería lo mismo vivir sin él que vernos en los recesos o comer juntos. Pero pasó algo muy extraño: en mi celda solo había dos catres y el guardia dejó al nuevo y cerraron las rejas. 
Antes de que se fuera, me acerqué a los barrotes y le dije:
-Guardia, espere.-el hombre me miró unos instantes asombrado porque nunca había hablado con él.-No puede dejar al hombre aquí. No hay más catres.
-¿Para qué quiere otro? Dos catres para dos personas, Darlack.-ese creo que fue el detonante.
-¿Pero está usted ciego? ¡Somos tres!-el hombre de volvió a acercar e inspeccionó la celda con la mirada. Dereck parecía triste u ofendido. 
-Gómez es su compañero de celda, adáptese.-y dio media vuelta para irse. Dereck se bajó del catre de arriba y me puso la mano en el hombro.
-Ya, cálmate...que él duerma en mi catre y yo dormiré en el suelo.-pero yo me paré y me aparte de su brazo.
-No, Dereck, no está bien.-el tal Gómez me observaba casi con miedo.-No te acerques a nosotros, ¿te queda claro?-él no me dijo nada, solo refunfuñó en español:
-Que güero tan loco...-y se trepó al catre de Derek. 
No entendí lo que dijo pero lo baje del catre y le dije:
-¿Tienes algún problema conmigo?-y ni bien dije eso, recibió un puñetazo en la nariz, en lo que él me respondió asestándome un golpe en el estómago. Caí de rodillas al suelo, sin aire y abrazándome a mí mismo y escuchando los gritos de Derek pidiendo ayuda. 

Ahí fue donde en verdad tuve problemas. Ese golpe parecía haberme despertado la ira, y me lancé sobre el tipo; le golpee el rostro hasta verlo sangrar e hincharse como un globo. Los reos de enfrente llamaron a los guardias y abrieron la reja, me separaron de Gómez y me arrastraron a las celdas de confinamiento solitario.

No sabría decirles cuánto tiempo ha pasado desde ese conflicto, pero ese exabrupto mío me condeno a 2 años más sin libertad condicional. Aunque no lo crean, no me arrepiento de lo que hice…De algún modo u otro, me hizo sentir mucho más vivo que en 27 años de mi existir…
Lo que sucedió luego, ha marcado una diferencia en mi modo de vivir ahora…
Dereck vino de visita. De la nada, lo vi frente a mi celda, agarrando uno de los barrotes con una mano. Me paré de la cama y le sonreí a mi viejo amigo. 
-Qué mala pinta tienes, viejo.-me dijo.-Casi pareciera que estás en prisión.-ese mal chiste logró hacerme reír...
-¿Qué tal te ha ido?-le pregunte.
-No puedo quejarme, ayer fue mi último día...asi que pude lograr que me den un momento para verte.-esa noticia me puso muy triste.-Ánimo, Victor. No te dejare solo, no tengo una vida allá afuera...asi que tomé una decisión, hazme un lugar.-eso me dejo atónito. Derek abrió la reja, entró y la cerró de nuevo. Luego se sentó a mi lado. 

Su compañía siempre me resultó un alivio...pero ahora apenas podía hablarle. Me daba miedo...a veces él se sentaba en el suelo a un lado de mi cama y se me quedaba viendo…a veces por horas…Sentía escalofríos en mi espalda tan solo el pensar en regresarle la mirada...
En lo que antes nos pasábamos horas hablando, ahora solo me quedaba en silencio. Cuando él de vez en cuando me hablaba, yo solo respondía de forma corta y simple y volvía a callarme.
Todo empeoró cuando el psiquiatra de la prisión venía a analizarme; me daba de tomar unas pastillas una vez al día para "mis nervios" y el estrés, y eso lo enfurecía mucho a Derek. Se enojaba y no me hablaba por dos días, a veces por más tiempo...
 
Debo confesarles…cuál fue el momento en el que el miedo se apoderó de mí…
El guardia que siempre venía a traerme el almuerzo y la cena, siempre traía solo un plato para mí y a Derek jamás le traía nada, y nunca le di importancia pero luego, una noche, mire a Derek y le pregunte:
-¿Por qué nunca te traen nada para comer? Ni siquiera parece que les importe que tú estés aquí.-él solo se encogió de hombros.
-Últimamente, no he tenido hambre...además, a ellos no les importo, asi que, da igual si estoy aquí o en cualquier lado...

Me senté un momento en el suelo, dejando la comida de lado, y me puse a reflexionar...Me puse en frío y me relaje. Luego, me puse de pie sin mirarlo, camine hacia los barrotes y apoye mi cabeza sobre uno de ellos. Entonces, tragué un momento saliva, y le pregunté:
-Derek... ¿tú existes?

Hubo un largo momento de silencio y luego escuche:
-Dímelo tú..."
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Foto del autor Nina Moon Ritchway
Textos Publicados: 30
Miembro desde: Jul 15, 2010
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Descripción

En este cuento de suspenso, conocern a un hombre que olvida lo frgil que puede ser la mente en la soledad. Pueden leerlo aqui o escucharme leerlo en mi canal. https://www.youtube.com/watch?v=CQG7HbU89Zk Ojal les guste.

Palabras Clave: (celda carcel soledad imaginacin miedo tristeza ataque venganza psicologico)

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio


Derechos de Autor: Derechos reservados para AliceCullen0350

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=CQG7HbU89Zk


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