La leyenda de Sarah Sallem
Publicado en Dec 15, 2014
No deberán tomar lo que les diga como un chiste…Ella está viva y está libre por las calles. Lo mejor será que me escuches y no eches a un lado mi advertencia. Déjame contarte…
En ese entonces, yo tenía nueve años…Todo comenzó con mi abuela… Mi abuela siempre fue una persona muy extraña...Siempre era distante conmigo y con los demás miembros de la familia. Mamá siempre decía que ella siempre había sido muy solitaria; fue una madre soltera y crió a su hija sin ayuda, aunque siempre se le veía cansada y algo melancólica debido a su soledad. Mamá me contaba que, para llenar ese vacío en su interior, a mi abuela le encantaba hacer muñecas de trapo. Casi todas las vendía pero algunas le gustaban tanto que no las podía dejar, asi que las dejaba en un estante en su habitación donde tenían un panorama casi completo de ella. Nosotras la visitábamos los fines de semana, cuando no tenía escuela. Ella casi siempre estaba haciendo una muñeca cuando la interrumpíamos. Una tarde, mi abuela me enseñó una muñeca que, de la nada, había aparecido en su porche en una caja roja de regalo. Ahí…estaba Sarah. Era una muñeca de trapo algo sencilla; su cabello era de lana color rosa, tenía una falda violeta, enaguas blancas mal cosidas, zapatos negros simples de tela, una camisa sin mangas y un saco negro cosido a su cuerpo con un botón rojo de una mariposa. También tenía un gorrito negro cosido a la cabeza, dos ojos de botón y una sonrisa pintada con labios negros. La abuela me dijo que se llamaba Sarah Sallem, aunque ahora ese nombre simplemente me da escalofríos. -“¿Por qué Sarah?”-le pregunté mientras la sostenía y la miraba. -“Así se llama”.-me dijo la abuela.-“Vino con un especie de poema. Asi es como se llama, yo supongo”. A mí me parecía bonita y le pregunté a la abuela si me la regalaba, pero ella se negó. Me dijo que si esa muñeca había aparecido allí, significaba que ella debía estar con mi abuela. Me sentí triste al principio aunque me prestó la muñeca para jugar con ella en el patio mientras esperaba la merienda. Jugué en el patio con Sarah casi toda la tarde. Nos columpiamos, corrimos por el prado, nos trepamos a un árbol y la subí a mis hombros para que cabalgue sobre mí. Llegó un momento que me había cansado y me acosté bajo un árbol para descansar, pero me quedé dormida abrazando la muñeca. Cuando desperté, estaba recostada en el sillón de la abuela. Mamá me trajo del patio para que no me resfríe. Ya había anochecido…y se puso a llover. Nos quedamos a cenar con la abuela y, en medio de mis espaguetis, dije: -“¿Y Sarah?”-la abuela me miró casi presa del pánico. Se levantó y salió al patio, aun con la lluvia a cuestas, para buscarla…Al cabo de unos minutos, regresó con la muñeca en brazos, como si cargase a un ser vivo. La pobre Sarah estaba empapada… Después… Solo dos días después, mi abuela murió… Mamá me dijo, al cabo de varios años y luego de cumplir trece, que había tenido un accidente en la casa. Se resbalo con una de sus pantuflas y cayó por las escaleras hacía el sótano…Eso me entristeció mucho porque ella no merecía morir asi… Es aquí donde mi horror empieza. En la noche de mi cumpleaños número catorce, luego de una gran fiesta y antes de ir a dormir, fui a mi cuarto y abrí uno por uno mis regalos. Había de todo: zapatos, cedes, remeras, pañuelos, un gorrito de lana purpura, un par de libros (algo gruesos…) y, cuando me disponía a recoger los envoltorios, mamá entró con un paquete más. Era una cajita mediana de color rojo con un listón rosa, no era pesada pero no tenía nombre. Mamá dijo que simplemente lo vio en la entrada y que quizá algún amigo lo dejó ahí. Al abrirlo… -“¿Qué es, hija?”-preguntó mamá. -“Es…una muñeca…”-dije pensativa. La saqué de la caja.-“Mamá, ¿ésta no es la muñeca de la abuela?”-la observamos y ella me dio la razón.-“Era la muñeca preferida de la abuela…Sarah se llamaba”. -“No me explico cómo llegó aquí”.-me dijo.-“Todas las cosas de tu abuela fueron regaladas”. -“Un regalo del cielo”.-le dije sonriendo y ella simplemente no pudo decir nada más. Besó mi frente y salió de mi cuarto. Supongo que tales palabras hacia su madre fueron más que suficiente para que Sarah se quedase sin miramientos. Suspiré mirando a Sarah, yo ya estaba muy grande para muñecas, pero ella me hizo sentir especial. Asi que sonreí y la abrase, como si abrazase a la pobre vieja… Decidí ponerla en mi mesa de noche junto a mi lámpara, no podría jugar con ella de nuevo pero al menos podría acompañarme. Fue entonces como, al guardar su caja, encontré un papel doblado algo arrugado. Lo desdoblé como pude y, rodeado por unos dibujos de enredaderas marcadas de rojo, noté una especie de poema en letras rojas y negras. Pero escondido y no muy marcado, pude leer una frase en rojo: “No leer en voz alta”. Aquello me pareció, de primeras, una broma de mal gusto. El papel estaba arrugado y doblado casi de mala gana, asi que, pensé, debía ser un chiste del que me dejó la muñeca. Todo pensamiento cayó cuando leí mentalmente el poema: ‘Sarah Sallem es una muñeca hermosa, tiene un corazón vivo y pelo rosa. Tiene ojos de botón y todo lo puede ver, sabe cuándo huyes, y cuándo vas a perecer. Sarah Sallem es muy bondadosa, pero es muy traviesa cuando se enoja. Sarah Sallem será tu amiga, pero si la molestas, corre deprisa.’ Respire hondo y miré a Sarah. Ahí estaba, quieta, mirando a la nada, en la misma posición en la que la había puesto. Debo admitirlo, ese poema me puso algo nerviosa; ya no pensaba en ello como una broma. Suspiré y dejé el poema en el escritorio de mi biblioteca, me incliné hacia Sarah y la observé unos instantes. Si hubiese sabido lo que se avecinaba, hubiese quemado de inmediato la muñeca; al final, solo negué con la cabeza y junte los envoltorios de los demás regalos para tirarlos a la basura. Luego me cambié y me preparé para ir a dormir. Hice solo una cosa antes de apagar la luz: le dije ‘buenas noches’ a Sarah… Aun en clases, seguía pensando en el poema. No sentía miedo pero por algún motivo, no me dejaba tranquila. Era como si ya no pudiese ver a Sarah como una muñeca…aunque tampoco sabía cómo debía verla. Regresé a casa junto a Deborah, Ailin y Diane, mis mejores amigas. Y fue ahí donde la pesadilla se desató. -“¡Pero que bella es!”-dijo Ailin sonriendo y tomando a Sarah entre sus brazos, abrazándola con ternura. Ella siempre fue alguien dulce y tenía fijación por las muñecas y los ositos de felpa.-“Es muy bonita, yo la quiero…” -“Ah…pero cómo eres, Ailin…”-dijo Deborah, suspicaz. Ella era la más “realista” del grupo, además de que era muy inteligente. Lo único triste, es que le costaba ser más abierta o más espontánea.-“Es solo una muñeca.” -“Yo creo que es muy linda también”.-dijo sonriendo Diane. Ella tendía a ser alguien neutral…a veces hasta indecisa.-“Las muñecas siempre han sido tópicos de magia y belleza, además de estética, no solo para jugar”. -“Ya…”-Debby se rascó la nuca observando a Ailin haciendo bailar a la muñeca.-“¿De dónde la sacaste?”-me preguntó. -“Pues…alguien me la regalo para mi cumpleaños”.-contesté abrazando un cojín. -“¿Alguien?”-repitió. -“Es que mamá la encontró en la puerta, dentro de una caja para regalo, y creímos que alguien la había dejado ahí para mí, pero no decía de quién era”. -“Vaya… ¡Un paquete fantasma!”-gritó emocionada Ailin. Eso me dio un escalofrío. -“¿Fantasma?”-tenía los ojos como platos. -“Ailin, los fantasmas no existen”.-Debby se levantó y miró en mi biblioteca.-“¿Tienes algún libro nuevo?” -“Mi madrina me regaló ‘El guardián en el centeno’, ¿quieres hojearlo?”-le pregunté pero ella agarro el poema de Sarah. Sentí por un instante que la sangre se me había helado. -“¿Qué es esto?”-trató de desarrugar el papel para leerlo mejor.-“¿Un poema?”-tardé en contestar. -“Ehm…vino con la muñeca…creía que era una broma…” -“Aquí dice que no hay que leerlo en voz alta, tal parece que querían asustarte”.-Deborah se rió y volvió a sentarse con nosotras aun con el papel en la mano. -“¿Qué dice?”-preguntó Ailin y Deborah se lo dio. -“No, por favor, no lo leas”.-la mire suplicante a mi amiga, pero Ailin no era de las chicas que tenían sentido común. -“No va a pasarte nada, no te asustes”.-se rió ella.-“¿Quién es Sarah Sallem?” -“Creo que es el nombre de la muñeca…”-la mire un momento, Ailin la tenía en su regazo y curiosamente me estaba mirando.-“E-el poema hace alusión a ella, asi que supuse que ese sería su nombre”. -“Alguien tiene miedo…”-Ailin me miró casi desafiándome pero yo escogí no contestar, Diane me tomó de la mano. -“Para superar un miedo, debes enfrentarlo”.-me dijo con algo de confianza pero yo no tenía miedo, estaba muy nerviosa… -“Mira, lo leeré yo, así me matarán a mí y no a ti”.-Ailin se rio y, después…leyó el poema fuerte y claro… -“…pero si la molestas…corre deprisa…”-cuando acabó, todas miraron alrededor del cuarto, por si algo pasaba. Efectivamente, nada ocurrió.-“¿Ves? No pasó nada…”-entonces soltó un grito: la muñeca se subió a su rostro y parecía taparle la nariz…pero todo era una broma de Ailin. Logró asustarnos a muerte y ella se rió bastaste.-“Vamos, era una broma”.-sostuvo a la muñeca y la observó.-“Es solo una hermosa muñeca con un poema gracioso”. -“No fue gracioso…”-dije y me abrase a Diane casi llorando. -“Vamos, Julie…”-me dijo Debby.-“Es solo una muñeca y este poema solo es una broma”. Quizás era solo mi imaginación pero parecía que hasta Deborah estaba asustada por lo que Ailin leyó. Esa noche fue la peor de mi vida: estaba dormida y de a poco, mi sueño empezó a oscurecerse. Sentía que me estaba ahogando y por más que estirase los brazos, no podía salir de ahí. ‘No me defendiste…’ Una voz me habló desde la oscuridad…era mitad dulce, mitad fría… ‘¿Por qué dejaste que lo leyera? ¿Por qué dejaste que me trate así?’ Intenté gritar pero la voz no lograba salir de mí, algo parecía estarme apretando. ‘Creí que eras mi amiga…’ Sentía un dolor punzante en mi mejilla y me ardía mucho. ‘No me hagas enojar…’ Fue entonces que, por fin pude despertarme. Encendí de inmediato la luz y noté que estaba envuelta en mis sábanas; estaba apretada contra mi pecho y cerca de mi cuello, por eso sentía una sensación de ahogo. Respiré hondo y resolví ir al baño, descargarme y lavarme la cara. Dicho y hecho, una vez terminada, me lave las manos y me lave la cara… Sentí un leve ardor en mi mejilla y vi en el espejo que estaba sangrando. Era una cortada pequeña y no muy profunda, parecía un raspón pero…salía bastante sangre. Me cubrí con un poco de papel y lo limpié, luego me puse un poco de gasa. “Qué torpe soy”, pensé. Me sentía estúpida, ¿cómo pude cortarme de aquella forma? Peor, casi podría haberme asfixiado con mis propias sábanas. Fui a la cocina a prepararme un té. Necesitaba relajarme para volver a la cama…De a poco, fui recordando fragmentos de esa voz en mi sueño. Era una voz que jamás había escuchado pero me daba miedo conforme recordaba aún más sus palabras…Al volver a mi cuarto, vi a Sarah. Estaba igual que siempre, sentada en mi mesita de noche. Bebí mi té y respire hondo antes de volver a taparme bien para dormir. Miré a la muñeca de nuevo y, si bien no le dije ‘buenas noches’, le dije ‘perdóname, por favor’. Durante el resto de la noche, nada más pasó. Ailin pasó por mi casa al día siguiente. Íbamos a ir juntas a comprar material para un proyecto escolar. -“Vaya, aquí está la hermosa muñequita maldita”.-Ailin volvió a burlarse de ella. -“Déjala en paz…”-le dije mirándola seria.-“No la molestes”.-pero Ailin la levanto y la hizo bailar. -“Seguro es tan tierna estando enojada”.-siguió burlándose y por más que le pedí, por favor, que se detuviera, ella siguió jugando. Suspiré resignada. Salí un momento de mi cuarto, para preguntarle a mamá si había visto mi billetera, fue entonces que escuchamos un grito y golpes extraños contra el suelo. Subimos las escaleras y vimos que mi biblioteca y todos los libros habían caído sobre Ailin. Estaba muerta. La noche del funeral, al regresar a casa, me pase casi una hora observando a Sarah. Solo observándola, como si esperase algo de ella…En un arrebatado golpe de realidad, me levante de la cama y me di un ligero golpe en la frente con la mano. -“Cálmate…”-me dije.-“Estás alucinando…es solo una muñeca”. Ojala… En ese momento, el foco de luz de mi cuarto explotó y los vidrios cayeron en mi cabeza. Ahogué un grito, nerviosa y respiré hondo. Tomé mi linterna y apunte a la lámpara. El foco entero había estallado…Un simple movimiento de linterna me llenó de terror, pues la luz dio al lugar donde yo había colocado mi muñeca pero Sarah no estaba allí. Pude haber muerto: los tornillos de mi ventilador de techo parecían haberse aflojado y éste iba a caer sobre mí, pero me tiré al suelo lejos de él y me salvé. Estaba presa del pánico aunque la voz parecía haber desaparecido… -“¿Julie?”-dijo mamá que subía las escaleras…Sarah estaba en uno de los últimos escalones pero mamá no se la vio, la pisó y cayó de espaldas, quebrándose el cuello… Bajé de inmediato a verla pero ya estaba muerta; mis lágrimas mojaban su rostro mientras inconscientemente la movía para que despierte…pero era tarde...aquella muñeca causó la muerte de mi madre... Después de esa noche, Sarah Sallem desapareció de mi casa: la busque por todas partes pero no la encontré, ni a ella ni a su poema, ni siquiera la caja de regalo con la que la encontré. A veces pienso que todo fue una pesadilla, aunque mi madre está muerta. La policía me interrogó pero si les llegaba a decir que una muñeca causó estos desastres, iban a tomarme por loca. Opté por decir lo que paso omitiendo detalles. Ellos vieron que los tornillos de mi ventilador estaban oxidados y que era cuestion de tiempo para que cayese; y las escaleras siempre son un riesgo y más si el piso es de manera, uno puede resbalar muy fácil. No. Siempre fue ella y siempre sabré que fue ella... Esta es la única foto que tengo de ella. Ailin la tomó con su celular y yo la pude recuperar. Ten cuidado si te llega un paquete rojo a tu casa…Si llegas a encontrarte a Sarah, no leas en voz alta su poema, o una desgracia ocurrirá.
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