Te imagino bailando para mí (+18)
Publicado en Mar 08, 2015
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Te imagino bailando para mí, yo sentado al borde de la cama. Tú traes ropa interior negra de encaje, sabes que me encanta. Sólo traes ese conjunto y unos tacones, no demasiado altos. Mueves tu trasero al ritmo del jazz. Me encanta y trato de agarrar tus nalgas pero me das un manazo. Te mueves sensual, sabes que me tienes al borde del abismo...  Aprietas tus pechos y pasas tu lengua suavemente por los labios. Me encantan tus labios pintados de rojo. Traes un look de puta, a eso nos gusta jugar. Pones tu tacón en mi entrepierna, lo deslizas por mis muslos... Tomas mi cabeza, jalas mi cabello hacia atrás y me das un beso profundo y ensalivado. Me encanta la danza, la perversión y el atrevimiento. Pasas las uñas largas por tu cara. Me encanta tu cuerpo, es un cuerpo real, de mujer, no de revista o de esquelética sin chiste. Tu cuerpo es verdadero y eso me excita mucho más que cualquier otra cosa. Ahora sí me dejas acariciar despacito tu pubis, por encima del calzoncito de encaje negro. Muevo mis dedos en suaves movimientos ondulatorios, los muevo hasta sentir un reflujo de olas saladas en el mar de tu alma. Muevo en ligeros vaivenes, aun a través de la tela sientes el toque de mis huellas dactilares recorriendo tus labios vaginales y tu clítoris. Paso mi lengua por en medio de tus pechos y subo en un sólo lengüetazo hasta tu garganta, tu quijada y tus labios. Me pongo de pie para besarte. Meto mi lengua en tu garganta y te acaricio la cara mientras te beso, también te acaricio el cabello. Te doy un abrazo y te sientes pequeñita entre mis brazos, eso me gusta.  Te quito el sostén y bajo lentamente tus bragas, te sientas sobre mí, sobre mi verga dura y caliente. Beso tus pezones y los muerdo, sé que esa es tu debilidad y me aprovecho; comienzas a cabalgarme suavemente, te gusta sentirme dentro de ti mientras te colmo de besos y susurro a tu oído lo que me encanta estar dentro de ti. Te atraigo de las nalgas para que me sientas aún más dentro, mi verga se va endureciendo en la calidez de tu sexo. Doy gracias al universo por tanta belleza, rezo poemas sucios entre dientes agradecido por el milagro del sexo y la vida. Me gusta morderte los pechos hasta que queden oscuros y duritos, sensibles y erectísimos. Agarro tus nalgas y te atraigo más y más, sientes mi verga cada vez más gruesa, abriendo tus labios vaginales con su dureza. Beso tu boca, te atraigo en una flor de loto. Me encantas desnuda y entregada. En ese momento de entrega y devoción, el placer es un milagro y tus uñas se clavan en mi espalda dejando ligeros surcos de lujuria. Te siento más mía que nunca y me siento más tuyo que siempre, sólo por un momento en el que nos hundimos en la contemplación estética del erotismo de la nada. Te mueves más rápido, lanzando tu sexo sobre mí como una devoradora de mundos, arqueas, levantas tus caderas y succionas con ternura y rabia mi sexo. Te imagino amazona implacable, eres belleza total y obra de arte. Gritas mi nombre rompiendo las estructuras del infinito, me besas, me abrazas. No me quiero venir todavía, no aún en esa delicia y ese embelesamiento que me eriza los cabellos del cuerpo. Qué rico coges, amor, te susurro al oído y te muerdo la oreja acto seguido. Luego me salgo de tu calidez, me pongo detrás de ti y comienzo a masturbarte de nuevo, esta vez metiendo mis dedos en tu cueva. Te acuesto boca abajo, y comienzo a escribir con mi lengua un poema en tu espalda, desde tu nuca hasta tus nalgas escribo sobre las estrellas, tu cuerpo es mi galaxia y yo soy tu vía láctea. Pongo una almohada debajo de tu pubis para que tus nalgas queden apenas inclinadas. Me encanta verte así, me excita el huequito que se hace en tu espalda baja. Pongo un poco de lubricante en mi pene y penetro suavecito tus nalguitas. Una ola de dolor recorre tu cuerpo, como un aire eléctrico en los huesos. Te estremeces pero a la vez, me arrojas, arrogante y altiva, tus nalgas, Te inclinas un poco más y esta vez meto mi verga despacio pero hasta el fondo, lanzas un pequeño aullido que inunda el cuarto. Clavas tus uñas rojas sobre las sábanas blancas pero me pides que no me detenga. Una mezcla de sensaciones recorre tu cerebro, descubres, para tu sorpresa, que las conexiones neuronales entre el dolor y el placer son muchas. Tu coño está mojadísimo. Meto mi mano por debajo de tu cuerpo para tentar tu clítoris, lo siento húmedo y meto primero un dedo, luego dos en tu cueva apretadita. Por breves instantes sientes como si dos penes te estuvieran atravesando de placer, mis dedos se mueven al ritmo de mi pelvis, el choque contra tus nalgas hace un sonido que para mí es una orquesta de ángeles. En esa dialéctica extraña, sintiéndote una puta que recibe dos vergas a la vez, te vuela la cabeza de delirio y lujuria. Siento cómo te corres inundando mis dedos, luego los chupo y sabes delicioso. Amo tu sabor y meto mis dedos en tu boca para que tú misma saborees lo deliciosa que sabes. No dejo de embestir tu culo, gimes y gimes, lloras un poquito, pataleas... Me quito el cinturón del pantalón y lo paso por tu cuello, y así lo jalo hacia atrás mientras muevo mi pelvis hacia adelante, haciendo en ese movimiento que mi verga entre hasta lo profundo de tus entrañas. Unas lágrimas aparecen en tus ojos, pero sigues pidiéndome más. Me excitas muchísimo. Dejo el cinturón de lado y ahora alcanzo con mis manos tus pechos. Comienzo acariciando la circunferencia pero luego los estrujo y aprieto tus pezones, están duritos, los aprieto fuerte entre mis dedos, mientras estoy con mi verga gruesísima, con los nervios exaltados, dentro de ti. El dolor ha cedido y sólo sientes placer, me pides más, estás a punto de tener tu primer orgasmo anal. Sigo cogiéndote sin tregua, me lanzas gritos. Te pregunto que quién eres y gritas Tu puta, completamente fuera de ti. El sudor aparece en nuestros cuerpos, tus nalgas se mueven al ritmo del golpeteo y sujeto tus caderas para tener punto de apoyo y llegar más profundo. Azoto tus nalgas hasta dejarlas rojas en el proceso. Me he portado mal, papito, me gritas y te azoto otra vez, una sonora nalgada que hace retumbar el edificio. Tus gritos y gemidos son fuertes e intentos, siento cómo tu deseo crece al ritmo del mío. Estoy a punto de correrme, pero me detengo una vez más y la saco, te pongo hincada al borde de la cama y me chupas la verga, la recorres con tu lengua, puedo ver la excitación en tus ojos a través de las lágrimas. La chupas ansiosa, se pone dura en tu boca y eso te excita muchísimo, sólo dejas de chupar para decirme entre lengüetazos que me venga en tu boca. Te tomo de los cabellos y meto mi verga bien profundo, rozando tu campanilla y ahí arrojo un buen chorro de semen, tus ojitos se humedecen y no la saco. Finalmente la saco y lanzo las últimas gotas en la punta de tus pezones; con mi glande hago pequeños círculos de semen en tus areolas. Estás sudorosa y calientita. Te sientas sobre la cama con las piernas abiertas y veo tu coño mojadito y tu clítoris erecto. Se me antoja muchísimo y me hinco abajo de la cama, te sujeto de una pierna y te jalo hacia mí para lamerte los labios vaginales, el sabor es fuerte pero delicioso, tu mar salado cae como gotas de agua bendita por mi garganta. Lamo, muerdo con la comisura de mis labios tu clítoris y tus labios hinchados y calientes. Muevo en zigzag mi lengua y luego en movimientos irregulares, me arrojas tu pubis a la cara, de nuevo altiva, como un desafío que pienso aceptar metiendo mi lengua lo más profundo posible. Tu savia agridulce me encanta y así estoy un rato hasta que siento que te corres, de nuevo, en mi boca, inundando mis labios con tu deliciosa miel. Me levanto y te doy un beso en la boca para que pruebes de mi boca tu sabor. Y así podamos abrazarnos, dichosos y acalorados sobre la cama. 
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Foto del autor Getzemaní González
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Descripción

Te imagino bailando para mí, yo sentado al borde de la cama. Tú traes ropa interior negra de encaje, sabes que me encanta. Sólo traes ese conjunto y unos tacones, no demasiado altos. Mueves tu trasero al ritmo del jazz. Me encanta y trato de agarrar tus nalgas pero me das un manazo. Te mueves sensual, sabes que me tienes al borde del abismo... Aprietas tus pechos y pasas tu lengua suavemente por los labios. Me encantan tus labios pintados de rojo. Traes un look de puta, a eso nos gusta jugar. Pones tu tacón en mi entrepierna, lo deslizas por mis muslos... Tomas mi cabeza, jalas mi cabello hacia atrás y me das un beso profundo y ensalivado. Me encanta la danza, la perversión y el atrevimiento. Pasas las uñas largas por tu cara. Me encanta tu cuerpo, es un cuerpo real, de mujer, no de revista o de esquelética sin chiste.

Palabras Clave: Relato erótico

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía


Derechos de Autor: Getzemaní González Castro


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