La soledad entre las parejas es secuela del desamor labrado por la subsistencia rutinaria, por la simpleza ante  los pequeños detalles, pero simbólicos,  para una mujer de alma romántica,  que se siente desatendida por no tener ni una sola palabra de afecto, un beso, una caricia, una flor, lo que ha experimentado día a día, y  dando tiempo al tiempo,  con la ilusión de que se presente la ocasión de disfrutar de  un gesto de ternura, pero,  se encuentra junto a su pareja carente de expresiones,  que alimenten el bello sentimiento del amor entre dos bendecidos un día por Dios.  Tal río en una selva solitaria solamente escuchándose así mismo, su propio ruido, ante tanta soledad, que son como voces quebrantándose para  hacerse escuchar, sentir, y ser admirada,  por la belleza que lleva en sus ondas, despejadas y puras aguas, que comparte con sus intimas  y aliadas,  aquellas de diferentes formas, tamaños y tonos que no sienten por ser, como son,  piedras que las aguas rosan, sin apreciar ni el más minúsculo suspiro.
Cuando me sumerjo en la inmensidad del silencio que no lo prohíbe nada, la voz de mi interior se estremece al apreciar como las hojas secas caen,  y pensar  que para ellas ya no hay esperanzas, aunque son las que adornan el otoño, para dar paso a una nueva estación, donde todo vuelve a florecer, dando a esta vida color, sabor y alegría, a pesar de todas las reveses.  Y regresando de mi viaje por los senderos del corazón estrecho y amplio a la vez me encuentro aquí, con esta frase desahogándose al salir libremente, la cual me deja sin aliento…
 
El vacío que se siente en el pecho
Es tan grande como el de mi lecho
Tan simple y efímero
Retándolo con notable esmero.
 
Y se cae en la sombra  de días sin luz y noches de ensueño, esperando conciliar el sueño, para enfrentar un nuevo día, mañana … siempre esperamos el mañana del que nunca estamos seguros, hasta que llega convirtiéndose en mejor el presente.