La Prdida
Publicado en Jul 03, 2015
¿Porqué lloro al verme sonreír? ¿Tan rara es la imagen de mi felicidad? ¿Tan ajena me es?
Aquellos tiempos me son tan dolorosamente cercanos, que deseo con mi alma no lo fueran. Deseo que sean una fe antigua, desaparecida, extinta como por un meteorito. Tan cierta pero tan lejana, que ya no duele la certeza de su ausencia, como un hecho tan solo contado… Aquellos tiempos me son tan dolorosamente lejanos, que imploro una nueva ronda en su eternidad. Un repaso de la energía por el mismo punto que me otorgó una esperanza, un motivo, una vida eterna. Una luz por sobre mi oscuro ser… ¿Porqué sonrío en mis días? ¿Porqué si ya no hay fe? ¿Porqué me lo permito…? Siento mundana fascinación por cosas muy simples. Un gato, una frase, un sonido, un aprecio… Y me permito sonreír. Me regalo islas desiertas todos los días. Islas vacías, sin sentido. Islas vírgenes, ya abandonadas… ¿Porqué lucho cada día? ¿Porqué me levanto a pesar de no encontrar nada? ¿Porqué aún lo busco…? Esta búsqueda es cada vez más ardua. Cada isla hace más difícil llegar a la siguiente. Cada paso pesa más. “Mi camino de tres años… Me parece que son treinta.” ¿Y qué más puede un hombre hacer? La nostalgia no vence al ansia. El miedo jamás vencerá las ganas. Llegarán las próximas islas, con su profunda carga de un vacío abismal, y sin embargo seguiré a la siguiente. El temor jamás vencerá al deseo de verdad. Al deseo de encontrar, al final del camino, una isla llena. Explorada, habitada. Desposada. Porque sólo se muere una vez. Y yo ya he muerto un par. No siento que el final de este arduo camino esté cerca. No siento, a veces, que este camino tenga un final en lo absoluto. A veces siento que este camino, con cada sonrisa, con cada paso, comienza nuevamente, y a la vez termina. Un puerto despide al anterior y recibe al siguiente. La búsqueda de aquella foto, de aquel gral, es ardua y no terminará jamás. Quizá sea mejor que jamás termine. ¿Qué buscaría, entonces?, ¿o me conformaría con la sonrisa? Por desgracia, por fortuna, mi fe en el final de este viaje se quedó en mi observación de esa foto. Porque ese momento ya no me pertenece. No soy yo quien se encuentra ahí plasmado. No puedo ser yo. Qué ingenuo habría sido, de ser yo. Qué ajeno… La pérdida de la fe es también la del miedo. Ya no queda nada que perder. Si alguna vez fue mía, ya no tengo esa sonrisa. Aún si la recupero, jamás será mía nuevamente, pues cualquier sentir que la haya provocado, ya no está. Ya sólo queda el ansia… El deseo por esa tierra jamás prometida. Ya no tengo miedo. No se puede vivir con miedo. Y yo ya he muerto un par de veces.
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Lorena Mercedes
Saludos cordiales!
Carlo Biondi
solimar
Carlo Biondi
Maritza Talavera
Una poesía desbordada en sentimientos y pensamientos encontrados, en la que existe muchas confusiones con respecto al sentir verdadero, a lo que es y podrá ser; de una u otra forma alguna vez nos hemos sentido así bajo tanta incertidumbre y desconsuelos; hasta que logramos superar y ver la luz en la profundidad y logramos salir triunfantes.
Me gusto, Saludos cordiales
Carlo Biondi
Saludos!
Elvia Gonzalez
Carlo Biondi
Saludos cordiales!
Mara Vallejo D.-
Dejar salir de la mente, de cada célula algo que nos sucedió y tal vez sigue anclado en nosotros, para cambiarlo por algo que si llene nuestras expectativas; produce, esas ansias de realizarlo rápido, ( como se dice en mi región: "PARA YA ES TARDE"),
es mi percepción.
Buenas letras.
Saludos
María
Carlo Biondi
luis jos
Luis J. Cabrè!
Carlo Biondi