Historia sin final
Publicado en Jan 15, 2015
Doy la tarde a todas aquellas personas que significan para mí lo que la pluma a las buenas historias. Sobre todo, y en particular, a las musas que revolotean convirtiéndose en el sostén y la inspiración cuando la desgana vence al ingenio, y escribir resulta tan tedioso de no haber nada que aportar. El hecho, es que esta vez lo hay, y empezaré, a título de privilegio, encumbrando a las razones diarias que se revierten en regalos inefables con el único fin de avanzar y prosperar dentro de este jardín espinoso y bello al mismo tiempo. Trataré por tanto de relatar la pequeña y dulce historia sucedida hace unos días: El camino que conducía al promontorio evitaba vislumbrar las escasas esperanzas de volver a verla Ella descansaba, a la sazón, en las tierras flotantes sobre el pueblo, un rincón estable y anegado de maravillas naturales. Grandes palmeras rodeaban el enorme recinto ubicado sobre la cantera que explotaba los escasos recursos hídricos del valle, tornándolo aún más prohibido e inalcanzable Los llamaban los Andinos, dado su origen meridional. La claridad de su voz y sus sonrosadas mejillas eran de la misma intensidad que el brillo de su poder, y ello fuera seguramente la raíz de las envidias que vagaban sin temor. La gente los tenía por una raza maldita, fruto de las diferencias lógicas de la tierra y los modales, entre la burguesía y unas bestias atoradas en tradiciones arcaicas, pero el quiste de la felicidad en sus rostros suponía la mayor de las pesadumbres. Mara era la hija pequeña y el color de la mañana, el período transitorio que discurre desde el nacimiento del sol, al frescor de la ribera estival del arroyo. Madre me reñía por estar como un lobo merodeando con la misión de encontrar su piel estampada en los alrededores.
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Mara Vallejo D.-
La continuación de tu historia e inminente, aunque el título diga . . . ¿Vale?
Buen comienzo.
Abrazos
Elvia Gonzalez
Enrique Gonzlez Matas
COMIENZA BIEN, INTERESANTE, Y ESPERO QUE CONTINÚE POR ESE BUEN CAMINO EMPRENDIDO.
UN FUERTE ABRAZO.
Federico Santa Maria Carrera
Don Javier, junto con mi respeto sincero, le sugiero concluya buenamente su cuento ya que cuenta usted con capacidades que de gran forma se le advierten. Así podrá de manera justa cambiar el nombre de esta historia y proporcionarnos el placer de leerla.
De todas formas un saludo cordial.