DESPUS DE LA PATERA continuacin 3 parte
Publicado en Jun 16, 2015
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Dieciocho. No sé el día de mi nacimiento. Solo sé lo que me dijo el padre Anselmo.
¿Eres católica?
Creo que sí. Aunque no sé mucho por qué.
El padre Anselmo nos bautizó a mí y a mis hermanas. A mí me puso el nombre de María.
Luego le contó que sabía leer y escribir.
Pero bueno. Dice el hombre. ¿Cómo se te ocurrió embarcarte en esta aventura? Tienes que ser muy valiente o tener un buen motivo. Las dos cosas. Dijo la muchacha con mucho orgullo.
María le cuenta su vida.  Al  buen hombre se le saltan las lágrimas. No dice nada, pero piensa que a sus hijos no les falta de nada, y a pesar de ello todavía protestan por la vida que llevan  si no los dejan salir todo lo que quieren.
La mira con ternura y preocupación.
Qué puede hacer él. Los kilómetros pasan. Hay poco tráfico a esas horas  de la noche.
El  ruido del motor es como una nana para Maria. Está tan cansada...
El sueño se apodera de ella. Acurrucada en el asiento, hace verdaderos esfuerzos para no dormirse.
Alfonso se da cuenta. Le dice.
Detrás de los asientos hay una cama. Duerme tranquila, yo nunca te haría daño. No sé lo que voy hacer contigo, pero intentaré que sea lo mejor para ti.
La muchacha ocupa la cama. Antes de dos minutos ya estaba dormida.
No le conoce de nada pero su voz la tranquiliza. Sabe que es un hombre bueno.
Alfonso se devana los sesos, pero no encuentra la manera de solucionar el problema.
Sabe que su deber sería entregarla a la policía, pero si la devuelven a su país tampoco le espera nada bueno. Además estaba seguro que la muchacha lo volvería a intentar.
¡Dios yo ya tengo bastantes problemas!
Llamaré a mi mujer, no sé que opinara de esto.
Los kilómetros siguen pasando, ya clarea un nuevo día.
En casa ya estarán todos levantados. Piensa. Que ganas tango de verlos de nuevo.
Por supuesto que tenía problemas, pero  pesar de todo su familia era feliz.
Él siempre se consideraba feliz.
Tenía una familia maravillosa. Sus hijos eran como todos los adolescentes, un poco difíciles, pero estaban muy unidos, y los problemas siempre se solucionaban.
Económicamente estaban bien. No les sobraba el dinero pero si era suficiente incluso para algunos lujos.
En casa de sus padres también había sido muy feliz. Sus padres eran para él los más buenos del mundo. Demasiado católicos, quizás. Recordaba  que rezaban el rosario diariamente todos juntos. Para él eso siempre había resultado pesadísimo, lo mismo que a cualquier niño.
Tenía un hermano con el que siempre se había llevado muy bien, a pesar que cuando su hermano nació el ya contaba ocho años.
Lo quería con locura. ¡Su hermano del alma! Cúanto había sufrido.
El entonces no podía comprender, solo tenía ocho años y a esa edad gracias a Dios esas cosas no se asimilan.
Recordaba el largo peregrinar de un médico a otro con su hermano.
Se llama Fernando.
Nada mas nacer, sus padres vieron con espanto que una de sus piernecitas no es normal. Por lo demás es un niño precioso y sano.
Sus padres habían dicho entonces: ¡Con la ayuda de Dios todo se arreglará! Y con la ayuda de Dios, de la medicina y mucha paciencia Fernando se había recuperado. Solo una pequeña cojera que él disimulaba muy bien, recordaba aquellos penosos tiempos.
Fernando es muy moreno, de ojos color de miel en los que siempre brilla un poquito de tristeza.
Alfonso piensa que tiene un poco de complejo.
Es muy atractivo. Pero aunque  ha tenido muchas novias, no se ha casado.
Sus padres le animan para que lo haga. Pero él sonríe y dice. Todavía hay tiempo.
Es ebanista y le sobra trabajo. Siempre está contento a pesar que la casería de sus padres no le deja mucho tiempo libre.
Los padres de Alfonso y Fernando, siempre han vivido en esa casería.
Medio oculta por los frondosos montes de castaños. Solo está a dos kilómetros del pueblo. Ahora ya tienen carretera. Cuando ellos eran niños solo era un camino la mayor parte del tiempo cubierto de barro.
La vida en la casería era muy agradable. Jugaban libremente con los animales y no tenían peligro de correr por donde fuera.
Bajaban al colegio, a misa los domingos y de compras, pero a ellos siempre lo que más les gustaba era correr por el monte.
Por lo demás su vida se había desarrollado en aquella casería donde habían sido muy felices. Alfonso todavía recuerda el olor a pan recién salido del horno y al pote que su madre preparaba.
Su padre y su madre, habían sido dos personas muy fuertes, pero el tiempo no pasa en vano y ya se sentían cansados.
José, que así se llama el padre de Alfonso. Se pasa casi todo el tiempo sentado, debido a que sus piernas están fatal.
Su madre se llama Alicia. Ella se ha conservado más fuerte, y aunque se cansa, logra llevar muy bien las tareas de la casa.
Alicia le había comentado un día. Estoy preocupada por tu hermano. Pienso que debería buscar una buena mujer y casarse.
Cuando nosotros faltemos, él se va a sentir muy solo en esta casería, y no creo que quiera bajar a vivir al pueblo. Es tan reservado. Se queja su madre. Siempre que saco el tema se escabulle con cualquier pretexto.
Ya se casara mamá, todavía es muy joven. Había dicho Alfonso.
Solo diez años menos que tú, y ya tienes unos hijos mozos.
Tranquilízate. Algún día te dará una sorpresa. La verdad es que Alfonso dudaba mucho que su hermano se casara.
Mis padres. Pensaba Alfonso. Que buenos son, y que mayores están ya.
Como un relámpago, paso una idea por su cabeza.
Sus padres. Era una idea descabellada, pero si lograba convencer a sus padres  para que escondieran en su casería a la muchacha.
Allí no subía casi nadie. Solo el sacerdote del pueblo a dar la comunión a su padre una vez al mes.
Nadie la descubriría. Mientras tanto yo me ocuparé de lo que puedo hacer.
Llamare a Carmen y se lo contaré. No sé que le parecerá a  ella. Seguro que me dice que estoy loco.
Carmen es la esposa del camionero. Él sabe que es muy comprensiva, pero también muy sensata. No le gustará en el lío que estoy metido, seguro. Por otra parte algo le dice que la convencerá.
Tiene que descansar. Lleva muchas horas conduciendo. Para en un área de descanso. Apoya  la cabeza en el volante. Intenta dormir, pero no puede. Debería haber dormido en el hotel, pero con tanto jaleo ni se había acordado.
Tengo que dormir como sea. Se dice.
Durmió algo pero sus sueños no le dejaron descansar gran cosa.
Con el día volvieron las preocupaciones.
Tardaré varios días en llegar. Tengo tiempo para pensar.
De momento no le diré nada a mi mujer. No quiero que esté preocupada.
Su cabeza seguía metida  en la misma preocupación. La muchacha negra. Si por lo menos hubiese  sido menor de edad. Pero era mayor de edad y la devolverían a su país.
Bueno hay muchas como ella en este país. Veremos como salgo de esta. ¡Dios pero que cosas me pasan a mí!
Para a desayunar. Al cesar el ruido del motor María despierta.
La muchacha espera y piensa. Si no cierra la puerta me escapo.
No puedo meter a este hombre en un lío. Si alguien se da cuenta que voy aquí le habré metido en un buen fregado.
Con cautela mira por entre las cortinas que ocultan la cama.
¡Dios mío! Lo que Maria ve acaba de un tajazo con sus esperanzas.
Un inmenso aparcamiento casi vacío aparece ante sus ojos.
La claridad del día era ya total. ¿Cómo podía pasar desapercibida allí? No tenía donde esconderse.
Maria deja caer su cabeza en la almohada. Está decepcionada.
Unas lágrimas llegan rodando hasta sus sienes.
¡Dios mío qué será de mí! Se pregunta Maria.
De pronto un sudor frío recorre su frente. Sus tripas  y su vejiga piden a gritos las necesidades de un cuerpo normal.
Maria quiere salir y esconderse aunque fuese debajo del camión.
Cuando Alfonso llega la encuentra la encuentra agarrada a la manilla de la puerta con cara compungida.
¡Dios! Dice. ¿Cómo no me he dado cuenta? Tiene que tener mucha hambre.
No te preocupes. Le dice. Te traeré un bocadillo.
No, no eso. Dice la muchacha muerta de vergüenza.
Alfonso echa las manos a la cabeza. ¡Claro! ¿Cómo puedo ser tan burro?
Ven te llevaré al servicio y luego te compraré algo para comer.
La muchacha ya no podía más, así es que se dijo. ¡Que sea lo que Dios quiera!
Sale del camión y Alfonso la sujeta por los hombros y los dos se dirigen a los servicios.
La muchacha lo mira intrigada cuando el brazo del camionero rodea sus hombros.
Él le susurra al oído. No te preocupes. Es por si alguien nos ve.
Es mejor que piensen que eres mi novia.
Maria lo comprende.
De camino a los servicios, un camarero del restaurante se cruza con ellos.
¡Hola Alfonso! ¿De caza no?
¿Tú qué crees?
Es evidente lo que el camarero pensaba. Pero como él le había dicho a Maria, era mejor así.
Al ver la cara de susto de la muchacha. Alfonso le susurr: No te preocupes es mejor que se crea eso.
Cuando sale del servicio, encuentra a Alfonso esperando. Lleva un paquete en la mano y la cara le sonríe.
Ven, vamos al camión. Le vuelve a rodear los hombros.
María está pensando extrañada que no se le ha ocurrido escapar mientras él estaba comprando el bocadillo. De todas formas aquí no podría.
Ya en el camión, por orden de Alfonso, Maria vuelve a ocupar la cama, es el mejor sitio para que no la vean.
Devora el bocadillo con tal rapidez que no sabe ni de que es.
Alfonso la mira con pena. Luego va a por otro bocadillo.
Esta vez si sabe que es de queso y jamón.
Gracias dijo cuando hubo terminado.
Alfonso le acerca una botella de agua. La muchacha se lo agradece con la mirada.
En la próxima parada hay una especie de supermercado. Te compraré algo de ropa.
Cuéntame. ¿Qué hacías en tu país? A pesar de tu aspecto pareces una chica muy lista.
María le contó que había estado trabajando en casa de Raquel todo que hacia, y sus planes para el futuro.
Los ojos de Marí eran tan expresivos que Alfonso solo mirar aquella cara sabía que decía la verdad.
Estaba viendo la posibilidad de que se quedara en casa de sus padres. Al fin y al cabo a ellos también les vendría bien un poco de ayuda y la chica parece que está preparada.
Llamaré a Fernando por la mañana y se lo contaré. A ver que le parece.
Sale de nuevo a la carretera. Se hace un silencio largo.
Alfonso está pensando como se lo planteara a su hermano. Se lleva muy bien con él y se conocen uno al otro perfectamente.
Si fuese posible, me quitaría un buen peso de encima y quien sabe si luego se encariñan con Maria. ¡Son tan buenos!
Además, la verdad es que necesita ni madre que alguien la ayude a guisar y esas cosas.
De pronto sorprende a la muchacha cuando le dice: Cabe la posibilidad de que mis padres acepten esconderte en su casería. Está lejos del pueblo y por allí nadie sube ¿Qué te parecería a ti?
Dijo. No espera contestación y continúa. Mis padres son muy mayores y solo mi hermano Fernando se ocupa de ellos.
Si a mis padres les parece bien, puedes quedarte allí por un tiempo, por lo menos hasta que sepas que puedes hacer con tu vida en este país.
Maria escucha en silencio. Después cruza los brazos, es un gesto muy propio en ella. Luego mirándole a los ojos pregunta ¿Por qué té molestas tanto por mí, no sería más fácil para ti dejarme en cualquier parte?
Alfonso tarda un poco en responder. Luego dice.
Sí sería mucho más fácil, tienes razón, ya lo creo, pero me remordería la conciencia el resto de mi vida, y yo quiero vivir tranquilo y poder dormir en paz conmigo mismo, tú no tienes ni idea de lo que pasa con casi todas las chicas como tú que caen en manos de desaprensivos.
Las explotan peor que a perros y las meten en una rueda imposible de salir si no es con la muerte.
El tono de voz de Alfonso había subido y se le notaba nervioso
Marí se asusta y dice. Perdona no quería ponerte nervioso.
El padre Anselmo debería haberte explicado como son las cosas.
La dice Alfonso un poco más calmado.
Mira María. En España como en cualquier país, hay gente buena y gente mala. La vida de un inmigrante corre aquí más peligro que en su propio país y más si es una chica guapa como tú.
Decidida sale del camastro y se sienta en el asiento del copiloto.
Mira al hombre de frente, como siempre mira ella y le dice.
Vale te agradezco que me ayudes, pero... Sus ojos brillan aún cuando le dice: No esperes ningún favor personal. Creo que me en entiendes. Se lo dice con tal fuerza que parecía una fierecilla.
Alfonso la mira detenidamente. En realidad es muy bonita, sería fácil pedirle un favor personal, como ella dice.
Una carcajada enorme recorre la cabina del camión.
La muchacha se encoge en el asiento. No comprende nada.
Cuando el hombre puede hablar, se limpia los ojos con el dorso de la mano. La reacción de la muchacha había sido la misma de su gato, cuando se enfrentaba a Tino. Su pero pastor alemán, Pero la chica tenía más carácter. Sí señor.
Luego la explica: Por supuesto que no voy ha pedirte nada a cambio. Es solo que no me parece justo dejarte tirada. Si no puedo hacer otra cosa prefiero que te devuelvan a tu país.
Pero primero voy a intentar procurarte una vida normal.
Yo soy muy feliz con mi familia, y no soy la clase de hombre que se aprovecha de niñas como tu. Ya te dije que tengo una hija de tu edad y quisiera que todo el mundo la respetara. No por ser mi hija, sino por ser una persona. Tú mereces el mismo respeto. No lo olvides nunca. Ni tus orígenes, ni tu  color ni tu nada, da derecho a nadie a que te falte el respeto.
Luego sigue. Esto es algo, que pase lo que pase no debes olvidar.
La muchacha llora en silencio, como cuando alguien te suelta una reprimenda, pero en sus ojos se ve un agradecimiento que jamás nadie podía imaginar.
Los ojos de Alfonso también están llenos de lágrimas. Traga saliva y dice: ¡Vale ya está! Hablemos de otra cosa.
La verdad es que Maria no sabía  que podía hablar, así que permaneció callada.
A fuerza de preguntas, Alfonso se enteró de todos los planes que tenía Maria para encontrar a sus hermanas y quedarse a vivir cerca de ellas. La muchacha sabía que era difícil, pero lo lograría.
Llegaron al pueblo donde pensaban hacerse con ropa para Maria. Para el camión y le dice a la muchacha: Vuelve a la cama aquí hay mucha gente y también policías. No te preocupes nadie vendrá. La "Santina " está de guardia. Le dice a la vez que mira a la imagen de la virgen que siempre lleva como guía.
Espero acertar en la talla.
Es la cuarenta dice Maria.
Vale a ver si hay suerte y encuentro algo barato.
Maria se tiende en el camastro a esperar. Ya no quiere escaparse
Si de verdad los padres de Alfonso la ayudasen hasta que encontrara un trabajo...
Sería más fácil si no fuese negra. Ella sabía que ese era un gran inconveniente.
Cerró los ojos y dio gracias a Dios, por encontrar al hombre más bueno de la tierra.
Era medio día. El Sol brillaba y las sombras fantasmagóricas de las casas se dibujaban en el suelo de asfalto caliente.
La gente caminaba de un lado a otro con prisa y seguros.
Maria desde su escondite veía todo aquello como si fuese una película.
Seguro que todos saben a donde van, seguro que tienen un sitió a donde ir. Pensaba y su tristeza era tan grande que no podía llorar.
Un nudo en la garganta amenazaba con ahogarla. Bebió un poco de agua. Se sintió aliviada.
Se preguntaba si algún día ella tendría una casa, una familia y un lugar donde sembrar sus raíces.
También pensaba en sus hermanas, pero no tenía muy seguro que las llegase a encontrar.
De momento estaba en las manos del destino, y su destino dependía de Alfonso.
Él quería ayudarla pero no se estaba segura de que no se cansara y la entregase.
Hoy el ánimo esta por los suelos. Sus pensamientos van al compás.
Alfonso aparece con un paquete bajo el brazo.
Pruébatelo. Si no te vale lo cambio por  otra cosa. Mira María la suerte esta de mi mano. Mira por donde me sale tu ropa gratis.
Me ha tocado algo de dinero en un décimo de lotería.
Me alegro dice Maria cogiendo en paquete.
La ropa le queda bien. Mete la ropa sucia en la bolsa y la guarda.
Los vaqueros le quedan perfectos, la camisa un poco grande pero la gusta así. Lo demás todo le quedaba bien. Parecía otra persona, incluso se sintió un poco más feliz.
Ya está dice desde el camastro. Me queda bien.
Siento que te hayas gastado el dinero de tu premio en mí ropa.
No te preocupes. Cuando tú tengas dinero me lo devuelves.
Alfonso esta contento se le nota alegre. Habrá hablado con su familia.  Piensa Maria.
Maria piensa en los padres de Alfonso. Seguro que dicen que no.
Yo lo entendería a nadie le gusta meterse en un lío por culpa de una negra.
La voz de Alfonso suena suave. Sal de ahí quiero verte.
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NOVELA POR ENTREGAS 3 PARTE

Palabras Clave: AMOR INTRIGA RACISMO

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



Comentarios (2)add comment
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Mara Vallejo D.-

Oh Dios, que el racismo no se involucre tanto en ésta historia.
Responder
June 16, 2015
 

antonia

No te preocupes te gustará el final, se que poco a poco no es igual pero de una vez creo que no se puede leer Un abrazp
Responder
June 16, 2015

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busy