“¿Se atreve usted a preguntarme si mate a mi hijo, oficial?” digo totalmente frustrado ante la mirada juzgante del hombre de azul que se sienta frente a mí “Le he dicho mil veces que no he sido yo.”
“Sin embargo” prosigo con mi relato “tengo total conciencia de todos los hechos que acontecieron en mi hogar, y que llevaron a la muerte prematura de mi primogénito.”
El hombre me mira totalmente extrañado, mientras su compañero silencioso detrás de él toma notas rápidas en una libreta. Con un gesto silencioso el hombre me alienta a seguir, seguramente curioso ante estas nuevas declaraciones de las que hasta ahora no se tenía constancia alguna.
“Vera, como seguramente sabrán yo soy un escritor de cierto reconocimiento en esta ciudad, sin embargo últimamente las ventas de mis libros habían decaído considerablemente, y mi familia no pasaba por una buena situación económica.
Fue hace un par de meses en la oficina de mi editor, que la inspiración acudió a mí. Empecé a escribir las líneas para una novela y mi editor quedo totalmente fascinado con la idea. La historia era sobre este personaje, que he de admitir que estaba levemente basado en mi, un hombre que debía lidiar con una realidad que lo agobiaba, deudas familiares, una esposa ausente y un hijo al que no sabía qué futuro dar.
He de admitir que la creación de esta novela se apodero gradualmente de mí vida, no comía, no dormía, pasaba los días encerrado en mi estudio. Sobre todo me obsesione con el personaje, podía pasar horas y horas describiéndolo, su aspecto físico, sus actitudes, su propio punto de vista sobre la vida, sobre la muerte, sobre el amor...realmente estaba obsesionado.
Mi esposa continuamente me reclamaba mi falta de atención, me reclamaba que no estaba ahí para nuestro hijo, que solía continuamente desconectarme del mundo. Lo que ella seguramente no sabía es que yo lo hacía todo por nuestra familia, aquella obra mía seria lo que nos salvaría seguramente del malestar económico que estábamos pasando.
Habrían pasado unas dos semanas desde que hubiera empezado la novela cuando ya estaba en el punto culmine de la misma. No me extenderé en detalles oficial, simplemente diré que mi personaje se encontraba en un punto crítico, debía decidir algo muy importante; pero yo tenía un problema, no podía encontrar el final de aquella situación, el final de mi obra.
Nuevamente me desconecte del mundo pasando horas en mi estudio, revolviéndome la mente en busca de aquel final que tanto necesitaba. Probé distintos métodos para inspirarme, pasaba horas caminando alrededor de la ciudad en busca de algo que despertara en mi la chispa a escribir aquellas letras que yo buscaba; me sumergí en la bebida para aclarar mi mente y sumergirme en aquel mundo más allá del nuestro que solo los placeres prohibidos nos brindan.
Fue un dia, no hace mucho tiempo (ayer o hace una semana, un mes, no lo recuerdo realmente) cuando finalmente me llego la inspiración que tanto esperaba. Cansada ya de mi constante ausencia de la realidad y mi falta de atención hacia ellos, mi esposa se presentó en mi estudio con mi hijo en brazos diciéndome que me abandonaba. Casi no la escuche, tan solo me concentre en el rostro de mi hijo que me miraba extrañado casi sin reconocerme.
Lo tome en brazos ignorando los gritos y farfullidos de mi esposa y le sonríe por primera vez en meses. En mi mente ya estaba claro el final; por supuesto que el personaje no era capaz de escapar a la realidad de este mundo cruel, él estaba ahí como un salvador, el debía volverse tan cruel y perverso como el mundo a fin de salvar del mismo a aquellos que amaba; esa era la decisión que el debía tomar.
Moviendo brazos que no eran míos, aparte a mi esposa con un empujón tan fuerte que la hizo caer al suelo y golpearse provocando así su desmayo. Camine sin quererlo a través del estudio cruzando el salón y llegue al cuarto de baño. Alli contra mi voluntad abri el grifo y deje correr el agua llenando la bañera en la que mi hijo se bañaba todos los días. Lo levante nuevamente, aun sonriéndole y suavemente, casi con ternura, lo puse dentro de la bañera. Acaricie su cabellera mientras veía en sus pequeños ojos reflejado el miedo.
Con fuerza meti su cabeza dentro del agua, con aquellas manos que ya no eran mias. El niño se agito tratando de resistir pero nada podía hacer. Senti eternos sus pataleos y manotazos, pero finalmente se detuvieron. Habia tomado la decisión correcta, pensé, había alejado al niño de este mundo, había evitado que aquella alma inmaculada se pudriera, sea carcomida por la maldita realidad en la que vivimos”
Termino asi mi relato y el hombre me sigue mirando extrañado, casi confuso se podría decir.
“Usted dijo que no fue quien mato al niño” me dice el hombre mirándome en parte asqueado y en parte confundido “ y sin embargo usted mismo en su relato ha confirmado que de hecho ha sido usted el responsable del crimen”
“Es usted un idiota ¿Qué acaso no lo ve?” le digo exaltado “¿No ve que no he sido yo? Que ha sido aquel otro hombre, el personaje de mi obra; aquel ser perverso que tan solo mato al niño en busca de su final perfecto”
Elvia Gonzalez
Franco
Mara Vallejo D.-
Tu colección "Deseos y miedos" debe ser excelente, habla de ella ésta historia que me ha gustado mucho, las imágenes, el vocabulario y el actuar de los sentidos; todos, atentos al desenlace.
Saludos
María
Franco