Mi primera vez fue lsbica.
Publicado en Jan 19, 2015
Ahora lo puedo decir con total propiedad de consciencia, que mi primera experiencia sexual fue simplemente circunstancial y no me llegó a causar consecuencias nefastas. El hecho de haber logrado un título en psicología, sin dudas, me ha ayudado a conseguir en ello el equilibrio necesario en mi aceptación.
Soy mujer y mi primera vez lo hice con una igual. Las dos teníamos dieciséis. Éramos compañeras de curso y amigas inseparables. Para mí, Laura, era la muchacha más linda y espectacular de todas, pero según ella me confesaba, yo era la mejor. Desde hacía un año atrás, nos habíamos dado la una a la otra toda la confianza, la lealtad y el afecto que dos amigas se pueden dar. Fuera de los estudios coincidíamos igual, yendo juntas a todo lugar y en los últimos tiempos de la víspera en cuestión, cada fin de semana pernoctábamos en su casa u otras veces venía ella a la mía; pero siempre para el efecto compartíamos nuestras camas. Los padres, aun en la actualidad, mantienen esa confianza para con sus hijos adolescentes, sin negar que, al respecto, las estadísticas han declinado si las comparamos con los índices de hace un tiempo. Sin dudas, hoy más que ayer, se tiene más noción que dicha permisividad contiene ciertos riesgos. Laura, en aquel entonces, ya mostraba poseer tendencias lésbicas un tanto notorias y en aquellas noches que dormíamos juntas jugaba ella verbalmente con ciertas insinuaciones, como adular las curvas y elementos de mi cuerpo indicando que ellos eran muy apetecibles y que fácilmente podían ser la dicha de alguien. Además, por lo general se mostraba cariñosa de piel, se ofrecía, por ejemplo, para darme masajes, me acariciaba los hombros, o la espalda y le gustaba dormir abrazada de mí, cruzando su pierna por encima de las mías. Expresándolo desde una arista especial, mi afecto por ella era sano y sus conductas no me incomodaban, por lo contrario, las sentía graciosas y agradables. Una de aquellas noches terminó por convertirse en diferente. Los padres de Laura asistieron a una comida con amigos y, en consecuencia, su hora de regreso se prolongaría hasta avanzada la madrugada. Aparte de ello, su hermanito menor, de tan solo siete años, se dormía muy temprano en su cuarto y se ausentaba de manera total del resto del mundo. De esa forma el escenario quedó a íntegra disposición de nuestra libre privacidad. Desde un comienzo Laura se mostró entusiasta, insinuante y juguetona conmigo. En un principio la inocencia no me permitió advertir con claridad el objeto de su excitación, pero cuando nos dispusimos a meternos en la cama comprendí las intenciones de su efusividad y en una mezcla de curiosidad con un tanto de contagio inevitable de deseo sexual, cedí sin restricciones a las exploraciones táctiles que Laura comenzó a realizar por mis partes íntimas. No niego que hubo un par de instantes de titubeo, pero también debo confesar que la vehemencia de ella me arrastró hacia su ritmo y repliqué varios de sus gestos con entero agrado. En el acto, Laura había superado sus límites y se entregó por entero a sus afanosos y diversos movimientos, demostrando con creces su placer y cuando pude advertir el preciso instante de su fantástico orgasmo, choqué directo contra la dureza del desconcierto y desaceleré mis revoluciones, quedándome acurrucada, muy quietecita e inerme, flotando entre pensamientos de preocupación, desconcierto, risas y humor, mientras que ella no escatimaba seguir gimiendo su gozoso cansancio; hasta que logré sumirme en un sueño total. Durante los días posteriores no evitamos comentarnos sobre nuestra aventura especial y desembocamos plenas de humor en dos conclusiones; una fue que no nos arrepentíamos de haberlo hecho y la otra que haríamos el intento de repetirlo a la brevedad. De hecho así fue. Lo hicimos unas tres o cuatro veces más, sin embargo, yo nunca logré los éxtasis plenos que ella si mostró en cada oportunidad y que yo, posteriormente, en unas relaciones heterosexuales, pude constatar para mí. Con el tiempo nos alejamos y no la he vuelto a ver, sin embargo, la recuerdo con cariño y sin quejas; y si por esas casualidades de la vida la tuviera ahora frente a mí, la estrecharía fuertemente entre mis brazos y besaría cariñosamente sus dulces labios. Nadia N. Romano C. Der. Res.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Ahora bien: Asumida la identidad, ya no merece el castigo que antes las sociedad desplomaba sobre la persona ni tampoco hoy esa identidad asume una culpa que deteriora su vida. Lo que antes era secreto, hoy está a la luz y si ese es el sentir. asì se asume
Buen relato, transparente y cálido
Felicitaciones
Nadia Nada Romano Cruz
De todas formas el tema para mi es asunto superado y me es grato manifestar que la heterosexualidad en el presente es mi opción primordial.
Un gran saludo, amigo.
Maria del Rosario
Joven amiga, me ha encantado leer tu texto y te felicito.
Bienvenida a Textale.
Un abrazo.
María del Rosario
Nadia Nada Romano Cruz
Cariños, Mery.
Federico Santa Maria Carrera
En primer término debo dejar constancia que es un trabajo maravillosamente bien escrito, puesto que describe con claridad los pormenores, los tiempos y las circunstancias, sin dejar matices al azar.
En segundo lugar, tanto o más importante, es justo destacar que el tema tratado, más que delicado, ha sido osado, porque queda dignamente expuesto que la valentía al ventilar esta confesión no tiene por qué menoscabar la honra, la decencia y la nobleza de un ser que solo ha dado pasos sublimes.
Buenas sorpresas nos traes para deleitarnos, Nadia Nada.
Un abrazo.
Nadia Nada Romano Cruz
Encantada de contar con su participación en mi espacio y aprovecho de decir que sus escritos son fabulosos.
Mi afectuoso saludo, señor.