Gorriones de alma blanca (Poesía)
Publicado en Mar 23, 2015
Nacisteis una mañana del alba
cuando el dolor se hizo de latidos y la vida os abrió una ventana para sentir todos los sentidos. Quitó el cuerpo sus entrañas al momento de crecer esos quejidos. Las últimas horas de las pausas abrieron el diapasón de los sonidos y se escuchó el rumor del agua por todos los caminos recorridos. Cerca de allí estaba el alma blanca de los pájaros con nidos. En el umbral de la hora hallada quedásteis un momento suspendidos para después, en la lucha entablada, vencieron sin nombre vuestros trinos. Cantos de encontrar la amada condición de seres vespertinos. El silencio del verbo despertaba los ecos del tiempo repetidos y al ritmo del sonar de la guitarra se escuchaban los besos detenidos. Amor de frases nacaradas cobijando los segundos retenidos. Revestida de ondas desbordadas llegásteis al fin a este destino con la paz de las miradas claras mostrando la luz de los nacidos. También las lágrimas saladas son dulces cuando son abrigos. Y en las amarillas hojas de las palmas cual humildes y sencillos pajarillos sentisteis el tacto de las ramas en forma de besos y cariños. La luna en el cielo amaba ese vuestro ser como los niños. En la hidrografía de las aguas raudas navegaban los sueños del delirio y empezasteis a ser la barca navegando por el curso de ese río. La existencia es la que llamaba al fragor de las rimas junto al lirio. Sin cesar la fuente ya manaba ese saberse siempre protegidos por la vida siempre suspirada como frutos de Dios ya recibidos. La gran verdad se sustentaba de sueño radiantemente limpio. En el litoral de la costa escarpada la luz os hizo en verdad un guiño y el árbol de la encina parda saludaba vuestra fe de dulce brillo. Una sonrisa de luna se escapaba y escondía su sentir sencillo. Alguien en esa hora ya cantaba su placer por haberos recibido y es que había en la alborada un romper con todo lo prohibido. Por vivir ya no importaba porque fue el amor lo concebido. Las horas poco a poco se cargaban de paz transida en el camino pues las huellas del andar se recargaban bajo el cielo de color azul marino. Allá en el horizonte ya oraban los ángeles del placer divino. Y surgía el sol con llamarada para encender la copa de ese pino que al momento ya os saludaba en el éter del tiempo sumergido. Un soplo de vida alimentada de alma blanca y no de olvido. Una estrella brilló sobre la nada y en todo pervivió lo presentido pues era un todo la ensenada del saberse en la vida admitidos. Vuestro latir era la suspìrada canción en sueños convertidos. En el valle sólo se escuchaba de la oveja su tenue y fiel balido y algún gallo despertaba al corazón de la razón y el buen sentido. Sentir era lo que emanaba el nuevo sol que había nacido. En toda la tierra ondeaba el surco del rosal ya florecido y era que la vida os premiaba con aromas de rosas y tomillo. Eterna la mañana se asomaba al centro del suceso acontecido. El vuelo horizontal ya se escapaba en el mundo de este son crecido y feliz la vida descansaba a lo largo del valle florecido. Y era que el sol ya se plasmaba en vuestros rostros de recién habidos. El ritmo de la vida acompañaba al calor de vuestro canto preferido porque allí presente se encontraba un ángel de Dios ya bendecido. Y ya mi voz por fin callaba por sentir vuestro latir crecido.
Página 1 / 1
|
José Orero De Julián
Elvia Gonzalez
José Orero De Julián
Marìa Vallejo D.-
No estoy al acecho de vuestros versos hermosos, solo persigo imágenes colgadas en letras que son melodía en medio del bullicio
de mi silencio. Hermosa poesía. (En mi concepto). Felicitaciones.
Saludos con todo mi respeto para vos.
María