No sé cómo llegué aquí; estoy en un cuarto completamente blanco. Sin ventanas. Sin puertas. Sólo cuatro paredes blancas. ¿Qué fue lo que pasó? Creo recordar la protesta contra la reelección del hombre que puso al país en detrimento.
Me acuerdo que todos teníamos carteles y altavoces para que nuestra voz se escuchara por toda la ciudad. De pronto los policías aparecieron con sus macanas y escudos, tratando de someternos. Escuché los gritos desesperados de mis amigos tratando de escapar. Vi cómo le pegaron a mi novia hasta hacerla sangrar. Fui testigo de horribles crímenes contra mis compañeros antes de sentir el golpe en mi nuca que me dejó inconsciente.
Al despertar estaba atado a una silla junto con otros tres chicos de la huelga. Repentinamente inició un video bastante extraño. Salían letreros que decían
¡Obedece! e imágenes perturbadoras de asesinatos dignos de una película de terror. No sé por cuanto tiempo vi aquellas repulsivas escenas, pero después de varias horas no pude más y caí rendido.
Cuando abrí los ojos, frente a nosotros se encontraba el hombre del que tanto me quejaba, pavoneándose victorioso de nuestra derrota.
–¡Vete al infierno, maldito bastardo! –gritó uno a mi lado. El dictador dio media vuelta, viendo a un militar.
–A la cabeza. –dijo con voz tranquila. El soldado apuntó con su arma, disparó y volvió a firmes. Quedé anonadado. Estaba salpicado con la sangre de ese joven no mayor de veintiún años. Lo acababa de ver morir as
esinado de la manera más sínica y no pude defenderlo. Aquel tirano que dio la orden de matarlo nos miró diciendo. –Eso es lo que le pasa a los revoltosos. –y se retiró sin decir más.
A los tres sobrevivientes nos llevaron a una habitación pequeña, parecida a una prisión. Uno de mis acompañantes murió al tratar de escapar y, un mes después, el otro sucumbió por el hambre al abstenerse de comer hasta que le dieran su libertad.
Me dijeron que por ser el único sobreviviente sería liberado y recompensado. Estaba tan feliz de poder salir de ahí. Juré que nunca diría nada y que me portaría bien. Pero en vez de liberarme me cambiaron de prisión a este lugar.
No sé cuánto tiempo llevo aquí. No sé qué pasará conmigo. No sé si alguna vez volveré a ver la luz del día. Lo único que sé es que quiero salir de aquí.
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones Diana
Diana Cherry
Sí... es horrible la cantidad de sangre inocente que corre por movimientos políticos de gente corrupta que sólo le interesa el poder en vez del bien común.
Matias nevermind
Diana Cherry