En el balcón popular,
Una noche escarchada de Diciembre once,
Entre las corrientes de aire tempestuoso,
Los músicos de mi pueblo, tocaban y entonaban,
 Canciones de nuestra, identidad  ¡Orgullosos¡
El eco de los múltiples repertorios,
Viajando con  el céfiro frio, irrumpiendo,
El espacio sin piedad, escuchando, aplaudiendo,
Todas aquellas encantadas e imaginarias historias.
De fondo una visión en el infinito universo,
La luna llena, espejo de las estrellas,
Que se ven resplandeciendo, chispeando,
Miles de rayos luminosos, entre ellas.
Aquí en el mirador,  un espectáculo de voces,
Y otro de naturaleza  e incomparable belleza,
Que te hace cosquilleos  y te estremeces,
Cuando meditas, mientras,  te sostienes la cabeza.
Muchos sentados en sus mesas,
Mientras otros de pie, saboreando un  café de esos,
Bien elaborado, con chocolate y otros ingredientes,
Que deleitas al compás de la música y entre dientes,
Crees cantar ciertas estrofas, que te mueven intensos,
Deseos de liberar tu alma, de penas, angustias, y alegrías.