Así ocurrió,  que un lindo día
Floreció en mí la poesía,
Como fuente que cae de prisa,
Y esparce a sus alrededores la brisa.
Rociando a los veraneantes  de frescura,
Y a sus corazones con ternura,
Removiendo todos aquellos secretos,
Que  meditaba y coleccionaba discreto.
La musa pernoctaba, mientras la vida seguía,
Al florecer,  lo hizo como flor silvestre,
Entre pedruscos,  surgiendo con valentía,
Libre, con sus colores y aromas del néctar terrestre.
Como germina la existencia,  en medio de tanta agonía,
Como bellas siluetas, en mis ensueños aparecía,
Con velos flotando, adornando mí pensar y sentir,
Con tórridos y flemáticos respiros que musitaban al salir.
Y las centellas de albor encauzando mi juicio,
Por saber de todo y no saber nada,
De alguna forma me anonada,
Por el discernimiento que a mi mente sobrevino.