Cogulos de nieve
Publicado en Jan 13, 2015
Siendo las 15.32 hs del 3 de noviembre de 1940, la operadora de turno, de nombre Susan, logra la comunicación entre las ciudades de Londres y Amberley.
De un lado, con las manos sudadas y el corazón conmovido, se encontraba Ana, dentro de su casa en Amberley Del otro lado, en el hospital Memorial de Londres, Robert, con las manos vendadas y el corazón rozado por una bala, esperaba por la voz de Ana, más otra cosa no le importaba ya en este mundo. – Ana, ¿me escuchas?, soy Robert. – Sí, acá estoy. – ¿Cómo te encuentras Ana? – Bien, Robert, ¿y tú? – Ahora estoy felíz Ana. Quería escucharte…quería sentirte un poco más cerca. Robert continúa hablando, está emocionado y no quiere ocultarlo, en pocos segundos saca del fondo de su pecho los deseos guardados hace un año. Y llena el espacio de este tiempo con todas las nuevas maneras que ha encontrado para comunicarle a su querida lo tanto que la ama. Ana permanece callada, escuchando. – ¿Sigues ahí, Ana? –Sí. – Estás silenciosa Ana, ¿te encuentras bien? A Ana le vibra el cuerpo. Huele aromas de azucenas, pero bien sabe que no hay azucenas en el jardín en esta época del año, pero ella las huele. Huele el aroma de Robert, lo busca entre las azucenas,a través de la ventana, pero bien sabe que no está allí, pero lo huele. – Mi Robert, tenía tantas palabras, tantas frases armadas y ahora tiemblo como una chiquilla y no sé que decirte… ¿cómo estás de la herida?, por favor cuéntame. – No digas si no puedes, sólo cálmate mi amor, a través de este cable estoy a tu lado después de tanto. De la herida estoy mejorando, no te preocupes. – ¿Cuándo regresarás?, te extraño mucho y tengo tanto miedo. – Pronto Ana, nadie más que yo ansía tanto mi regreso. ¿Cómo están tus padres? – Ellos están bien, aunque preocupados por mis desvelos, por la angustia que parte mi cuerpo en dos mitades iguales por no tenerte. Me ayudan bastante y también te extrañan. – Ana, en una carta tenías una noticia para darme. ¿Me podrías decir de qué se trata? – ¿Crees que dicha noticia no sumará preocupación en ti? – Dime Ana, por favor. Siendo las 15.36 hs la comunicación se interrumpe. Un bombardero nazi lanzó bombas sobre Londres y una alcanzó al hospital Memorial. En Amberley, Ana sostuvo en la mano el teléfono por veintitrés minutos,en el más profundo silencio. Luego salió al jardín y se sentó en el banco donde siempre se sentaba junto a Robert. Apoyó sus pies descalzos sobre la seca hierba. Imploró, a alguien que se encontraba entre las nubes del cielo, por la salud de su amado. Y el cielo le envío una respuesta inmediata. Los primeros coágulos de nieve cayeron, juntos a otros coágulos del corazón de Ana, llamados lágrimas.
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karla fernanda perez figueroa
Nlida
Hola Daniel, gracias por compartir tanta belleza, vaya mi reconociento y admiración, un abrazo
MdelcTalavera
Me detuve en tu perfil, y me llamo mucho la atención de tu historia, muy linda y romantica la descripcion que hace de amor separado por la distancia y las circunstancias.
Saludos
Mdelctalavera
sirenia
Lucy reyes
Felicitaciones, qué bien escribes.
Cordial saludo, Lucy
daniela
Lorena Mercedes
Saludos cordiales!
Maria del Rosario
Muy lindo Daniel, siempre tan enfocado en la guerra y sus devastadoras consecuencias y allí... el amor, que se hace mas fuerte porque el dolor siempre fortalece.
Llevas bien un estilo y un tema inagotable...
Felicitaciones.
Un abrazo.
maría
Mara Vallejo D.-
Tu historia emana imágenes hermosas y tu descripción ha sido impecable. Gran texto has compartido, amigo mio.
Felicito al escritor.
Abrazos
daniel contardo