Infierno (Cuento)
Publicado en Apr 17, 2015
El dolor recorre mi cuerpo fuerte al recibir el golpe de mi padre.
-Y que ni se te ocurra volver a faltarme el respeto- me dice totalmente furioso, acto seguido recorre la pequeña cocina y abre una caja de vino de la que bebe copiosamente, sumergiendose en ella. Aun me duele el golpe de recien, sin embargo ya se que no he de protestar sino me ganare algo mucho peor. Tendria que haber supuesto que me pegaria pero sin embargo no pude evitarlo, no podia evitar que tratara asi a mi hermano pequeño. Habiamos estado fuera recorriendo plazas y calles pidiendo como todos los dias limosnas a los transeuntes, sin embargo ese dia no hubo mucho movimiento en las calles y la poca gente que transitaba no fue precisamente generosa por lo que mi hermano no pudo cumplir con la cuota del dia que nos exigia mi padre y por ello se habia ganado la reprimenda. Si yo no hubiera intervenido, el se habria ganado una buena paliza. Mi madre nos insta a volver a nuestra habitacion, mientras mi padre ya emborrachado empieza a gritar improperios. Las lagrimas corren por el rostro de ella mientras me acaricia la mejilla, ahi en el lugar donde el puño de mi padre golpeo. -No tenes que hacerlo enojar hijo- dice mi madre sollozante - responder a tu papa es pecado, y cuando uno peca se va al infierno. "El unico infierno que conozco es este" pienso mientras asiento a las palabras vacias de mi madre "pero no por mucho mas" el solo pensamiento me alegra la mente, dentro de un par de años sere lo suficientemente grande como para irme de casa y llevarme tanto a mi hermano como a mi madre. Con estos doce años que tengo no puedo hacer mucho, pero un par de años mas y podre irme... Aun con esa idea en la cabeza, me acuesto en la cama que comparto con mi hermano y sin darme cuenta caigo profundamente dormido. Sueño con el infierno, no con el infierno habitual de mi casa sino con aquel del que habla mi madre. Las paredes son de fuego y hace un calor de muerte. Camino por el suelo cubierto de cenizas, y por todos los lados veo cuerpos ennegrecidos por el fuego, en alguno aun se puede apreciar la carne chamuscadas mientras que otros son huesos negros, ya calcinados. Y el diablo esta sentado en su trono, me mira con sus ojos ardientes mientras bebe de su caliz. En cuanto nuestros ojos se encuentran, rompe en carcajadas burlonas y su risa me llena de furia, recorre todo mi cuerpo con ganas de eliminar a aquel ser. Mientras este pensamiento recorre mi mente, me percato de que en mi mano llevo un cuchillo. Sin titubear enarbolo el arma, y la clavo en el torso de aquella abominacion quien no se defiende para nada sino que sigue con aquella risa tan irritante. La sangre negra, borbotea humeante de su cuerpo y extrañamente me recuerda al vino que mi padre toma cada noche antes de caer desmayado sobre la mesa... El chillido de mi madre me saca de mi sueño. Me levanto de la cama totalmente exaltado y corro hacia el lugar de donde proviene le grito. Mi madre se encuentra en el suelo de la cocina en estado de shock y mi hermano a su lado no puede contener las lagrimas y llora a pleno pulmon. Mi padre yace totalmente inmovil en el suelo mientras el charco de sangre se empieza a formar alrededor de su cuerpo. Un escalofrio recorre mi cuerpo al ver las heridas del cuchillo mientras alli en el suelo el diablo se desangra hasta morirse.
Página 1 / 1
|
Mara Vallejo D.-
He podido conocer éstos infiernos andantes y tambaleantes, aporto ayuda a una fundación y Oh! Dios! es otra vida. . .
El texto que has publicado es de suma realidad y ante eso, hay que reflexionar. Me es grato leerte.
Abrazos
María.
Franco
gonza pedro miguel
Franco
... saludos
Elvia Gonzalez
Franco